33 años de la muerte del obispo capuchino y la religiosa “Si no vamos nosotros, los matan a ellos”, el Vicariato de Aguarico recuerda el martirio de Alejandro Labaka e Inés Arango

Celebración de los 33 años del martirio de Alejandro Labaka e Inés Arango
Celebración de los 33 años del martirio de Alejandro Labaka e Inés Arango

Monseñor Adalberto Jiménez hacía una llamada “al compromiso y la responsabilidad de actuar frente a la desigualdad, la pobreza y la injusticia que también hoy están presentes en nuestra sociedad”

El testimonio misionero de Monseñor Labaka y de la hermana Inés, demanda de la Iglesia en relación con los pueblos indígenas, en la palabras del obispo, “visitarles como hermanos. Es un signo de amor, con un respeto profundo hacia su situación cultural y religiosa. Queremos convivir amistosamente con ellos, (…) bajo la mirada de un Ser Creador que nos ha hecho hermanos”

La Caminata virtual ha sido momento para “seguir caminando juntos con el Sínodo de la Amazonía y el Sínodo del Vicariato impulsados por los sueños del Papa Francisco

Catedral del Vicariato de Aguarico

Dar la vida por los otros, por los pequeños, eso es lo que motivó a Alejandro Labaka e Inés Arango a ir al encuentro de los indígenas amenazados por la expansión de las empresas petroleras en la Amazonía ecuatoriana, pues “Si no vamos nosotros, los matan a ellos”, como el obispo de Aguarico, del que este año se cumple el centenario de su nacimiento en Beizama, Navarra, manifestó 33 años atrás. Su figura fue recordada, como la de muchos otros que dieron la vida por la defensa de la Amazonía y sus pueblos, en el último Sínodo.

Esas palabras resuenan hoy con mucha fuerza en una región amenazada por el extractivismo voraz y por una pandemia que ya ha infectado a 631.650 personas y provocado 18.389 muertes, según datos recogidos por la REPAM. Eso nos tiene que llevar a gritar que “Si no vamos nosotros, si no lo hacemos nosotros, nada va a cambiar”, como afirmaba en su homilía Monseñor Adalberto Jiménez, actual obispo del Vicariato de Aguarico.

El obispo capuchino, en una misa celebrada en la catedral donde reposan los restos de Alejandro e Inés, que ha contado con una amplia participación a través de medios virtuales, hacía una llamada “al compromiso y la responsabilidad de actuar frente a la desigualdad, la pobreza y la injusticia que también hoy están presentes en nuestra sociedad”, en una Amazonía ecuatoriana, “tantas veces depredada, ha soportado las consecuencias de una injusticia histórica que comenzó con la colonización, después fue el desplazamiento de sus tierras y ahora la extracción de sus recursos: petróleo, madera y minería”. Esta realidad histórica y la pandemia actual ha provocado “una sociedad más frágil y vulnerable”.

Celebración del martirio de Alejandro e Inés

En una tierra rica en recursos, “la distribución injusta de los beneficios derivados fundamentalmente del petróleo, provocan una creciente desigualdad y una gran cantidad de personas abocadas a la más absoluta pobreza, privadas de los más elementales derechos: derecho a la vida, a la libertad, a la educación, al trabajo, a la alimentación, a la sanidad y la salud”, ha denunciado Monseñor Adalberto, que ve necesario “seguir luchando por un mundo en el que a nadie se le nieguen los derechos fundamentales”.

Las consecuencias de la explotación petrolera, la deforestación, la minería ilegal y el uso indiscriminado de mercurio han causado terribles daños en el medio ambiente de la Amazonía y en la salud de la población, principalmente entre los indígenas, recordaba el obispo capuchino. Eso demanda, en palabras del prelado, “luchar por preservar el medio ambiente, generando conciencia e impulsando acciones y gestos que contribuyan al cuidado de la casa común”. La falta de casi todo, cuando en realidad existen recursos para que nada falte, se debe, en opinión de Monseñor Adalberto a “la corrupción y los intereses privados”, a que todo se queda en palabras y promesas, lo que le lleva a exigir “la honestidad de nuestros dirigentes para que cumplan sus promesas, siendo nuestra labor el de ser defensores de la verdad y de la justicia”.

El testimonio misionero de Monseñor Labaka y de la hermana Inés, demanda de la Iglesia en relación con los pueblos indígenas, en la palabras del obispo, “visitarles como hermanos. Es un signo de amor, con un respeto profundo hacia su situación cultural y religiosa. Queremos convivir amistosamente con ellos, (…) bajo la mirada de un Ser Creador que nos ha hecho hermanos”. También es un desafio a no ser indiferentes al dolor, especialmente presente en este tiempo de pandemia, que demanda “nuevas formas de estar cerca de quienes sufren, de acompañar a quienes están en duelo, de paliar la soledad, de transmitir cercanía y consuelo”, pues el ejemplo de vida de Alejandro e Inés, “es una invitación a dejarnos hacer y renovar por Cristo, a dejarnos guiar por su manera de acercarse a las personas”, a un nuevo compromiso para defender la vida, para acercarnos a los más necesitados.

Caminata Virtual

La misa con que se iniciaba este 21 de julio ha sido un acto más de los muchos celebrados desde el día 9 de julio, que han tenido como lema “Con Alejandro e Inés a defender la vida”. En este tiempo se ha realizado la 14ª Caminata virtual que a lo largo de 12 días recorre la distancia entre Quito y Coca. Este año, con la participación diaria de cientos de personas, ha sido un tiempo de reflexión, oración, conciertos, testimonios misioneros, de defensa de la Amazonía y del cuidado de la casa común, que el día 20 tenía como momento importante una Vigilia de la Luz.

En un mensaje del Vicariato de Aguarico, se señala que estos días “hemos reflexionado varios temas que nos presentan la realidad -más dolorosa que feliz- de nuestra “Querida Amazonía”, a causa del egoísmo y la ambición desmedida de quienes no respetan a los pueblos indígenas y campesinos y ven a la Sacha Mama como un lugar para explotar y depredar”. Ante una realidad que nos golpea, como recoge el mensaje, que cita la pandemia, los mecheros de la muerte, un virulento rebrote de dengue, las inundaciones en algunas comunidades, las pobreza y miseria en muchas casas y un largo etcétera de injusticias contra los más pobres, se presenta la Caminata virtual como momento para “seguir caminando juntos con el Sínodo de la Amazonía y el Sínodo del Vicariato impulsados por los sueños del Papa Francisco”.

El Vicariato de Aguarico, en una actitud profética, hace una lectura de la realidad, en la que denuncia una creciente desigualdad y una gran cantidad de personas abocadas a la más absoluta pobreza, los terribles daños en el medio ambiente de la Amazonía de las actividades extractivas, la corrupción y los intereses privados frente a la preocupación por el bien común, la invisibilidad de los pueblos indígenas, el sufrimiento de los más pobres en este tiempo de pandemia. Eso ha llevado a pedir seguir luchando por un mundo en el que a nadie se le nieguen los derechos fundamentales y por preservar el medio ambiente, a alentar la honestidad de nuestros dirigentes para que cumplan sus promesas, a ejercer la “Denuncia Ambiental”, a buscar nuevas formas de estar cerca de quienes sufren, a comprometer a los líderes sociales y religiosos en el conocimiento crítico de la realidad, el cuidado de la casa común y la defensa de la vida de los pueblos y culturas, a actuar como ciudadanos y creyentes en el Dios de la vida.

El ejemplo de vida y entrega de Alejandro Labaka e Inés Arango, anunciando el Evangelio a los más pobres, que ha marcado profundamente la vida del Vicariato de Aguarico durante más de tres décadas, supone un compromiso para quienes hoy caminan en este rincón de la Amazonía ecuatoriana, a quienes les lleva a asumir que “nos comprometemos hoy a hacer de los pueblos más pobres, explotados y marginados la opción fundamental de nuestra entrega”. Todo esto en una Amazonía por la que dicen caminar solidariamente.

Labaka

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