Parar y coger impulso
Cada momento que se vive es especial, es importante y marca la vida porque es algo tuyo y único que estás viviendo y experimentando en tu persona. Ya puede ser una alegría como una pena, una sorpresa o un desgarro... porque el sentimiento, de uno u otro tipo, sin duda se vive.
Cuando las cosas van bien casi ni nos damos cuenta de que suceden porque todo entra dentro de nuestros planes, pero al tropezar con una realidad que no contábamos... paramos para ser conscientes de aquello que nos ocurre.
Parar, aterrizar en nuestra vida no es más que aprovechar a tope lo que tenemos, lo que se nos presenta día a día, parar, por un momento, es coger más impulso, con más fuerza y energía porque lo que se hace será, desde la conciencia del querer.
Apreciar lo que ya tenemos es un regalo, y aprovechar cada momento como único en nuestra vida es una gracia. Recuerdo una historia que me contaron y que me ayudó a ver que en mi vida, la respuesta la he de dar yo y que hemos de vivir siempre sin perder la sonrisa. Ésta decía, que un hombre siempre se quejaba de la cruz que le tocaba llevar, de esa cruz tan pesada que el Señor le había dado... por ello, se le acercó Jesús y le dijo que entre todas las cruces que había, escogiese una, la que él quisiese. El buen hombre primero quedó un poco avergonzado pero después, se puso a buscar. Pensó que una grande no la quería ya que tenía bastante con lo que le había tocado, escoger una pequeña le daba vergüenza porque ¡qué diría!, hasta que al final, después de dar muchas vueltas eligió una. Jesús le dijo que después de la elección tenía que saber que esa cruz, la que él había escogido, era la que en un principio había dejado a un lado.
Esta historia, ciertamente, refleja que en muchas ocasiones nos quejamos de todo, y nos vemos hasta sin fuerzas para continuar en el camino donde nos hallamos, pero una vez más comprobamos que ese camino es nuestro, que es el que tenemos que andar y que por supuesto, sin estamos en él es porque podemos y somos capaces de recorrerlo. No se nos pide más de lo que podemos dar, y si en algún momento creemos que ya no podemos... que se nos acaban las fuerzas y que dar un paso más es un desgarro de dolor... aquí, en este preciso instante, es cuando aparece Dios para llevarnos entre sus manos.
Parar y apreciar, es ¡cómo no! mirarnos por dentro y analizar para descubrir que Dios confía en nuestra persona y que somos capaces de lograrlo con su ayuda.
Que sepamos descubrir todo lo bonito que llevamos dentro, y que de vez en cuando, en medio de las prisas, nos paremos un poquito para poder coger impulso. Texto: Hna. Conchi García.
Cuando las cosas van bien casi ni nos damos cuenta de que suceden porque todo entra dentro de nuestros planes, pero al tropezar con una realidad que no contábamos... paramos para ser conscientes de aquello que nos ocurre.
Parar, aterrizar en nuestra vida no es más que aprovechar a tope lo que tenemos, lo que se nos presenta día a día, parar, por un momento, es coger más impulso, con más fuerza y energía porque lo que se hace será, desde la conciencia del querer.
Apreciar lo que ya tenemos es un regalo, y aprovechar cada momento como único en nuestra vida es una gracia. Recuerdo una historia que me contaron y que me ayudó a ver que en mi vida, la respuesta la he de dar yo y que hemos de vivir siempre sin perder la sonrisa. Ésta decía, que un hombre siempre se quejaba de la cruz que le tocaba llevar, de esa cruz tan pesada que el Señor le había dado... por ello, se le acercó Jesús y le dijo que entre todas las cruces que había, escogiese una, la que él quisiese. El buen hombre primero quedó un poco avergonzado pero después, se puso a buscar. Pensó que una grande no la quería ya que tenía bastante con lo que le había tocado, escoger una pequeña le daba vergüenza porque ¡qué diría!, hasta que al final, después de dar muchas vueltas eligió una. Jesús le dijo que después de la elección tenía que saber que esa cruz, la que él había escogido, era la que en un principio había dejado a un lado.
Esta historia, ciertamente, refleja que en muchas ocasiones nos quejamos de todo, y nos vemos hasta sin fuerzas para continuar en el camino donde nos hallamos, pero una vez más comprobamos que ese camino es nuestro, que es el que tenemos que andar y que por supuesto, sin estamos en él es porque podemos y somos capaces de recorrerlo. No se nos pide más de lo que podemos dar, y si en algún momento creemos que ya no podemos... que se nos acaban las fuerzas y que dar un paso más es un desgarro de dolor... aquí, en este preciso instante, es cuando aparece Dios para llevarnos entre sus manos.
Parar y apreciar, es ¡cómo no! mirarnos por dentro y analizar para descubrir que Dios confía en nuestra persona y que somos capaces de lograrlo con su ayuda.
Que sepamos descubrir todo lo bonito que llevamos dentro, y que de vez en cuando, en medio de las prisas, nos paremos un poquito para poder coger impulso. Texto: Hna. Conchi García.