"¡Señores obispos! Es cuestión de despojarse" Báculos y cruces pectorales para el padre Ángel

Pectoral de Don Gabino
Pectoral de Don Gabino

"El padre Ángel - mensajero de la paz- me hace llegar la siguiente historia: 'Don Gabino Díaz Merchán, informado de mi situación 'financiera', puso a mi disposición, como donación, su cruz pectoral arzobispal, y a mí se me ocurrió subastarla con el fin de poder afrontar parte de la deuda que me preocupaba…'"

"Deduje que el acto tan solemnemente práctico, caritativo y litúrgico de don Gabino, pudiera y debiera, multiplicarse en otros similares"

"Personalmente estoy convencido de que a no pocos obispos, tanto litúrgica como pastoralmente, se les quitará un peso de encima"

"¿Qué obispo, arzobispo o cardenal se anima a encabezar el listado de donantes de su cruz pectoral, báculo, mitra o anillo, con el fin de que el padre Ángel los administre a favor de los pobres, en esta ocasión revestidos de ucranianos?"

Con la sana, santa y emprendedora sonrisa, arropada con su sempiterna bufanda roja, el padre Ángel- “mensajero de la paz- me hace llegar la siguiente historia:

“Hubo un tiempo en el que, como en tantos otros, pero un poco más, apuradas al máximo las siempre exhaustas “arcas” de la “Mensajería”, la Divina Providencia tuvo a bien echarme una mano , valiéndose para ello de un arzobispo. Se trata de don Gabino Díaz Merchán, que lo fue de Oviedo (a.1969-2002), quien presidiera la Conferencia Episcopal Española, como sucesor inmediato del Cardenal Tarancón. Informado de mi situación “financiera”, el hoy emérito arzobispo residente en la Casa Sacerdotal de la capital asturiana,-gracias sean dadas a Dios con sus 96 años de edad-, puso a mi disposición, como donación , su cruz pectoral arzobispal, y a mí se me ocurrió subastarla con el fin de poder afrontar parte de la deuda que me preocupaba…

De la cándida, elocuente y sencilla narración del episodio salvador -redentor- de esta cruz arzobispal, deduje que su especial interés en hacerme participe de la misma, respondiera exactamente a la ocasión de que, vuelto él de su reciente viaje a Ucrania, el acto tan solemnemente práctico, caritativo y litúrgico de don Gabino, pudiera y debiera, multiplicarse en otros similares, protagonizados por una buena parte de cardenales, obispos, arzobispos de la Conferencia Episcopal Española, sin dejar fuera de ella también a los ya eméritos…

¿Cuándo RD, y otros medios de comunicación, comenzarán a hacerse eco fiel y discreto de informaciones-noticias anunciando que sus respectivos obispos, con honrosa y ejemplar generosidad, accedieron a donar báculos, cruces pectorales, mitras, anillos y otros ornamentos “sagrados”, con el fin sacrosanto de aminorar las consecuencias de la cruel guerra “celebrada” en Ucrania?

Personalmente estoy convencido de que a no pocos obispos, tanto litúrgica como pastoralmente, se les quitará un peso de encima, si se les facilitan caminos para despojarse de tan costosos atuendos, signos y símbolos, todos ellos eminentemente paganos o, al menos, se substituyeran por otros mucho más humildes. (En IKEA, por citar un ejemplo, hay báculos -bastones o cayados- incomparablemente más “pastorales” que los comprados en las joyerías más acreditadas de tan suntuoso ramo)

El bendito padre Ángel es buen administrador. Es pobre. Sabe mucho de pobres, es decir, de Iglesia. La vive. Los pobres, por pobres, son todos honrados. No así los ricos, por ricos. Cuanto se le encomienda al padre Ángel no caerá “en saco roto”, ni se desperdiciará. Su obra es obra de Dios, entre otras razones, porque en la misma no caben las letras mayúsculas como distintivos por distinguidos que sean.

¡Señores obispos! Es cuestión de despojarse –“penitencia”-de aditamentos, que no tienen absolutamente nada que ver con el Evangelio y sí con la “sinodalidad” y con eso de la Iglesia “en salida”, entre otras cosas, por la razón dogmática de que no hay otra Iglesia, por mucho que se empeñen todavía algunos, por irles bien a ellos y a los suyos, tanto en esta vida como en la “otra”

¿Qué obispo, arzobispo o cardenal se anima a encabezar el listado de donantes de su cruz pectoral, báculo, mitra o anillo, con el fin de que el padre Ángel los administre a favor de los pobres, en esta ocasión revestidos de ucranianos? Ponerse en comunicación con él es evangélicamente fácil. Es una ventaja que tienen los pobres. La Iglesia de san Antón, de la calle Hortaleza de Madrid, es referencia asequible.

Y para terminar esta información, otro recuerdo cariñoso para don Gabino, con quién repetidamente coincidí en el “metro” -línea 9- de Madrid, y más concretamente en la estación del “Barrio del Pilar”, y a quien le correspondió, como Presidente de la Conferencia Episcopal, afrontar parte importante de la tarea-ministerio de la “Transición”, político-eclesiástica española, cuando todavía “paredón” rimaba -¡y de qué expresiva y arriesgada manera¡- , nada menos que con “Tarancón”.

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