El sistema eclesiástico actual de responsabilizar a Dios de la santidad de una persona es inmoral Canonizaciones. Milagros imposibles o pueriles

(Celso Alcaina).- De siempre, me han parecido una injusticia, cuando no una puerilidad. Una intolerable discriminación de parte de Roma y, aparentemente, también de Dios. Casi siempre está de por medio el dinero. A veces es el oportunismo. Apropiarse de un genio, de un famoso, de un superhombre o una supermujer. ¿Por qué Dios favorecería a una determinada persona entre miles que piden lo mismo y están en similares condiciones?

Y ¿por qué siempre se trata de curaciones corporales? Porque existen otros campos suscepcibles de una intervención del todopoderoso y que reducirían la sospecha de fuerzas naturales todavía -y siempre- desconocidas.

El sistema eclesiástico actual de responsabilizar a Dios de la santidad de una persona es inmoral. Es un descrédito del Creador. Tú, Dios, has hecho el milagro firmando la canonización. Si el canonizado no lo merecía - inclusive cuando se pruebe que no lo mereció -, la culpa es tuya por haber usado tus poderes taumatúrgicos en su favor. Todavía más inaceptable es que el Papa, al parecer ¡en directa comunicación con ese dios!, puede conocer que el candidato está en el cielo, sin necesidad de milagros. Sucedió con Juan de Ávila, sin ir más lejos. Pablo VI lo "dispensó" de los milagros y, en 1970, 400 años después de su muerte, canonizó al que la Iglesia había condenado y encarcelado como hereje.

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