Emaús

¡Es verdad, el Señor ha resucitado! El pasaje evangélico de los discípulos de Emaús (Lc 24, 13-35) es uno de mis preferidos y hace poco, precisamente me regalaron un cuadro que representa Emaús. Una mirada al cuadro, a través de la lectura bíblica me lleva a contemplar el rumbo de estos caminantes y adentrarme en el mío.
El evangelio nos muestra cómo el encuentro con Jesús tiene sus etapas, camina con nosotros y no lo reconocemos pero si se produce el encuentro con Él, tienes experiencia de que te arde el corazón. Estos dos discípulos llevan una dirección, van hacia Emaús pero van tristes y experimentan un cambio en el camino que les devolverá la alegría.
Jesús es caminante en nuestras vidas, se nos acerca y está cerca de nosotros como lo hizo con ellos pero no lo reconocen ¡cuántas veces se nos nubla la vista ante Él! Cuando tenemos los ojos nublados, la tristeza habita en nosotros. A veces, nosotros también esperamos de Dios y no llega lo que deseamos “hace ya tres días”; “nosotros esperábamos”, etc.…, continuamos sin ver.
Proclamemos el ¡Quédate con nosotros, Jesús! Y hagámoslo incluso si hay nubes porque llegará una luz que creará algo nuevo ¡El resucitado está presente! Y lo está de manera personal, cuando entramos en intimidad con El, deseemos ese encuentro íntimo a través de la oración. Descubramos también que lo está comunitariamente cada vez que nos parte el pan y nos lo da ante nuestros ojos. Sí, en la Eucaristía nos da el pan de la Palabra y el pan de su cuerpo y de su sangre, donación de vida.
Lo reconocen al partir el pan, recuperan la vista del corazón. Es entonces cuando reconocemos que en el encuentro con el Señor nos arde el corazón. Ya no son ellos los que deciden la dirección del camino porque no van solos ni siquiera van dos porque hay presencia viva del resucitado y eso nos hace cambiar de rumbo con alegría.
Vayamos también nosotros a proclamad lo que experimentamos en el encuentro con el Señor, lo que nos mueve y nos alimenta cada día.
¡Señor, haz de nosotros tus discípulos, se nuestro compañero de camino. Haz que arda nuestro corazón como les sucedió a los caminantes de Emaús y nos pongamos en camino contigo! Texto: Hna. Ana Isabel Pérez.