Príncipe resplandeciente

Con el tiempo y cuando ya no había reyes en Israel se pasó de la idea de realeza a la de Mesías, el Ungido de Dios y así ven a Jesús algunas personas que aparecen en los evangelios: “Tú eres el Ungido de Dios”.
La Iglesia pone este salmo en boca de sus fieles cada domingo en las II vísperas, durante toda la semana de Pascua y todos los días que siguen Navidad excepto el día de la fiesta de la Sagrada Familia y la solemnidad de Santa María Madre de Dios, el primero de enero. Este texto es el más citado del Antiguo Testamento en el Nuevo.
En el rito de entronización del nuevo rey, en Israel, un profeta auguraba promesas al mismo y “podía imponerle varios nombres simbólicos. “Vestigio de este rito es el famoso oráculo adoptado en nuestra liturgia navideña”, comenta el monje benedictino Hilari Raguer: “Una criatura nos ha nacido, un hijo se nos ha dado. Estará el señorío sobre su hombro y se llamará Maravilla de Consejero, Dios Fuerte, Siempre Padre, Príncipe de la Paz” (Is 9,5).
El salmo en su versículo tercero dice: “Eres príncipe desde el día de tu nacimiento, entre esplendores sagrados”. El texto francés traduce: “Tú eres príncipe resplandeciente de santidad, desde el día de tu nacimiento”. Esta traducción me parece más apropiada pensando en la fiesta de Navidad.
Sí,tú eres Príncipe resplandeciente. En Belén todo era luminoso a pesar del despojo del lugar. El evangelio dice: “En la misma región había unos pastores que vivían al raso y de noche se relevaban para guardar los rebaños. Un ángel del Señor se les presentó y la gloria del Señor los envolvió de luz” (Lc 2, 8-9).
Tú eres príncipe como ningún otro príncipe de sangre azul, príncipe de paz, de justicia, con una mirada hacia los humildes pastores que vinieron junto a tu cuna y al verte se marcharon llenos de alegría, con una predilección por los descarriados, los pobres. Un príncipe humilde, “Aprended de mi que soy manso y humilde de corazón”, y al fin de su vida un príncipe que arriesga su vida por el amor del Reino de su Padre y es condenado a muerte por las autoridades de su pueblo.
Jesús Príncipe de la paz concédenos la gracia de ser sembradores de paz y da la paz a tantos pueblos que sufren los desastres de la guerra.Texto: Hna. María Nuria Gaza.