Presentación de 'Conversaciones con el biblista Josep Rius-Camps' (Fragmenta) Josep Rius-Camps rechaza "cualquier tipo de mediación entre la persona y el Espíritu"
(Lucía L. Alonso).-Ayer tuvo lugar, en el Salón de Actos de la Fundación Pablo VI, la presentación del libro Conversaciones con el biblista Josep Rius-Camps, de Ignasi Moreta, que publica Fragmenta, editorial que dirige el propio Moreta. Al presentar el acto, José Manuel Vidal, director de Religión Digital, quiso destacar la dificultad de escribir un libro de entrevistas. De la dificultad, en fin, de entrevistar, que sin embargo Ignasi Moreta, profesor en la Pompeu Fabra y especialista en Maragall además de editor, franquea en el libro como todo un "gran preguntador". De los que ponen comodines, de los que se ponen en la piel del entrevistado.
Biblista octogenario, Josep Rius Camps es, como dijo Vidal, "alguien que tiene síntesis vital". No solamente por la escarcha del pelo: después de toda una vida dedicada a la investigación (patrólogo, artista, arqueólogo) piensa hablando y habla pensando, que "es la forma de pensar de los que buscan", como dijo el primero en tomar la palabra en la extraordinaria mesa de presentadores que la ocasión reunió: Juan de Dios Martín Velasco, el fenomenólogo "que no quiso ser obispo".
Martín Velasco destacó la "libertad interior" de Rius Camps, mientras que José Ramón Busto, jesuita, ex rector de Comillas y también experto biblista, se centró en el objeto de los estudios de Rius Camps: el Códice de Beza, el más primitivo y discutido de todo el Nuevo Testamento, que contiene el Evangelio y los Hechos de los Apóstoles de Lucas.
Josep Rius Camps es "el cura que no quiere pertenecer al clero": afirman sus adentros que las epifanías se pueden "hacer" en cualquier parte, sin tener que pasar por religiones ni, dentro de ellas, grupos o pautas. Rechaza cualquier tipo de mediación entre la persona y el Espíritu. Más vale honra sin barcos que barcos sin honra. Y lo hace porque puede presumir de haber pasado por toda clase de puertos (comunidades y fenómenos religiosos, sucesos en el orden del espíritu): de la revelación mística estando con el grupo de renovación de los carismáticos a "jugarse el tipo" por el que sufre, catalán en pleno franquismo.

"Detective de la patrística", descubrió que en el catolicismo faltaba el Espíritu al tiempo que se dio cuenta de que seguramente la Iglesia nunca aceptaría pensamientos como el suyo. Hablar de un Espíritu Santo con papel de madre y de la "abdicación" de San Pedro o la crítica a San Pablo, el otro intocable de la Iglesia primitiva, supone una apertura a la que ha tardado mucho en atender la Iglesia Católica, cuyos meros mediadores hablan demasiadas veces en singular.
Porque experimentó el compromiso con el perseguido, porque vivió en el mundo, quizá exploró con más paciencia que nadie el corazón del Códice Beza en el retiro del estudio: tocando, ficha por ficha, sus anomalías. Trasteando la patrología. Lo fácil habría sido trabajar lejos del manuscrito, como algunos de los miembros de la Iglesia que renuncian a la coherencia de estar entre las gentes. Pero a Rius Camps le gustan los matices en forma de pregunta, las novelas policíacas y encontrarle la vuelta a la vida. Nadie dijo que lo bello -las razones revolucionarias- fuera fácil.
Entre el griego y el latín, la escolástica y el Concilio Vaticano II, entre San Agustín y Simone Weil, las entrevistas a Rius Camps rezuman una espiritualidad de las que rechazan la gravedad hacia uno mismo y una intelectualidad que lo que rechaza son las preguntas viejas. Porque le ha cambiado tanto el paradigma a lo largo de su vida, Camps puede permitirse el privilegio de cambiárselo él mismo a todos los que no han explorado todavía tantos misterios.
En un ahora "en el que hemos eliminado las mediaciones entre el autor y el lector", como observó Moreta, y "estamos volviendo a la pluralidad textual", como confirmó Busto, es admirable que todavía una editorial -gracias al "papel mayéutico de su editor- no le haya quitado el micrófono a ciertas iniciativas -no sólo los análisis codicológicos, sino el simple hecho de dar testimonio de una profundización en la propia espiritualidad- que la actualidad va dejando proscritas.
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