Una cuestión abierta Santo Tomás, ¿pruebas o caminos?

"¿Cuál es el sentido de las quinquae viae (literalmente ‘cinco vías’) en la Summa (precisamente en la Primera Parte, Pregunta 2, Artículo 2) del Aquinatense?… Llevo haciendo esta pregunta desde al menos en tercero de la escuela secundaria en el colegio de los agustinos"
¿Quería santo Tomás demostrar, probar, dar argumentos para la existencia de Dios o más bien quería proponer caminos, sendas, filones para descubrirlo sin la ayuda de la revelación (o la fe) tal cómo se contienen en la Sacra Doctrina con que comenzó su magnum opus?
"Me llegó este texto a Filipinas para reseñarlo: P. Weigel, Reading Aquinas’s Five Ways. The Arguments for God in Summa Theologiae, Cambridge: Cambridge University Press, 2025, 240 pp."
"Este libro está está muy bien documentado, estructurado y desarrollado y confirma lo que yo venía intuyendo desde años atrás, estos argumentos o caminos siguen teniendo vigencia para nuestras calendas 'posmetafísicas' si bien contienen enredos, lagunas y cabos sueltos"
"Me llegó este texto a Filipinas para reseñarlo: P. Weigel, Reading Aquinas’s Five Ways. The Arguments for God in Summa Theologiae, Cambridge: Cambridge University Press, 2025, 240 pp."
"Este libro está está muy bien documentado, estructurado y desarrollado y confirma lo que yo venía intuyendo desde años atrás, estos argumentos o caminos siguen teniendo vigencia para nuestras calendas 'posmetafísicas' si bien contienen enredos, lagunas y cabos sueltos"
| Macario Ofilada Mina
A propósito de P. Weigel, Reading Aquinas’s Five Ways. The Arguments for God in Summa Theologiae, Cambridge: Cambridge University Press, 2025, 240 pp.
¿Cuál es el sentido de las quinquae viae (literalmente ‘cinco vías’) en la Summa (precisamente en la Primera Parte, Pregunta 2, Artículo 2) del Aquinatense?
Llevo haciendo esta pregunta desde al menos en tercero de la escuela secundaria en el colegio de los agustinos (desde que mi profesor de religión me habló por vez primera de ello) pero la pregunta se me hizo acuciante desde mi primer año en la carrera de filosofía en la universidad de los dominicos, sobre todo desde la lectura temprana de la obra clásica en aquellos años sobre el Doctor Angélico de Gilson antes de zambullirme poco después directamente en la Prima Pars de la Summa.
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Desde entonces, dados los incontables diálogos que sostuve con mis profesores que llevaban el hábito blanco y con un rosario ceñido en el flanco izquierdo (en lugar de una espada) la inquietud se bifurcó o se precisó más o menos en los siguientes términos: ¿Quería santo Tomás demostrar, probar, dar argumentos para la existencia de Dios o más bien quería proponer caminos, sendas, filones para descubrirlo sin la ayuda de la revelación (o la fe) tal cómo se contienen en la Sacra Doctrina con que comenzó su magnum opus? Es imprescindible, para un planteamiento adecuado al respecto, tener en cuenta la época en donde vivió, lejos de las dudas cartesianas de la modernidad por lo que me decanto más bien por el segundo sendero (u opción) mencionado arriba.

Con la tinta de los tórculos aún muy caliente me llegó este texto a Filipinas para reseñarlo, tras haber proseguido el diálogo en los años de posgrado con hijos del Santo Patriarca en Roma y en Roma la chica (Salamanca). La pregunta sigue siendo apremiante para mí.
Claramente este libro está escrito dentro de la tradición tomista ‘analítica’ (está dedicado el libro al dominico de lengua inglesa Brian Davies, muy conocido en estas lides) más el título habla de caminos ‘ways’.
Mi primera impresión, por una parte, es que el libro está muy bien documentado, estructurado y desarrollado; por otra, y es esta más bien una confirmación de lo que yo venía intuyendo desde años atrás, estos argumentos o caminos siguen teniendo vigencia para nuestras calendas ‘posmetafísicas’ si bien contienen enredos, lagunas y cabos sueltos.
Por todo ello, merece nuestros parabienes el autor, profesor de filosofía en Washington College, Maryland, EE.UU. Pone el dedo en la llaga metafísica de nuestros días carentes de sentido de fundamento. Dicha llaga nos sigue doliendo y esta obra hace que duela mucho más, hasta que tengamos que dar voces. De momento, me limitaré a hacerme eco de algunos interrogatorios que suscitan tanto el escrito del Aquinate como el análisis riguroso que se presenta en este volumen que estamos reseñando.
En nueve capítulos densos y documentados se desgrana la temática. Es preciso tener valentía para navegar por estas páginas ricas de contenido erudito y de reflexión especulativa. En el primer capítulo (pp.5-29), el autor prepara el terreno hablando de las bases epistemológicas como la estructura y la finalidad de la Summa, la cuestión de Sacra Doctrina, al fe y la filosofía y un estudio preliminar la segunda pregunta de la primera parte. Bien podía haberse enriquecido más este capítulo con un estudio histórico más detenido con un análisis filológico, puesto que santo Tomás no dice ‘Dios existe’ sino ‘Dios es’.
El segundo capítulo es un repaso de la noción aristotélica de las cuatro causas y la noción de ‘esse’ que bien podría haberse enriquecido con un análisis lingüístico-ontológico teniendo en cuenta no solo la herencia peripatética sino también bíblica y neoplatónica, con intermedios árabes y judíos (pp.30-54). La cuestión formulada primero por Leibniz y luego hecha notoria por Heidegger acerca del ser en lugar de la nada, con un diálogo con Hume (pp.55-75) me parece algo fuera de lo que estrictamente cabe dentro del planteamiento tomista, pues el Doctor Angélico parte de la abundancia ontológica, causada por Dios, de la que el hombre participa. Aquí podía entrar muy bien la noción de la analogía y del desarrollo lingüístico y conceptual desde la proporcionalidad hasta la participación (pp.55-80).
Las cinco vías, que ocupan el corazón o centro de la exposición ocupan los capítulos 4, 5, 6, 7 y 8), se caracterizan con un diálogo con las ciencias empíricas, sobre todo a la luz de aquellos comentarios beneméritos en lengua inglesa hecha por Thomas Gilby O.P. Bien podía haberse enriquecido esta discusión, que es un tema en constante ebullición, con los estudios de la denominada Escuela de River Side (antiguamente en Illinois) y los estudios del eminente James Weisheipl quien, amén de escribir una formidable biografía del Aquinate, se dedicó a estudios históricos innovadores y revolucionarios en la ciencia medieval, particularmente centrándose en la figura de san Alberto Magno.

El capítulo final (pp. 213 ss.), además de resumir los argumentos cuya finalidad es dar el fondo epistemológico para el lector contemporáneo (p. 213), demuestra que todo lo anteriormente expuesto sigue siendo una cuestión abierta. A mi juicio, el mérito de esta sinfonía que culmina en este último capítulo es la noción de la progresión inherente en el desarrollo del planteamiento tomista y que ciertamente hay un desarrollo, más bien un crescendo, por así decirlo, en los caminos (otra vez mi preferencia por este término puesto que santo Tomás si bien es también apologeta propone vías y no argumentos o demostraciones si bien su exposición puede interpretarse desde este prisma).
A mi modo de ver, sigue la cuestión del ‘salto ontológico’si eso que llamamos Dios (p.210), es en realidad el Dios Personal del teísmo o más bien el Dios Aristotélico. Quizá dicho salto podría subsanarse mediante una exploración desde la causalidad del hombre ‘sentiente’, en expresión de Zubiri, quien percibe, siente, experimenta esta cadena de la causalidad en lo concreto. También, a esta luz, podría encontrarse alguna ‘ayuda’ de la noción bonaventuriana, desde una inspiración netamente agustiniana, de ‘vestigios’ para comprender tanto el sentido de la vía mental hacia Dios como la experiencialidad de este mismo Dios desde una cadena experiencial de la casualidad. Seguramente en futuros estudios todo esto podría explorarse.
En la quinta vía, el Aquinate demuestra que este principio o causa no causada, que también es causa final o meta, tiene una ‘mente’ (p.210) o posee inteligencia. Puesto que la tercera vía es como un cruce o intersección, ya que la jerarquía de los seres es la característica ontológica de la pluralidad de los entes (p.216), puede inferirse que se puede llegar a la raíz, esto es, al origen de la causalidad desde esta escala, desde la clave la participación. Este planteamiento pone en evidencia que por medio de esta misma escala que es en realidad camino espiritual o vivencial más que argumento lógico. De ahí puede unirse lo lógico y lo ontológico yendo más allá de esta conceptualización especulativa en orden a llegar a algo vivencial. Todo ello refleja el plan interno de la Summa, tal como lo ha presentado el P. Chenu (exitus-reditus) si bien esta tesis ha sido muy criticada desde otros planos de lectura, igualmente válidos.
De todas formas, las cuestiones siguen abiertas.Este libro benemérito es testimonio fehaciente de que las mismas siguen siendo vigentes empezando en los foros filosóficos de hoy, que han naufragado tras los pragmatismos, antifundacionalismos y subjetivismos, con un lenguaje analítico y positivista, y que por fin han explicitado su búsqueda anhelada de la trascendencia en lo vivencial.

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