Cuenta hasta tres

En momentos así, se puede comprobar el aguante de las personas, es decir, la paciencia y hasta la humildad del ser humano. Recuerdo, cuando era pequeña, que siempre me decían que cuando sintiese que ya no podía más... contase hasta tres; éste era un método para buscar la tranquilidad en ese momento; el contar me ayudaba a ser consciente de que yo no podía convertirme en una de esas personas que creen que todo se les da por derecho. Me enseñaba que en la vida todo hay que hacerlo sin prisas, pensando mucho el paso a realizar, sopesando los pros y contras de la situación; y que escogiese lo que escogiese no tenía que ser lo mejor para todo el mundo porque cada persona es distinta y no todos necesitamos las mismas cosas. Parece algo muy simple, pero era una manera de decirme a mí misma: cálmate y reflexiona antes de actuar.
Momentos de estos suelen ocurrir durante toda la vida, y aunque no todos tenemos esas mismas necesidades sí que hay algo en lo que coincidimos: en que todo el mundo se merece un respeto; y todo ello, sin entrar en la comprensión o en el cariño que humanamente “pedimos”.
A veces he encontrado aquellos que luchan y se desviven por procurar un futuro mejor al pobre y desvalido, a los olvidados de la sociedad, a todos aquellos en los que nadie piensa... es decir, a los que se hacen pobres con los pobres, como en muchas ocasiones he oído. También se puede encontrar a los que desde otro lugar luchan por un mundo más justo, intentan sacar hacia adelante esos mismos problemas pero desde otro punto de vista u otra forma de hacer. Podemos encontrar... miles de casos o modos, tantos como personas hay en el mundo. Todos ellos son de admirar y por supuesto, creo que no hay nadie que no sea capaz de alegrarse de algo así, ya que en un trabajo cada uno pone su granito de arena.
Lo que encuentro injusto, y os lo comparto porque lo he vivido en estos días, es que no podemos pensar que nuestro trabajo es único o es el mejor. Es decir, el que se compromete en y por algo es porque se siente llamado a eso y no se puede exigir lo mismo a los demás, ya que no todos somos capaces de hacer todo, y mientras uno se puede dedicar a una misión concreta tal vez se deba a que hay otra persona que hace un trabajo distinto, y sin ello no sería posible.
En este mundo nadie somos “los reyes de la fiesta”, porque nuestra vida está únicamente puesta en manos de Dios, y es por Él que desgastamos nuestra vida, porque hemos recibido todo de Él para esa misión encomendada.
La crítica ha de servir para mejorar y cambiar lo que no funciona, pero no para destruir y hacer daño a un sector u otro solamente porque a mí no me guste o no comparta una idea. Tal vez, en este momento no diga: “cuenta hasta tres”, pero sí estoy convencida de que hemos de ser suficientemente adultos y responsables de lo que Dios ha puesto a nuestra manos.Texto: Hna. Conchi García.