Hoy el Papa se ha hecho filipino, Roma se ha trasladado a Manila El Santo Niño y el Santo Padre Francisco
(Macario Ofilada, Manila).- Sigue la Navidad en Filipinas, pues mientras que el mundo ahora está en el Tiempo Ordinario, los filipinos rematamos nuestra celebración navideña con la Solemnidad del Santo Niño, imagen que simboliza el comienzo de nuestra fe, imagen regalada por Magallanes a la Reina Juana con motivo de su bautismo en 1521.
Y hoy el papa se ha hecho filipino, Roma se ha trasladado a Manila. Que yo sepa, por vez primera, un papa, rodeado de concelebrantes encabezados por los Cardenales Tagle y Rosales de Manila, ha celebrado la misa del Santo Niño, propia de Filipinas por privilegio especial del Vaticano. Y el Santo Niño ha estado presente en el altar papal en Manila, junto con la Virgen de Guía, imagen mariana más antigua de estas islas, descubierta en 1565 por las tropas del Adelantado Legazpi mientras los indígenas la adoraban en un rito pagano. Desde entonces ella se veneró como patrona de Manila.
Con música para la misa más bien para el teatro o para el espectáculo, y no para la sobriedad de la liturgia romana, el ambiente ha sido festivo, pues Filipinas, tierra de lágrimas es ante todo tierra de fiestas en donde lo sagrado se vuelve cotidiano, por no decir profano; en donde la gente sabe reírse de las tragedias para poder sobrevivir y continuar. Y Francisco ha estado celebrando la misa entre estos filipinos, devotos del Santo Niño, amantes de los niños pero que han permitido el abuso de éstos por la droga, por la prostitución, por el crimen y Francisco ha podido verlo todo de cerca, sobre todo en su trato con los streetchildren, los niños expósitos en las calles.
Las lecturas de la Misa fue de la Liturgia de la Misa: Is. 9, 1-6; Ps. 97; Ef. 1, 3-6, 15-8; Mc. 10, 13-16. Lecturas navideñas, pues somos un pueblo navideño que ha de aprenderse a darse de sí mismo y de saber recibir, permitir que nos den (en el sentido bueno de la palabra como nos ha recordado Francisco en el campus de la universidad de los dominicos).

La misa fue en ingles, salvo el Prefacio y la Plegaria Eucarística (Número 3) que fueron en latín. Francisco ha pronunciado una homilía navideña evocando la luz de la que habla el proto Isaías. El Santo Niño es para él luz en la oscuridad, una llamada a difundir la luz de Dios en el mundo. Francisco ha recordado que todos somos hijos de Dios por adopción como había dicho San Pablo. En la carta pseudopaulina a los Ef. Se habla de la adopción en Cristo. Es ésta nuestra identidad, ha subrayado Francisco. Por eso, tenemos que luchar contra las mentiras. Y el diablo es el padre de las mentiras. Y el pecado consiste en olvidar que somos niños, hijos de Dios, desde la imagen del Santo Niño que nos llama a proteger a los más pequeños siendo nosotros mismos pequeños. Jesús se identificó con los vulnerables, siendo un vulnerable cuando tuvo que huir con su familia a Egipto. San José fue su protector. Evocando su primera homilía como papa en la Capilla Sistina en 2014, Francisco nos ha recordado que tenemos que protegernos mutuamente. Jesús fue un niño, necesitado de protección. Asimismo nos hemos de proteger.
Milliones y milliones han asistido a la misa. El presidente y el vicepresidente han estado presentes, junto con sus familiares ahí en la lluvia. Han querido decir con el papa que se identifican con el pueblo empapado por la lluvia. Es ésta la primera vez que los he visto con este gesto. Todo un espectáculo. Normalmente están protegidos por paraguas y guardaespaldas. Pero hoy han hecho un gesto especial para el papa, que ha traído la luz de Cristo que las lluvias y el tifón no han llegado apagar.
Francisco nos ha recordado que Cristo mismo se "mojó" por los hombres, se hizo hombre, se hizo niño. En esta misa, está con el pueblo empapado. Las lluvias han hecho que se haga frío en este país tropical pero no ha logrado apagar el calor del amor del pueblo que seguía gritando: "Papa Francisco! Mahal ka ng Pilipino! ¡Papa Francisco! ¡Te queremos los filipinos!"
Antes de la bendición final, Mons. Socrates Villegas, presidente de la Conferencia Episcopal Filipina, antiguo secretario del Cardenal Sin pronunció algunas palabras infantiles y corny que han resaltado lo típico de los filipinos: sentimentalismo, infantilismo, emocionalismo, populismo pero con un amor sincero llamando al papa "nuestro rayo de luz: our sunshine". De verdad, los filipinos tenemos talento de elevar lo cotidiano, lo cutre en algo bonito por el momento.

Pero fue el discurso del Cardenal Tagle que mereció el aplauso del pueblo cuando saludó y agradeció al papa su presencia en nombre de todos los filipinos y no sólo de la Archidiócesis de Manila. Tagle ha mencionado a los diversos sectores, los marginados: los niños de la calle, los huérfanos, las viudas, los ocupas o squatters, los trabajadores, los enfermos, la gente mayor, las víctimas de la trata, de los abusos, de los no cristianos, etc.
Tagle ha dicho que se va el papa y los filipinos quieren o queremos irnos con él...pero no exactamente a Roma sino a las cárceles, a los lugares pobres, a las periferias, a los hospitales, al mundo de la política, del arte, de las ciencias, de la comunicación social... Tagle ha evocado el texto de Lucas 22, 32 recordando a Francisco que no sólo los filipinos piden por el papa sino que el mismo Jesús pide por el papa, como ha pedido por Pedro a quien mandó que confirmara a sus hermanos en la fe.
Después hubo una ceremonia de luz y de envío de misioneros, pues los filipinos somos misioneros de la luz de Cristo, empezando en Asia. Muchas veces he visto ceremonias parecidas. Muchas veces los filipinos hemos intentado ser mejores y buenos. Muchas veces hemos fracasado y caído. También muchas veces nos hemos levantado. Que sigamos así, levantándonos, evitando las caídas del pasado, aprendiendo de ellas.
Y Francisco, para rematar la misa, bendijo con el cirio encendido. Fue una bendición de luz en medio de la tempestad. Así Francisco se ha despedido del pueblo filipino, dando una bendición con un cirio encendido, dando una bendición de luz en medio de la tempestad, en la intemperie ontológica, rematando su discurso teodiceal comenzado en Tacloban, recalcando su llamada en contra de la corrupción en el Palacio Presidencial y en contra del materialismo clerical en la Catedral Basílica de Manila; subrayando de nuevo su llamada a las familias a seguir soñando como hizo en el Mall of Asia de Pasay; dando gritos de amor para que el silencio solidario hablara como hiciera en el campus universitario de Santo Tomás.
