(Ángel Moreno, de Buenafuente).- ¿Qué te puedo traer a tu portal, Niño Jesús, si Tú has venido en mi carne débil? Más bien soy yo quien se apresta a recibir el sentido que tiene la pobreza, si Tú has querido asumir nuestra breve historia.
Nunca acabo de acostumbrarme a mis quiebras, y a veces se presentan tan agudas, que pienso es más honesto desistir en el combate, que soportar la inclemencia de mi naturaleza. Y cuando te contemplo hecho hombre, sin muestras de poder ni de ropajes, me vuelvo hacia mi conciencia herida y me pregunto ¿Quieres mantenerme en la fragilidad, para que me experimente en tu despojo, amado?
Ya no podré decir que ser humano es la razón de pactar con la miseria, cuando Tú conviertes la vida en amorosa y obediente estancia, reveladora del amor divino, restauradora del ayer aciago.
Solo al contemplarte en el pesebre y después en la cruz, puedo creer que habernos hecho tan indigentes no merma la bendición, si Tú te muestras tan pequeño. Viéndote a ti, el dolor, la prueba, la "desgracia"... no son mala suerte.
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