Buenos y malos pastores

Yo soy el Buen Pastor
El salmo 22, El Señor es mi pastor, es un canto bíblico de una confianza inquebrantable en la bondad de este Señor que camina a nuestro lado.
Hay varios textos en la Biblia que nos hablan de pastores, uno de ellos va dirigido a los malos pastores. El profeta Ezequiel habla de ellos con dureza: “¡Ay de los pastores de Israel, que se cuidan a sí mismos! Lo que deben cuidar los pastores es el rebaño” (Ez 34,1-2). El profeta continua, éstos no buscan la oveja descarriada ni cuidan las enfermas, ni vendan las que tienen una pata rota. Se alimentan de su leche, y las tratan con dureza y crueldad. De este modo las ovejas se dispersaron y mis ovejas se quedaron sin pastor.

Jesús por el contrario se presenta como el buen pastor: “Yo soy el buen pastor. Como mi Padre me conoce…así conozco mis ovejas y ellas me conocen a mí. Y abra un solo rebaño y un solo pastor” (Crf Jn 10, 15 ss). Diferencia abismal entre la profecía de Ezequiel y el texto del evangelio de San Juan.

Y no pensemos que las palabras de la Sagrada Escritura van sólo dirigidas a los que generalmente entendemos por pastores. Todos en nuestra vida estamos requeridos a ser buenos pastores de los que viven a nuestro lado, con los que tenemos alguna relación, vecinos, compañeros de trabajo, etc. No podemos hacer como Caín que se escuda diciendo que él no es el guardián de su hermano.

Caminemos juntos como el buen pastor, sepamos ser luz en los momentos de oscuridad de los otros, un apoyo, un consuelo. Texto: Hna. María Nuria Gaza.
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