Siempre han existido madres que, porque no quieren, no pueden o no saben cuidar a su niño, se han desprendido de él desgarradoramente. Las clínicas abortistas facilitan legalmente ese final. Aunque parece que alguna (en Madrid, sin ir más lejos) abandona en bolsas de basura deshechos clínicos de fetos y datos de madres, con teléfono y nombre completo... Facilitar la "interrupción del embarazo" parece un buen negocio, aunque un poco oscuro y, a veces, también ilegal (la Agencia de Protección de Datos y Sanidad tendrían algo que decir, supongo...).
Pero quisiera referirme hoy a otra solución al problema del embarazo no deseado: dar el pequeño en adopción a familias que sí que lo desean y cuidarán amorosamente.
Está extendiéndose por Europa la facilitación de cunas o buzones de calle que sustituyen a los abandonados tornos monásticos. (En "Canción de cuna", de José Luis Garci, pudimos emcionarnos con una recreación bellísima de este admirable servicio de humanidad, realizado en el nombre del Dios de la Vida.)
Hace unos días se recibió en el buzón de bebés situado frente al Policlínico Casilino de Roma, el primer niño a salvar."No lo abandones, confíanoslo a nosotros", reza un cartel en seis idiomas (en aquel humilde barrio muy poblado de inmigrantes, se habla multitud de lenguas).
"Funciona de manera muy sencilla", refiere el doctor Piermichele Paolillo. "La cuna está dotada de un doble sensor de calor y de peso, de manera que cuando una mujer deposita al niño en la cuna, en el servicio de urgencias del hospital salta una alarma. Mediante una cámara de vídeo que sólo enfoca a la cuna, la enfermera de turno comprueba si efectivamente ha sido dejado un niño. Si es así, un auxiliar médico acude hasta él, lo recoge y lo trae al hospital".
Como la intención, al escribir este post, ha sido celebrar la grandeza de la maternidad, me he permitido acercaros la tierna fotografía de un luminoso bebé. Y añadiría un impresionante poema de Giuseppe Ungaretti, en el que una mamá cierra definitivamente el ciclo de su maternidad, al presenciar cómo el Misericordioso abraza, por fin, ya para siempre, el generoso fruto de sus entrañas y de su corazón:
LA MADRE
Y cuando el corazón, de un último latido,
haya hecho caer el muro de sombras,
para llevarme, madre, hasta el Señor,
me darás la mano como antaño.
De rodillas, decidida,
serás una estatua delante del Eterno,
como ya te veía
cuando aún vivías.
Alzarás temblorosa los cansados brazos,
igual que hiciste al morir,
y dirás: Dios mío, heme aquí.
Y sólo cuando Él me haya perdonado
tendrás deseos de mirarme.
Recordarás aquel esperado tiempo,
y tendrás en los ojos un rápido suspiro.
La madre de Giuseppe colma, en el Paraíso de Dios, la sublime vocación de madre. Veamos y oigamos, para terminar, el inicial rito de un padre que presenta en Primavera con orgullo a su pequeño a las criaturas del campo ("Presentación a los pájaros", de Luis Felipe Vivanco).
MATERNIDAD FELIZ, MATERNIDAD FRUSTRADA Varios temas