“Caminante no hay camino…”. Preocupados por nuestras “medidas”

Camino
Caminar... ir descubriendo nuestra propia vida... poco a poco, paso a paso, así vamos además, construyéndola, poniendo pequeños peldaños, regalándonos momentos de experiencia que serán los que nos den el resultado de lo que hoy somos pero también, de lo que mañana cambiaremos porque sin duda, al crecimiento también podemos llamarlo cambio.

La lectura del Evangelio de hoy me ha llevado a pensar, precisamente, en unos versos del poema de Antonio Machado:

“Caminante, son tus huellas
el camino y nada más;
Caminante, no hay camino,
se hace camino al andar.
Al andar se hace el camino,
y al volver la vista atrás
se ve la senda que nunca
se ha de volver a pisar.
Caminante no hay camino
sino estelas en la mar”.


Y he pensado en ello porque el camino es personal, porque hemos de hacerlo nosotros y esa experiencia de la que hablaba hace un momento es la que procura que sean mis huellas las protagonistas, las que me enseñen el camino recorrido y el que me queda aún por andar. No existe un camino marcado, existe el camino personal, el que cada uno se hace es el que le ayudará a vivir.

Y… ¿por qué hablamos de camino? Tal vez porque forma parte de nuestra misma persona, nuestras ilusiones, proyectos, sueños… y también de nuestro esfuerzo. La Palabra de Dios nos habla del camino que recorrían los discípulos de Emaús. Ese camino no está lejos del nuestro, ellos avanzaban por él comentando que Jesús tenía que haber resucitado pero… no había sucedido. De alguna forma iban “desencantados”, como muchas veces vamos también nosotros, desencantados de la vida, pero… lo que sí es cierto es que las cosas tienen su momento y no son o suceden cuando nosotros queremos, sino cuando es el momento oportuno.

Estamos tan preocupados por nuestras “medidas”… que cuando realmente tenemos delante lo que añoramos y esperamos no somos capaces de verlo, al igual que los discípulos con la presencia de Jesús. Aunque siempre queda la esperanza, no todo está perdido porque también fueron ellos, los discípulos, que reconocieron a Jesús al partir el pan. Por lo tanto, nosotros también tenemos la posibilidad, hemos de apreciarla, valorarla, porque son muchos los momentos en los que podemos ver la acción de Dios en nuestra vida.Texto: Hna. Conchi García.
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