Poeta en la cárcel (6). ANTES DEL ODIO

El poema Antes del odio nos introduce en otra Presencia del Cancionero: la del amor frente al odio. Aún alborotan por nuestros oídos aquellas terribles maldiciones(Sonreídme): "Habrá que ver la media vuelta fiera de la hoz ajustándose a las nucas, / habrá que verlo todo noblemente impasibles, / habrá que hacerlo todo sufriendo un poco menos de lo que ahora sufrimos bajo el hambre..." (nos resuenan ecos de Neruda, fervores comunistas). Efectivamente: había que ganar la guerra por amor a los humildes, a los hambrientos, y la eficacia exigía mano dura, corazón duro. Insiste Miguel, casi sollozando, en la pureza de sus motivaciones últimas: la justicia, el amor. Pero le cae encima la ley del vencedor: ojo por ojo, muerte por muerte.

Refiere Josefina el cálido homenaje que le rindieron en la cárcel de Ocaña los compañeros de prisión por la Navidad de 1940. Preparó Miguel un inolvidable discurso:
"Vamos a brindar por la felicidad de este pueblo: por aquello que más se aproxima a una felicidad colectiva. Ya sabéis. Es preciso que brindemos. Y no tenemos ni vino ni vaso. Pero ahora, en este mismo instante, podemos levantar el puño, mentalmente, clandestinamente, y entrechocarlo. No hay vaso que pueda contener sin romperse la sola bebida que cabe en un puño: el odio... Pero, severamente, cuidaremos en nosotros que este odio no sea el del instinto y la pasión irrefrenada. Este odio primigenio sólo conduce a la selva. Y nuestro odio no es el tigre que devasta: es el martillo que construye. Vamos, pues, a brindar."


Vibra nostálgica la voz del poeta de la revolución. Pero su mensaje final no violento extiende manos de solidaridad, no garras, para la construcción del hombre. En el poema El hambre, rechaza el egoísmo insolidario, y ofrece la humildad de su pan y su vino (¿restos de naufragio del Miguel/eucarístico?): "Yo no tengo en el alma tanto tigre admitido, / tanto chacal prohijado, que el vino que me toca, / el pan, el día, el hambre no tenga compartido / con otras hambres puestas noblemente en la boca..."


ANTES DEL ODIO

Beso soy, sombra con sombra.
Beso, dolor con dolor,
por haberme enamorado,
corazón sin corazón,
de las cosas, del aliento
sin sombra de la creación.
Sed con agua en la distancia,
pero sed alrededor.

Corazón en una copa
donde me lo bebo yo,
y no se lo bebe nadie,
nadie sabe su sabor.
Odio, vida: ¡cuánto odio
sólo por amor¡


El exasílabo final "Sólo por amor" que, no sé por qué, me evoca emocionalmente místicos versos sajuanistas (quizás, "aunque es de noche"). Se queda como colgado y rompe la medida octosilábica: se muerde los labios el condenado, se quiebra la estrofa por falta de aliento...

No es posible acariciarte
con las manos que me dio
el fuego de más deseo,
el ansia de más ardor.
Varias alas, varios vuelos
abaten en ellas hoy
hierros que cercan las venas
y las muerden con rencor.
Por amor, vida, abatido,
pájaro sin remisión.
Sólo por amor odiado.
Sólo por amor.


Proclama el reo su inocencia: "Sólo por amor odiado". Y, eccehomo con las manos atadas, se dirige a Josefina con nostalgia de su cuerpo, de su piel que apenas tuvo tiempo de acariciar."Pájaro sin remisión", gorrioncillo Pío-Pa que volaba a salvar inocentes, cae Miguel abatido al fin por tribunales de acecho:

Amor, tu bóveda arriba
y yo abajo siempre, amor,
sin otra luz que estas ansias,
sin otra iluminación.
Mírame aquí encadenado,
escupido, sin calor,
a los pies de la tiniebla
más súbita, más feroz,
comiendo pan y cuchillo
como buen trabajador
y a veces cuchillo sólo,
sólo por amor.


Me imagino, como en un cuadro barroco, un cielo abierto, y allá arriba, en el centro, ELLA, Josefina, pisando la serpiente, como sugería el poeta en los versos de "Me llamo barro, aunque Miguel me llame". Abajo, en la oscuridad del mal, de la injusticia, ÉL, Miguel de las batallas, abatido en el vuelo, reparando las alas para una nueva ascensión...

Todo lo que significa
golondrinas, ascensión,
claridad, anchura, aire,
decidido espacio, sol,
horizonte aleteante,
sepultado en un rincón.
Esperanza, mar, desierto,
sangre, monte rodador:
libertades de mi alma
clamorosas de pasión,
desfilando por mi cuerpo,
donde no se quedan, no,
pero donde se despliegan,
sólo por amor.


El poema se cierra con versos escritos quizá bajo la amenaza inminente de fusiles a la media noche ("sabor a carcelero / constante, y a paredón..."). Nos habla de ausencias, pero sobre todo de presencias: libertad para pensar y cantar("¿quién amuralla una voz?"), libertad para amar ("¿quién encierra una sonrisa?"), libertad para soñar ("Alto, alegre, libre, libre...")... Antes y después del odio, el amor: "Siénteme libre. / Sólo por amor...":

Porque dentro de la triste
guirnalda del eslabón,
del sabor a carcelero
constante y a paredón,
y a precipicio en acecho,
alto, alegre, libre soy.
Alto, alegre, libre, libre,
sólo por amor.

No, no hay cárcel para el hombre.
No podrán atarme, no.
Este mundo de cadenas
me es pequeño y exterior.
¿Quién encierra una sonrisa?
¿Quién amuralla una voz?
A lo lejos tú, más sola
que la muerte, la una y yo.
A lo lejos tú, sintiendo
en tus brazos mi prisión:
en tus brazos donde late
la libertad de los dos.
Libre soy. Siénteme libre.
Sólo por amor.


Poeta de la experiencia, no se achanta el preso Miguel y anuncia provocadoramente a los carceleros que no le atarán la conciencia: "No, no hay cárcel para el hombre. / No podrán atarme, no..." Nos vienen al recuerdo famosísimos versos de Las cárceles:
"Cierra las puertas, echa la aldaba, carcelero. / Ata duro a ese hombre: no le atarás el alma. / Son muchas llaves, muchos cerrojos, injusticias: / no le atarás el alma."

"Libre soy. Siénteme libre. / Sólo por amor". Estos dos versos han sido grabados, con acierto, en la blanca losa que cubre los restos de Miguel en el Cementerio de Alicante. Libertady Amor, dos bellas palabras que resumen fielmente la ejemplar trayectoria de su vida.
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