Cuento para inmigrantes de ayer y hoy La Navidad de Pepe y Maruja
(Alberto Torga).- Pepe y Maruja se conocían desde niños, pues habían nacido en el mismo pueblo y habían asistido a la misma escuela. De chavales habían salido juntos en pandilla y se gustaban, pero no se puede decir que fueran novios.
Cuando Pepe regresó de la mili, allá por el otoño de 1973, se apunto a la emigración y le tocó Alemania. Llegó a Nürnberg con la última expedición de españoles. Y allí fueron transcurriendo los años de su juventud, llenos de soledad, de nostalgia, de aburrimiento, de trabajo, de cansancio, de frío, de humedad.
Muchas noches no era capaz de dormirse hasta las tantas, a pesar de que volvía rendido del trabajo. Entonces dejaba volar su imaginación y pensaba en Maruja. Y así una noche, otra y otra... Algunas veces soñaba con ella: que estaba a su lado, que le sonreía, que tenían hijos...
Un día, por fin, se decidió a escribirle. No sabía cómo empezar: tardó varios días en escribir la carta, pues rompió varias veces la cuartilla escrita, hasta que un día la metió en un sobre y la echó al correo. A los quince días tuvo carta de Maruja. Era breve. Le decía que la había "prestado" mucho recibir noticias suyas y que le siguiera escribiendo.
Siguieron escribiéndose y al verano siguiente y al siguiente salieron en plan de novios formales. Por fin, en el verano de 1973 se casaron en España y se fueron juntos para Nürnberg.
Al ir al Ausländeramt (oficina de extranjeros) a pedir un permiso de estancia para Maruja, le dijo el funcionario que lo sentía, pero que tenían que esperar tres años para que ella pudiera venir a residir a Nürnberg.
Es que, siendo Helmut Schmidt canciller, el gobierno federal alemán había hecho una serie de recomendaciones a los gobiernos de los diversos estados federados para dificultar la reagrupación familiar: entre ellas, la de impedir durante un año la llegada del cónyuge que hasta el momento de la boda residiera en el país de origen. Pero el gobierno del estado federado de Baviera, presidido por Franz-Josef Strauss, amplió a tres años esa medida inhumana...
Maruja y Pepe comenzaron a llorar y se abrazaron. Por más que insistió éste en su mal alemán, no hubo solución. El funcionario fue tajante: "Usted puede estar tres meses como turista, pero luego tiene que marcharse. Y, si se queda, tenga en cuenta que comete un delito. ¡Ya nos encargaremos de comprobar si usted se marcha!"
Pero Maruja no se marchó, aunque tuvieron que cambiar de casa, pues por dos veces pasó por allí la policía a recordarles el plazo de tres meses. Entonces Pepe buscó otra casa. Se dio de alta, como si viviere solo, y a la dueña del piso le dijo que su mujer estaba en España.
Pero en diciembre de este año 1984 la dueña de la casa se enteró de que Maruja vivía con Pepe y que, para colmo, esperaba un niño para pronto, pese a que una de las cláusulas del contrato de alquiler indicaba que ni podía tener ni perros ni niños.
Así que les dio el Kündigung (despido) de inmediato y les amenazó con que, si no dejaban la vivienda libre en una semana, daba cuenta a la policía de que Maruja había estado viviendo más de un año clandestinamente.
Pepe revolvió todo Nürnberg buscando casa, pero en todas partes le daban con la puerta en las narices con el consabido "Keine Ausländer!" "¡No queremos extranjeros!"
Entonces un compañero de trabajo turco le habló de unas viviendas en el barrio de Gostenhof que se encontraban deshabitadas desde hacía unas semanas, porque las van a derrumbar para hacer otras nuevas. No tienen agua corriente, ni luz, ni calefacción, ni apenas cristales en las ventanas.
Al poco de llegar y de adecentar un poco un cuartucho, en el que pusieron unos cartones en el sitio de los cristales que faltaban, Maruja comenzó a sentir los primeros dolores del parto. Pepe se asustó y la quería llevar al hospital, pero Maruja tuvo miedo y dijo que no, pues allí hay que dar datos y podrían descubrir que vive ilegal en Alemania desde hace más de un año...
Total, que en aquel cuartucho, sin más ayuda que la que pudo prestarle su asustado marido, Maruja dio a luz esta noche del 24 al 25 de diciembre un hermoso niño, al que le van a poner por nombre Jesús.
Al lado, en otra casa medio en ruinas, vive una comuna de drogadictos. Al oír llorar a un niño, se extrañaron y fueron a ver qué pasaba. Se encontraron con todo un cuadro: Maruja en la cama, Pepe tratando de lavar al recién nacido en una palangana, sin tener idea de nada...
Entonces una de las chicas de la comuna, que se dedica a la prostitución para poder "chutarse" la ración diaria de heroína, fue inmediatamente a buscar un balde grande para poder lavar al niño. Otro chico que anda siendo buscado por la policía, porque asaltó un banco para comprar "caballo", trajo enseguida un brasero para calentar la habitación. Otra heroinómana fue inmediatamente a preparar caldo de pollo para Maruja. Otro de la comuna se fue a casa de unos "colegas" que tuvieron un hijo hace dos años a pedirles una cuna. Otra fue a buscar una botella de champán y vasos para brindar. Otro trajo una guitarra; otra, leche; otro, pastas... El caso es que allí se armó una fiesta que todavía dura...
Ahora dicen que van a ser los padrinos de Jesús y hasta alguno adelantó que está dispuesto a dejar de pincharse, porque, viendo un niño así, ha recuperado el sentido de la vida: "¡La vida merece vivirse, cuando se emplea en ser útil a los demás!"
Y, sin saber por qué, todos se han puesto a cantar un villancico popular alemán, cuya letra, traducida al castellano, dice: "¡Gloria a Dios en lo más alto de los cielos y Paz en la tierra a los hombres de buena voluntad!"
Pero en ese momento uno interrumpe a los demás y dice: "Esa letra no está bien, hay que cambiarla. Si dice "a los hombres de buna voluntad", eso no va para todos, no iría a lo mejor para nosotros; mejor dicho, no hubiera ido para nosotros hace una hora..., por eso vamos a decir de otra manera, para que toque a todos: "Gloria a Dios en las alturas y paz en la tierra a los hombres y mujeres, a quienes Dios quiere tanto". Porque a nosotros Dios tambien nos quiere, aunque seamos drogadictos; o incluso, porque lo somos, nos quiere más".
En aquellos momentos más de una lágrima afloraba a los ojos de varios de los presentes y eran ya más de uno los que estaban resueltos a hacer lo que fuera para dejar de pincharse...
Entre tanto, Franz-Josef Strauss, responsable de que Jesús el de Pepe y Maruja naciera en una casa medio derruida en Gostenhof, asiste en München (Munich) a una Misa de gallo y pasa a besar un niño Jesús de cartón piedra...
Alberto Torga y Llamedo
Antiguo capellán de emigrantes en Holanda y Alemania
Nota: este cuento de "la Navidad de Pepe y Maruja" fue mi predicación en la Misa de gallo en de la Nochebuena de 1984 en Nürnberg