En el último briefing del Sínodo los periodistas aplauden el valiente testimonio de sor Inés Arango Mujeres, ecología integral y pueblos indígenas se imponen como elementos clave del Sínodo

Inés Zambrano
Inés Zambrano

Un Sínodo que definitivamente no es un paréntesis y sí el inicio de una forma de ser Iglesia en la Amazonía y, quien sabe, en tantos otros lugares del planeta

“El Sínodo se vivió en ambiente de familia, fuimos todos y todas escuchados

El Papa Francisco destaca por su humildad y sencillez, definiéndole como “alguien que tiene a Dios y lo da”

“Si todos viviesen como nosotros en Europa, este planeta no existiría”

Las comunidades amazónicas están viendo el Sínodo “como un modo de hacerse visibles en el corazón de la Iglesia”

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Definitivamente este es el Sínodo de las mujeres y de la ecología integral, del cuidado de la Casa Común, a lo que en este último briefing del Sínodo para la Amazonía se ha unido la cuestión ecuménica, ha sido el único día en que ha estado presente uno de los delegados fraternos, el pastor luterano Nicolau Nascimento de Paiva, y donde no puede faltar el protagonismo de los pueblos indígenas.

Decimos que es el último briefing, pero no es el final de un proceso que definitivamente se va a perpetuar en el tiempo y hacerlo de forma institucional, pues hoy serán elegidos 13 obispos que van a formar parte del llamado consejo postsinodal, del que también harán parte otros miembros designados por el Papa Francisco. Este es un impulso a más para un Sínodo que definitivamente no es un paréntesis y sí el inicio de una forma de ser Iglesia en la Amazonía y, quien sabe, en tantos otros lugares del planeta.

La fuerza e importancia de las mujeres en el Sínodo para la Amazonía se ha hecho presente en las palabras de la superiora de las Lauritas, Inés Zambrano, una de las congregaciones que en sus 105 años de existencia mejor ha encarnado lo que hoy se quiere denominar como una Iglesia con rostro amazónico. En su intervención, que por primera vez en estas tres semanas ha sido respondida con una sentida salva de palmas por los periodistas, ha comenzado agradeciendo a “tanta gente que le puso corazón en la preparación del Sínodo”.

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La religiosa ha insistido en que “el Sínodo se vivió en ambiente de familia, fuimos todos y todas escuchados”, lo que se puede considerar como un elemento significativo de ese nueva forma de estructura eclesial que el Papa Francisco propone para toda la Iglesia. El Sínodo ha sido un momento de “escucha permanente de la voz de la Amazonía, de los pueblos y de la Madre Tierra”, enfatizaba la superiora general, que destacaba el ambiente testimonial, un testimonio que se dejó ver en primer lugar en el Papa Francisco, en su humildad y sencillez, definiéndole como “alguien que tiene a Dios y lo da”, que no tiene problema en dejarse bendecir por dos indígenas, algo no revelado hasta ahora, y que fue llevado a cabo por Yesica Patiachi y César Licuy.

Inés Zambrano ha querido destacar algo que, sin formar parte del programa oficial del Sínodo, sí que considera importante, el Pacto de las Catacumbas, que renueva el compromiso con los pobres y asume un nuevo compromiso con los pueblos originarios y la Casa Común. Al mismo tiempo afirmaba con vehemencia que “como mujeres vivimos con pasión este Sínodo”, algo que le han manifestado en una carta que las mujeres entregaron al Papa Francisco, dato que tampoco se conocía. Pero ella piensa en el futuro y se lleva de vuelta un desafío, “construir una Iglesia con rostro amazónico”, una idea ya expresada, con otras palabras, por Juan Pablo II en su viaje a Ecuador en 1984.

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Para eso es necesario seguir viviendo y transmitiendo el Evangelio en los ritos, cosmovisiones y espiritualidades indígenas, lo que exige aprender las lenguas, un elemento decisivo para entrar en la vida de los pueblos, entenderla y no satanizarla, como muchos se empeñan en hacer, inclusive en este Sínodo. Lo fundamental, según la religiosa, es que no vamos a trabajar solos y sí en alianza con los pueblos, en una tentativa común de hacer realidad el sumak kausay. En eso, la vida religiosa quiere tener un papel decisivo, a través de la cercanía, itinerancia e intercongregacionalidad, siempre con un corazón amazónico e indígena.

Ese protagonismo femenino en la Iglesia de la Amazonía es evidente, como confirmaba Monseñor Evaristo Spengler, señalando que el 60% de las comunidades amazónicas están coordinadas por mujeres, lo que demanda un ministerio reconocido para las mujeres, que inclusive se podría concretar en el diaconado femenino, lo que fue demandado por el 40 % de los que participaron en el proceso de escucha. Eso algo que el Código de Derecho Canónico permite después de la reforma que el Papa Benedicto XVI hizo del canon 1009.

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El Sínodo debe ayudar a entender la realidad de la Iglesia latinoamericana, que supo dar pasos mayores después del Vaticano II, lo que se concretó en las conferencias del episcopado, la última en Aparecida en 2007, resaltado por el Director de Adveniat, Michael Heinz, que insiste en que “en Alemania queremos vivir otro modo de ser Iglesia”, teniendo como referente esta Iglesia y estas propuestas que se han hecho presentes en el Sínodo, que también desafía a los europeos a replantearse su modo de vida, pues desde la ecología integral deben entender que “si todos viviesen como nosotros en Europa, este planeta no existiría”.

Este aspecto de la ecología integral, el cuidado de la Casa Común, de la Amazonía desde una perspectiva de fe, puede ser un buen punto de partida en el avance del trabajo ecuménico, como señalan los otros dos invitados al briefing, el Pastor Nicolau Nascimento de Paiva, que definía al Papa Francisco “como un regalo de la acción del Espíritu Santo para los luteranos” y Monseñor Joaquín Pinzón, quien decía que la Amazonía le robó el corazón y que las comunidades amazónicas están viendo el Sínodo “como un modo de hacerse visibles en el corazón de la Iglesia”, insistiendo en la necesidad de un buen vivir para un buen convivir, que según los indígenas se traduce en el trabajar para que la Amazonía esté sana, se vivan las relaciones fraternas y se reconozca a Dios como quien nos anima a cuidar su obra creadora.

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