Una mirada desde los documentos del papa Francisco Etnocidio Yanomami y Ecocidio Amazónico

Yanomami
Yanomami

Un etnocidio incalificable, un genocidio herodiano, un ecocidio amazónico inmenso y a una aporofobia mortal, inmoral e insensible

Documentos importantes promovidos por el papa Francisco y que, se debieron haberse tomado seriamente por niveles de decisión político y económico para evitar este desastre

Es tiempo de llorar con los que lloran, gritar la indignación del ensordecedor silencio complice y visualizar el horror evitable que causan los que se ocultaron atrás de intereses inconfesables

Brasil, Latinoamérica, y el mundo todo está conociendo con horror, indignación y estupor la situación de desolación y muerte en el pueblo amazónico yanomami. Esa población altamente vulnerable del Brasil profundo está llorando casi seiscientos niños muertos a causa de enfermedades ya extinguidas en otras partes del planeta, situaciones sanitarias generales deplorables, desnutrición en todas las edades, y los efectos mortales más atroces producto del extractivismo descontrolado.

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Estas situaciones fueron advertidas durante los últimos años por la iglesia, organizaciones humanitarias, movimientos indigenistas y no fueron escuchadas o fueron acalladas. Gracias a ellos, ahora denunciantes desgarrados, la prensa mundial se ha volcado, ante tanta evidencia, a visualizar los invisibles de siempre y a dar voz a los silenciados de siglos. Pero el tiempo no puede volverse atrás. Se ha dejado lugar a un etnocidio incalificable, un genocidio herodiano, un ecocidio amazónico inmenso y a una aporofobia mortal, inmoral e insensible.

A todas las voces proféticas y valientes, deseo agregar algunas que formaron parte de documentos importantes promovidos por el papa Francisco y que, se debieron haberse tomado seriamente por niveles de decisión político y económico para evitar este desastre. 

Ya en el documento concluyente del Sínodo de la Amazonía se daba cuenta de esta dramática problemática: “Una de las causas principales de la destrucción en la Amazonía es el extractivismo predatorio que responde a la lógica de la avaricia, propia del paradigma tecnocrático dominante (LS 101). Ante la situación apremiante del planeta y de la Amazonía, la ecología integral no es un camino más que la Iglesia puede elegir de cara al futuro en este territorio, es el único camino posible, pues no hay otra senda viable para salvar la región. La depredación del territorio viene acompañada del derramamiento de sangre inocente y de la criminalización de los defensores de la Amazonía”.[1]

Querida Amazônia

En la Exhortación Apostólica post sinodal, el papa Bergoglio, hacía referencia a los efectos en el ecosistema integral de las prácticas extractivistas. No es suficiente prestar atención al cuidado de las especies más visibles en riesgo de extinción. Es crucial tener en cuenta que en «el buen funcionamiento de los ecosistemas también son necesarios los hongos, las algas, los gusanos, los insectos, los reptiles y la innumerable variedad de microorganismos. Algunas especies poco numerosas, que suelen pasardesapercibidas, juegan un rol crítico fundamental para estabilizar el equilibrio de un lugar». Esto fácilmente es ignorado en la evaluación del impacto ambiental de los proyectos económicos de industrias extractivas, energéticas, madereras y otras que destruyen y contaminan. Por otra parte, el agua, que abunda en la Amazonia, es un bien esencial para la sobrevivencia humana, pero las fuentes de contaminación son cada vez mayores”[2]

Solo unas líneas antes, y en el mismo documento, y trazando un equilibro planterio entre el bioma Congo y del Borneo, vuelve a advertir sobre enfermedades evitables simplemente con el respeto del ecosistema natural. “Cuando se elimina la selva, esta no es reemplazada, porque queda un terreno con pocos nutrientes que se convierte en territorio desértico o pobre en vegetación. Esto es grave, porque en las entrañas de la selva amazónica subsisten innumerables recursos que podrían ser indispensables para la curación de enfermedades. Sus peces, frutas y otros dones desbordantes enriquecen la alimentación humana. Además, en un ecosistema como el amazónico, la importancia de cada parte en el cuidado del todo se vuelve ineludible. Las tierras bajas y la vegetación marina también necesitan ser fertilizadas por lo que arrastra el Amazonas. El grito de la Amazonia alcanza a todos porque la «conquista y explotación de los recursos […] amenaza hoy la misma capacidad de acogida del medioambiente: el ambiente como “recurso” pone en peligro el ambiente como “casa”»[60]. El interés de unas pocas empresas poderosas no debería estar por encima del bien de la Amazonia y de la humanidad entera”.[3]

Finalmente, y podrían citarse otros textos de la misma Exhortación , la responsabilidad gubernamental fue advertida dramáticamente por el Francisco “Es verdad que, además de los intereses económicos de empresarios y políticos locales, están también «los enormes intereses económicos internacionales»[. La solución no está, entonces, en una “internacionalización” de la Amazonia[64], pero se vuelve más grave la responsabilidad de los gobiernos nacionales. Por esta misma razón «es loable la tarea de organismos internacionales y de organizaciones de la sociedad civil que sensibilizan a las poblaciones y cooperan críticamente, también utilizando legítimos mecanismos de presión, para que cada gobierno cumpla con su propio e indelegable deber de preservar el ambiente y los recursos naturales de su país, sin venderse a intereses espurios locales o internacionales”[4]

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De inevitable cita base, precedente y profética es la Laudato Si. En ese docuemnto ecuménico el Papa Francisco había advertido, entre otros conceptos similares que Un problema particularmente serio es el de la calidad del agua disponible para los pobres, que provoca muchas muertes todos los días. Entre los pobres son frecuentes enfermedades relacionadas con el agua, incluidas las causadas por microorganismos y por sustancias químicas. La diarrea y el cólera, que se relacionan con servicios higiénicos y provisión de agua inadecuados, son un factor significativo de sufrimiento y de mortalidad infantil. Las aguas subterráneas en muchos lugares están amenazadas por la contaminación que producen algunas actividades extractivas, agrícolas e industriales, sobre todo en países donde no hay una reglamentación y controles suficientes. No pensemos solamente en los vertidos de las fábricas. Los detergentes y productos químicos que utiliza la población en muchos lugares del mundo siguen derramándose en ríos, lagos y mares”. [5]

Es tiempo de llorar con los que lloran, gritar la indignación del ensordecedor silencio complice y visualizar el horror evitable que causan los que se ocultaron atrás de intereses inconfesables. Pero también es hora de que, con humilad y seriedad, se relean estos y otros documentos pontificios. Para que no haya mas yanomami, para que nunca más tengamos que lamentar tanto horror que nos aveguenza como humanidad y hace sangrar el corazón del Señor.  Lloremos orando kirie eleison “Señor, ten piedad”  y tengamos el coraje de practicar activamente la bienaventuranza de los que tienen hambre y sed de justicia (Mat, 5,7) para nuestros hermanos yanomami de la amazonía y de cualquier parte del planeta.

[1] Documento final Sínodo Amazonía Cap.IV #66

[2] Exhortación Apostólica Postsinodal Querida Amazonia #49

[3] Exhortación Apostólica Postsinodal Querida Amazonia #48

[4] Exhortación Apostólica Postsinodal Querida Amazonia #50

[5] Carta Encíclica Laudito Si, Capítulo I – Ap. #29

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