"Hay que revisar el sacerdocio femenino" Mujeres párrocas: una solución para el vacío vocacional

Es la hora de las mujeres sacerdotes
Es la hora de las mujeres sacerdotes

De “párrocas” y “obispas”, nada de nada, aunque no sea posible la celebración de la Eucaristía  y aunque monjas y “seglaras” suplan todo lo suplible, menos las misas, dándose la impresión real y efectiva  de que la mujer a lo más que podrá aspirar  dentro de la Iglesia  es a ser "acólita"

Se celebró recientemente en la Iglesia española “El día del seminario” y fueron muchos los comentaros que generó tal noticia,  impartida pastoralmente por sacerdotes, obispos , laicos y laicas, en homilías, Cartas Pastorales o declaraciones.  Rezos y peticiones  a Dios, de oraciones y limosnas, “pro vocaciones sacerdotales y religiosas”, prevalecieron de modo  persistente en los actos de culto. Con el convencimiento de que el tema  los merece de sobras, con urgencia y generosidad, lo mismo oficial que oficiosamente,  haciéndome eco del sentir  de gran parte del pueblo de Dios y de los propios sacerdotes, aporto, entre otras, estas reflexiones:

SÍ, rotundamente SÍ: faltan vocaciones  sacerdotales y religiosas. Los seminarios se cierran y no pocas celebraciones  litúrgicas quedan sin ser atendidas, con sacrosanta mención para la Eucaristía, durante largos, dolorosos  y “piadosos” periodos de tiempos. El ejemplo que  pastoral y ministerialmente dan el puñado de sacerdotes, mayoritariamente jubilados, o jubilables, para suplir lo que pueden y más, es ciertamente loable.

El hecho de la falta –carencia- de curas es incuestionable y patente, también, y sobre todo, en el medio rural, cuya ausencia contribuye -¡y de qué manera!- a que tal sector poblacional  se hunda inmisericordemente…Hecho de tal gravedad es reconocido  por la misma jerarquía, y buena prueba de ello han sido, y son, algunos  lamentos por ellos formulados, si bien otros “hermanos en el episcopado” siguen opinando que no es para tanto, que estamos en manos de Dios y que Éste contó y contará siempre, con medios, aunque sean de carácter  milagroso,  para resolver el problema, tal y como aconteció en otras épocas de la historia eclesiástica…

Mujeres sacerdotes
Mujeres sacerdotes

Soluciones para las parroquias

¿Soluciones imaginadas y aportadas  por tantos obispos, con creciente referencia, casi en exclusiva, sociológico- religiosa  a la procedencia de sus “kikos”  y asimilados Además de  rezar y fomentar  actos, manifestaciones  y expresiones rituales y de culto, poco o  casi nada fiables? Mientras tanto, la celebración  de la Eucaristía, elemento esencial y constitucional de la Iglesia, brilla por su  ausencia, primando el Código de Derecho Canónico  y otras disciplinas, con calidad de normativas,  sobre principios básicos y hasta plenamente dogmáticos.

El interrogante, entre otros, del porqué las mujeres,  y hombres  casados - “probati”-no suplen ya, con todas sus consecuencias ministeriales,  la desoladora falta de curas, centra y concentra parte importante  -esencial- del problema, pensando además en el futuro, ya próximo,  que se agravará aún más.

Diaconisas de la Iglesia primitiva
Diaconisas de la Iglesia primitiva

La “parroquia” está definida por la RAE, con los criterios constitucionalmente machistas al uso, propios de institución tan provecta y de los asesores del ramo, como  “territorio que está bajo la jurisdicción  espiritual del cura”, o “clero  destinado al culto  y administración de los sacramentos en una feligresía”, Por lo del acendrado machismo eclesiástico, y hasta el presente,  el término “párroco” –“cura que tiene a su cargo una feligresía”-  carece, y carecerá, de femenino…”Párroca” no existe  en el diccionario. Se registran,  no obstante, como canonizadas, expresiones tales como “parroquias- cortijos en propiedad” y otras lindezas académicas “como las de que “vives mejor que un cura” y, por supuesto,”mejor que un obispo”.

Párrocas y obispas

De “párrocas” y “obispas”, nada de nada, aunque no sea posible la celebración de la Eucaristía  y aunque monjas y “seglaras” suplan todo lo suplible, menos las misas, dándose la impresión real y efectiva  de que la mujer, por ,mujer, a lo más que podrá aspirar  dentro de la Iglesia  es a ser “acólita”, es decir, “persona  que acompaña, o sigue,  a otro y depende de ella”, con la  entrañable y popular categoría de “managuilla”,  que en masculino es “el niño  que ayuda a misa, que toca la campanilla”, y que además es travieso.

La solución eclesial  en el mantenimiento y desarrollo  de la Santa Madre Iglesia, tal y como están todavía hoy las cosas – obispos y curas-  son las mujeres “párrocas”. Ellas, tanto dentro como fuera de España, entre otras cosas, les hubieran ahorrado  a la institución eclesiástica  horrores tales  como los contenidos  en términos tan frecuentados como “pederastia”,  y “abusos” en la pluralidad putrefacta  de versiones, de parte  de los cuales se tienen ya  documentadas noticias, aunque todavía en vísperas de nuevos descubrimientos…

El “Día del seminario” pronto carecerá  de sentido,  si no es protagonizado “por y para”  la mujer, en igualdad de condiciones que “por y para”  el hombre.  La Iglesia no puede perder el tren de la historia, y menos respecto a la mujer. Ella es, de por sí,  madre y educadora. Y “Maestra”, también en la fe.  Ejercerá su función-ministerio  de “párroca” al igual, o mejor, que el hombre-varón.

Mujeres e Iglesia
Mujeres e Iglesia

Buena parte de la redención integral del mundo rural en España, a punto del RIP definitivo, dependerá de la  intervención y participación activa  de la mujer al frente  de las respectivas parroquias. La mujer es- y será- mucho más empresaria – también pastoral- que el hombre, en el referido medio. Así lo proclamarán las campanas, si antes  no se jubilaron todas por falta de curas, y porque además, no todos los obispos  dispusieron de arrestos –“decisión y determinación” y audacia-  para suplirlos…

¿Cuándo decidirá activar con todas sus consecuencias  la revisión del sacerdocio femenino, el grupo de obispos alemanes, con la satisfacción  de diversos conventos, monasterios y grupos de laicos y laicas? ¿Por qué  no orar también, y con santa audacia, para que se comprenda en la Iglesia que “a los hombres y a las mujeres  se les debe tratar por igual, y más dada la necesidad  existente de que “el concepto actual del sacerdocio  precisa teológicamente una revisión con urgencia y a fondo”,  como públicamente acaban de confesar algunas intrépidas Madres Superioras germánicas? 

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