El optimismo

Optimista
El optimismo que tiñe de color nuestra vida es como una pequeña flor, hermosa y delicada cuya vida y hermosura corre en cualquier momento el riesgo de ser maltratada y de llegar a desaparecer o quedar mustia por el ir y venir de los acontecimientos que llenan nuestro tiempo y que a veces nos llevan a situaciones donde nos parece que el optimismo simplemente no cabe.

El optimismo es una cualidad, una virtud, que como todas las cualidades y virtudes pide ser cuidada, igual como la pequeña flor, que ha de ser protegida para que pueda crecer y conservarse.

El optimista es aquel que sin centrarse en la complicación del hoy, supera las adversidades porque no quiere permanecer en ellas y busca el bien del mañana. Ser optimista no es ser inconsciente ni irresponsable, sino que es intentar mirar más allá de lo pequeño y limitado para ver el verdadero sentido de cada cosa.

Quizás no hallemos motivos para sonreír, quizás no sabemos cómo hacer frente a la situación del hoy concreto, pero si mantenemos nuestro corazón y nuestro pensamiento en el querer de Dios, nos será más fácil reconocer, aun en aquello que no comprendemos, su actuar en bien de los hombres.

Es optimista quien sabe poner su confianza en Dios y confiando en Él espera ver la llegada de la salvación. Por esto el tiempo de Adviento es un tiempo de optimismo, porque el Niño que nacerá va a traernos la salvación al mundo y llenará de alegría la vida de quienes le esperamos. Texto: Hna. Carmen Solé.
Volver arriba