Acacia Uceta 3. ÁRBOL DE AGUA

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En 1987 publica Acacia Uceta en Adonáis su luminoso poemario “Árbol de agua”. En la solapa de la edición se nos informa: “Árbol de agua configura la carga religiosa del ser en cinco apartados: Amor, Absoluto, Ciencia, Belleza, Encuentro… Cada uno de ellos implica un enfoque de la esencia divina y un modo para que la percibamos a través de la libertad del hombre y del amor hacia todo. Cristo es el eje de esta completa visión que culmina en la mutua presencia de lo trascendente y el individuo deseante.”

Más adelante, se precisa reconocer la calidad de los personalísimos versos de Acacia. Seguimos leyendo la solapa interior: “Se trata, pues, por su planteamiento, desarrollo y conclusión, de una obra singular que se expresa de forma clara, viva, honda y bella. El misterio se nos hace así participable; el hito del sujeto no se borra nunca y es cauce de una mística humanizadora y de una experiencia traspasable que llega a su plenitud como una primaveral ofrenda. Una de nuestras más destacadas poetisas muestra en este libro dimensiones nuevas de la interpretación religiosa del mundo y contribuye a su remoce en la palabra lírica.”

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LLAMABA COMO LLAMA
EL ALBA EN LOS CRISTALES


Al abrir los versos de “Árbol de agua” nos encontramos el primero de los cinco artículos (cinco como los dedos de la mano) que resumen, en definición lírica, el evangelio personal de Acacia: AMOR (no olvidamos el rosario completo de sus cinco misterios: AMOR, ABSOLUTO, CIENCIA, BELLEZA y ENCUENTRO). De golpe, nos sacuden la conciencia versos romanceados, rosa de rumbos de existencial búsqueda: “Del centro del desierto / brotó un árbol de agua. / Una lluvia de hojas / se abatió sobre el páramo / para enjoyar de verde / la calcinada senda, / la perdida esperanza…”

Nos habla el Apóstol Juan, en el capítulo primero de su evangelio: “Pero el Amor y la Fidelidad llegaron por Cristo Jesús. A Dios nadie lo ha visto jamás, el unigénito Hijo, que está en el seno del Padre: él le ha dado a conocer (Juan 1,1-18)”. Así cierra la poetisa madrileña su inicial poema sobre del amor de Dios: “Tu voz desde el silencio / se elevó como un árbol / creando / la primera plegaria / de amor sobre la tierra.” Reproducimos ya la hermosa descripción, muy sintética, de la presencia y obra de Jesús, que ampliará en sucesivos versos. A él se dirigirá, a modo de coloquio o plegaria, a lo largo de todo el poemario.

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EMPEZÓ A ANDAR UN DÍA

Empezó a andar un día
y no regresó nunca.
Cruzó sobre el paisaje
con las manos abiertas:
llevaba en él la casa,
el trino y el racimo.
Llamó a todas las puertas
y no golpeó nunca:
llamaba como llama
el alba en los cristales.
Los que abrieron recuerdan
que se quedó habitando
para siempre en su casa,
mas avanzó incansable
aunque allí se quedara.
Estaba en todas partes
sin ocupar espacio,
bebía de las fuentes
donde todos bebían
y él, que era el agua misma,
hacia el frescor pequeño
agradecido siempre se inclinaba:
canción que no se escucha
y en humildad comparte su pureza.



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ME DEJAS QUE ME ACERQUE AL MISTERIO Y ME SONRÍES

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Dentro de la sección CIENCIA, medita Acacia Uceta, en diálogo con el Tú divino, sobre el misterio del Universo. Sugiere una “cuarta dimensión”. Y refiere al Señor su arrodillado asombro ante la inmensidad de astros, galaxias, ecuaciones, naturaleza infinita… Y así cierra su arrebatado éxtasis: “Siento / que me roza la frente / el soplo de tu gracia creadora.”

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[TRAS VENTANAS ABIERTAS POR LA CIENCIA…]

Tras ventanas abiertas por la ciencia,
contemplo el universo y su misterio.
Un sinfín y hasta dónde,
un por qué y hasta cuándo,
limitan mi razón y su soberbia.
No cabe en la espiral del pensamiento
toda la magnitud de lo creado.
Hay una cuarta dimensión que intuyo,
que apenas
es capaz de entrever la fantasía.
Me dejas
que me acerque al misterio
y me sonríes,
entras y sales frente a mi sorpresa,
andas de lo concreto a lo soñado,
y me esperas,
y sigo
vigilando los astros,
contando las galaxias.
Andar puedo despacio
la estrecha senda del conocimiento,
inventarme un lenguaje diferente,
volver a preguntar lo no sabido,
y siempre estás
un poco más allá de lo que avanzo
mientras busco, implacable,
lo que no tiene límite ni tiempo:
ecuaciones rozando lo infinito,
elevando la mente
hasta el confín lejano del misterio.
Columpio suspendido por tu mano
sobre la inmensidad inalcanzable,
cuando me apoyo al borde del abismo.
Siento
que me roza la frente
el soplo de tu gracia creadora.



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CABRILLEAS TU LUZ SOBRE LAS HOJAS

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Puedo estar sola” es el último título del grupo ABSOLUTO. La mirada amorosa del Señor no prohíbe, estimula; no da temor, acompaña y sonríe. De otro poema de la misma sección seleccionamos estos versos: “De una pupila inmensa, / anterior a la vida y a la idea, / me llega tu mirada… / Cuando estoy en el bosque, / tu mirada me hermana / con el altivo chopo / y la trémula hoja / que a mi sandalia besa…”

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PUEDO ESTAR SOLA

Puedo estar sola
sin que me abandones.
Igual que el arco iris,
ciñes de resplandores el vacío
y respetas y guardas
mi libertad total,
mi cósmico deseo de distancia,
de silencios intactos, donde sólo
sienta latir el pulso de mi vida.
Diáfana compañía tu presencia:
cabrilleas tu luz sobre las hojas
del bosque que he elegido
y me dejas tranquila
avanzar por un túnel de verdores
buscando, a mi manera,
la ansiada claridad definitiva.
Cuando el invierno borra los senderos,
si exijo tu respuesta,
tu mano deposita suavemente
sobre la nieve el ascua redentora.



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ACACIA UCETA

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"He procurado llegar a lo metafísico

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a través de lo cotidiano"

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1.El corro de las horas

FECUNDIDAD
A ENRIQUE


2. Al sur de las estrellas

ÚNICA RESPUESTA
DESESPERADO INTENTO


3.Árbol de agua

EMPEZÓ A ANDAR UN DÍA
TRAS VENTANAS ABERTAS POR LA CIENCIA...
PUEDO ESTAR SOLA


4.Memorial de afectos

A ENRIQUE (2),
AMOR ETERNO, de Enrique Domínguez Millán
A MI HIJO,


5.Pajaroncillo

CREADOR DE FORMAS Y PERFILES


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