Velad y orad

Golgota
El evangelio de Lucas cuando narra las tentaciones de Jesús en el desierto termina con estas palabras: “Cuando el diablo no encontró otra forma de poner a prueba a Jesús, se alejó de él por un tiempo” (Lc 4.13).

He aquí que el tiempo propicio para el tentador llegó en Getsemaní, lugar del cumplimiento total e la voluntad de Dios. Jesús siente el peso de todo lo que le viene encima y se aleja de sus apóstoles para orar y les pide que oren y velen con él. Jesús oraba de rodillas diciendo: “Padre si quieres, líbrame de esta copa amarga; pero no se haga mi voluntad, sino la tuya” (Lc 22, 41).Con la sumisión de Jesús a la voluntad del Padre, el diablo tuvo las de perder. Esta sumisión nos impresiona. La hora de Jesús ha llegado, el Hijo del Hombre será librado a los pecadores.

Pero Satanás sí pudo con los apóstoles ya que cuando Jesús se levantó de su oración se fue a encontrarlos “los encontró dormidos, vencidos por la tristeza y les dijo: ¿Por qué dormís? Levantaos y orad, para que no caigáis en tentación” (Lc 22, 45-46). Jesús no les reprocha ni acusa pero les advierte que sin vigilancia y oración es imposible vencer las tentaciones. Nuestro corazón debe estar en alerta porque no podemos contar con nuestras propias fuerzas sino en las que nos vienen del Señor: “Sin mí no podéis nada”, había advertido el Maestro.

Tengamos presente durante estos días santos la ofrenda que Jesús hace de sí mismo al Padre para librarnos de las garras del enemigo. Su muerte ha ganado la reconciliación definitiva del hombre con Dios.Texto: Hna. María Nuria Gaza.
Volver arriba