Muros

En algunos casos nos encontramos con personas encerradas en si mismas que se hacen impenetrables. Es muy difícil tener una relación distendida y amical con ellas, se antepone un muro que no nos deja penetrar en su intimidad. Y lo más triste es que en muchos casos estas personas para defenderse de cualquier relación con el otro, construyen cada vez murallas más altas hasta quedarse encerradas en un tremendo aislamiento.
Cierto que cuando nos encontramos ante lo desconocido tendemos a defendernos. Ya no disponemos como los animales primitivos de fuertes caparazones, poderosos instrumentos de defensa, pero nuestro sistema nervioso es capaz de crear otro tipo de defensas. Hay personas me hacen pensar en el erizo, cuando se encuentran en peligro sacan sus púas. Permanecen a la defensiva, no quieren relacionarse con lo desconocido.
De este modo, ¿cómo se puede llegar a una relación personal con estas personas, cómo ayudarlas a salir de ellas mismas? ¿Será trepando por el muro que han construido ante nosotros? No, esto empeoraría la situación. Sólo el respeto, la paciencia, el cariño, sin dejarnos impresionar por los mutismos permitirán que se derrumben las murallas. Y sobre todo pedirle mucho al Señor que las saque de este encierro dañino. Hay que saber esperar y confiar en Aquél que todo lo puede. Texto: Hna. María Nuria Gaza.