"Un gran lección de la conversión" Newman en Filipinas

"El 31 de julio de 2025 el Vaticano anunciaba que debido al dictamen unánime durante la plenaria de este mismo dicasterio se procederá a la proclamación de san Juan Henry Newman (1801-1890) como doctor de la iglesia"
"Desde Filipinas aplaudimos esta decisión por el papa agustino, pues en estos pagos la presencia de Newman es real pero no tan percibida por muchos, incluso por los que están involucrados en movimientos ecuménicos"
"La influencia ecuménica del cardenal doctor nos impulsa a superar los partidismos heredados y centrados en las personalidades, esto es, para ser una nación hemos de ser ecuménicos"
"Filipinas sigue siendo un país confesional pese a Duterte… Es de lamentar que, al parecer, la mayoría prefiera la compañía de los cochinos que nos siguen enmarando en su propio estiércol por lo que el sector educativo debería desempeñar un papel importante para salvar a la nación"
"Newman nos sigue dando lecciones. No es este el lugar para dar una reseña completa de las mismas aquí pero sí podemos, al menos, subrayar su gran lección de la conversión"
"La influencia ecuménica del cardenal doctor nos impulsa a superar los partidismos heredados y centrados en las personalidades, esto es, para ser una nación hemos de ser ecuménicos"
"Filipinas sigue siendo un país confesional pese a Duterte… Es de lamentar que, al parecer, la mayoría prefiera la compañía de los cochinos que nos siguen enmarando en su propio estiércol por lo que el sector educativo debería desempeñar un papel importante para salvar a la nación"
"Newman nos sigue dando lecciones. No es este el lugar para dar una reseña completa de las mismas aquí pero sí podemos, al menos, subrayar su gran lección de la conversión"
"Newman nos sigue dando lecciones. No es este el lugar para dar una reseña completa de las mismas aquí pero sí podemos, al menos, subrayar su gran lección de la conversión"
| Macario Ofilada Mina
El 31 de julio de 2025 durante una audiencia concedida por el papa León XIV al Cardenal Marcello Semeraro, prefecto del Dicasterio para la Causa de los Santos se anunciaba que debido al dictamen unánime durante la plenaria de este mismo dicasterio se procederá a la proclamación de san Juan Henry Newman(1801-1890) como doctor de la iglesia. Esta proclamación es significativo, pues este año se cumple el segundo centenario de su ordenación como presbítero anglicano por el obispo de Oxford. Hace 180 años también dejó la Universidad de Oxford y la fe anglicana abrazando la iglesia católica.
Desde Filipinas aplaudimos esta decisión por el papa agustino, pues en estos pagos la presencia de Newman es real pero no tan percibida por muchos, incluso por los que están involucrados en movimientos ecuménicos. Me refiero de manera especial a los católicos, episcopalianos y los aglipayanos o descendientes trinitarios de Mons. Gregorio Aglipay (o la Iglesia Filipina Independiente) que se reúnen periódicamente intentando buscar un ‘terreno común’ (common ground), en expresión feliz del llorado Cardenal Joseph Bernardin de Chicago.
Boletín gratuito de Religión Digital
QUIERO SUSCRIBIRME
Dicho acercamiento mutuo entre católicos y anglicanos viene incrementándosesobre todo desde los años ochenta cuando la Conferencia Episcopal Filipina firmó un acuerdo con las iglesias de la comunión anglicana en Filipinas (que asisten a la Conferencia de Lambeth convocada por el arzobispo de Canterbury) de reconocer mutuamente los bautizos administrados por ambas partes.

Desde entonces, la Semana de Unidad sigue celebrándose cada enero pero más bien entre un grupo selecto y elite, por así decirlo, pues de la organización de las actividades se encargan normalmente extranjeros o expatriados, mayoritariamente de lengua inglesa, que laboran en las embajadas acreditadas ante el gobierno filipino y que residen en enclaves identificados con la élite de la sociedad filipina. Dichas actividades claramente tienen vestigios newmanianos si bien no explicitados.
También merecen destacarse las obras caritativas ecuménicas, muchas de ellas, sobre todo en tiempos atrás, patrocinadas por la iglesia episcopaliana filipina, de origen norteamericano que con sus vínculos con la francmasonería filipina, restaurada en estas tierras por norteamericanos y filipinos, como reacción a la influencia ya decadente de la iglesia frailuna de la época española, tras la pérdida de las colonias filipinas y cubanas por España en 1898. Incluso varios grupos católicos, entre ellos los Caballeros de Colón, ayudaron en este empeño humanitario.
A tenor de lo ya dicho no está fuera de lugar también precisar aquí que el contexto filipino es distinto para evaluar adecuadamente desde un prisma católico la colaboración, presencia y afiliación de muchos católicos con la francmasonería en estas islas. La historia ha demostrado que todo esto ha producido muchos buenos resultados que merecen emularse y cuyo historial ha de redactarse con letras de oro en los anales de nuestra nación que antes era la perla del mar de oriente y que ahora es la perla echada a los cochinos por los mismos marranos que ostentan el poder y la influencia, contando con el apoyo de las masas que han perdido sus valores humanizadores para convertirse en una colectividad colectivamente ofuscada por la falsedad.
Academia, vacío, huella: El convencimiento como lección fundamental
Es de lamentar que, al parecer, la mayoría prefiera la compañía de los cochinos que nos siguen enmarando en su propio estiércol por lo que el sector educativo debería desempeñar un papel importante para salvar a la nación. En el área académica, ha habido varios estudios dedicados al pensamiento y legado newmaniano, puesto que la mayoría de los estudiosos filipinos, sobre todo en filosofía y teología, solo tienen conocimientos suficientes para la lectura y la comprensión de textos en lengua inglesa.
Quizá la más significativa de las investigaciones filipinas en torno al cardenal inglés es la del ya difunto misionero del verbo divinoL. R. Estioko, profesor de filosofía del seminario de su congregación y que fue originalmente su tesis doctoral defendida en la Gregoriana en Roma. He aquí la ficha de su versión publicada: Reasonableness of Religious Belief: J. H. Newman's defence of simple faith against liberalism, Divine Word Seminary, Tagaytay City 1979. 203 pp.Este texto merece releerse por lo acertado de sus planteamientos y por la amplitud de las perspectivas expuestas que seguramente ayudarán a nuevos estudios en su empeño de deletrear el legado newmaniano.
Pese a las vistas abiertas por este mencionado trabajo, es de lamentar que siga habiendo un vacío newmaniano en estas tierras. No me consta que exista un estudio filipino que esté a la altura del trabajo benemérito de Estioko. Esta carencia pone de manifiesto, por de pronto, una falta no solo de seriedad cultural de las celebraciones ecuménicas, que suelen ser acontecimientos folclóricos sino que refleja la carencia colectiva de la sobriedad intelectual.
Newman nos sigue dando lecciones. No es este el lugar para dar una reseña completa de las mismas aquí pero sí podemos, al menos, subrayar su gran lección de la conversión. Esta brotó de un convencimiento interior o profundo, ante todo intelectual, y no solo emotivo por lo que llegó a la plenitud de la fe católica. No se trataba de un mero cambió confesional. Más bien supuso un proceso de discernimiento intelectual centrado en lo histórico. Filipinas es un país que está viviendo tiempos turbulentos en las áreas políticas, sociales y económicas precisamente por una falta de discernimiento intelectual acerca de las lecciones de la historia.

Historia, plenitud, reformas: Esferas de acción con vistas al futuro
Newman, debido a su examen histórico de su circunstancia como intelectual cristiano y como hombre de origen inglés, descubrió que la plenitud de su fe anglicana se encontraba en la fe católica, en comunión con Roma. No se puede hablar de una ruptura sino una profundización en las raíces, volver al origen, encontrar ahí la plenitud de la convicción cierta y fundamentada, algo que se ha olvidado e incluso manipulado en un país incapaz de deshacerse de lo más nefasto de su historia al elegir al hijo a un exdictador y a la hija de un dirigente que resultó peor que el mismo dictador. Ahora estas dos dinastías están a punto de ahogarnos en un abismo.
De hecho, estamos ya atrapados en el torbellino por sus voces hirientes, insultantes pero atrayentes comparables a un canto discordante, cacofónico y grosero de larga duración de sirenas pardas en una noche sin luna ni estrellas. Nos hallamos en un abismo al parecer insuperable creado o cavado por nosotros mismos por nuestra incapacidad de discernir y aprender nuestra lección al acudir a los colegios electorales por lo cual nos cubrimos con la escoria de toda la mentira, corrupción, violencia institucionalizada generada por estas personalidades idolatradas por una masa que no quiere pensar ni discernir hasta el punto en que prácticamente se ha vuelto a nivel colectivo irracional.
En otras palabras, se ha desviado nuestro pueblo del camino hacia el bien común que ha de ser duradero e institucional y se ha perdido por sendas que solo llevan a pérdidas irreparables como las vidas segadas con la violencia sancionada por las instancias supremas durante la nefasta guerra contra la droga del régimen Duterte de 2016 a 2022. Se desató una ola de violencia que sigue haciendo temblar a los fundamentos racionales de nuestra convivencia como nación por lo que fue arrestado Rodrigo Duterte y que ahora se encuentra en La Haya en la cárcel del Tribunal Internacional de Justicia.
Por otra parte, de Newman nuestros muchas veces complacientes pastores. No me refiero solo a los de la confesión católica sino a todos los líderes religiosos de todas las confesiones presentes en Filipinas, incluyendo a los no cristianos como los musulmanes. Estos pastores o dirigentes religiosos, como Newman, deberían escuchar, acompañar y enseñar a sus feligreses, teniendo siempre el bien común por norte y no los intereses partidarios. Para ello, se necesita una voz profética sobre todo en estas calendas posdutertianas en que el hijo de Ferdinand Marcos Sr. está al timón de los destinos del país. Pero el profetismo verdadero exige la coherencia y una disciplina exigente que supere todos los egoísmos que se han vuelto normales en los ámbitos eclesiales, puesto que se predica la personalidad del pastor en vez del Evangelio pastoral.
Todo ello desembocaría a una reforma incluso de las instituciones educacionales que tienen la tarea de moldear a los prohombres filipinos del futuro. Más allá de las polarizaciones consabidas y convencionales entre el pensamiento y la acción, sobre todo en una época y sociedad caracterizadas por la proliferación agresiva y despiadada de bulos, dichas instituciones deberían comprometerse con la intensificación de estudios y publicaciones, libres de censuras dictaminadas por intereses partidarios desde arriba. Es decir, un sentido crítico sano es necesario para poder ir más allá de los espejismos que se nos presentan en la esfera pública actual.
En el sentido expuesto arriba, les compete a las escuelas, los colegios, las universidades enseñar el discernimiento social a sus alumnos de donde saldrá la flor y la nata de la sociedad filipina que dirigirá los destinos de este país. Evocando ahora a san Pablo VI se necesitan a testigos más que a meros maestros o docentes. Newman era docente y testigo a la vez. Era maestro y, me atrevo a decirlo, místico. No era un místico de fenómenos sino de una interioridad implacable y profunda que envolvía a su personalidad entera haciendo que esta se consagrara a la plenitud de la verdad vivenciada en la iglesia católica. Y nos propuso un camino como buen mistagogo: la vía media.

Desde la vía media hacia el bien común
No cabe duda de que para nuestra situación actual en Filipinas se puede aprender mucho de la vía media del cardenal inglés, ahora santo y doctor de la iglesia católica. Hemos de superar nuestra preferencia desorbitada por posturas radicalmente contradictorias y opuestas para buscar lo bueno que podría aportar cada postura. Es esta la base de una epistemología sensata que provee una senda de certidumbre para cualquier afán con repercusiones sociales.
En lugar de seguir con la consabida política de personalidades y de clases político-sociales, es preciso ahora optar por una política epistemológica en que se examinen con ojos críticos las ideas y las ideologías con la finalidad de derivar de las mismas las lecciones vitales desde la pantalla de la historia. Es esta la lámina, esto es, el fondo, biombo o monitor, desde y dentro del cual, Newman vio su camino que le llevó no a una iglesia distinta a la cual en que había sido bautizado sino a la mismísima fuente que fluye hacia la plenitud. Hemos de reconocer que nuestras ideologías han de volver a las mismísimas ideas que las nutren y estas mismas han de volver a la verdad de la cual son interpretaciones o perspectivas necesariamente parciales.
Para llevar a cabo todo ello, es imperativo no solo leer a Newman, interesarse por el Movimiento Oxford y su contexto histórico sino sobre todo ver las lecciones todo esto, en su conjunto, podría brindar a nuestra situación histórica y cultural peculiar. Yo escogería como clave para este empeño de comprensión histórica la del discernimiento que tiene su despliegue en un proceso evolutivo, de crecimiento que desea bucear en la historia para no repetir los mismos errores sino partir de los mismos hacia la plenitud. Esta, empero, no es solo de una persona ni de una confesión particular, sino, sobre todo, la de una nación muy agitada por los vaivenes del tiempo mas en pos de concretar históricamente la deseada via media.
Dicha búsqueda no solo tiene por meta la reconciliación o desapariciones de facciones contradictorias o la creación hermenéutica de fusiones de horizontes sino que la misma búsqueda ha de idearse y concretarse sobre todo en el proyecto de caminar juntos adelante. En este caminar cada uno (o cada ideología, confesión o grupo) conserva lo mejor de la herencia recibida (como nuestro admirado cardenal quien nunca abandonó lo mejor de su patrimonio anglicano) haciendo que los trasnochados horizontes o prismas ya superados (o que necesariamente han de superarse por sus inherentes defectos) desaparezcan y que los mismos se sustituyan por esperanzas fundadas y comprometidas. Estas a su vez, Dios mediante, se convertirían en realidades concretas mediante el cumplimiento de promesas no solo políticas sino sobre todo humanísticas. Hemos de prometernos a nosotros mismos a ser mejores seres humanos al ser más humanitarios, empezando con los más necesitados que abundan en nuestra sociedad filipina.
Todo ello claramente exigirá de nosotros una voluntad férrea, pues es necesaria una personalidad ‘fuerte’ o de ‘determinada determinación’, como dijera santa Teresa de Jesús, para poder emprender una aventura discernida y determinada dentro del seno compartido de la aspiración comunitaria hacia el bien común. A tenor de todo ello, la influencia ecuménica del cardenal doctor nos impulsa a superar los partidismos heredados y centrados en las personalidades, esto es, para ser una nación hemos de ser ecuménicos. Esto hará posible el descubrimiento compartido, a través de las ideas discernidas, dialogadas y retroalimentadas, del humanismo comunitario del que todos podemos beneficiar y hacia el cual hemos de converger para ir adelante en la historia para que las futuras generaciones puedan heredar de nosotros una nación más sana, sensata y humana.
Filipinas sigue siendo un país confesional pese a que Duterte en varias ocasiones había insultado al Dios de los cristianos y sus seguidores y sus secuaces solo se limitaban a reír cuando pronunciaba la palabras más soeces y ofensivas en una sociedad civilizada. Newman podría darnos el antídoto. Es ante todo intelectual y centrado en Dios para todos los empeños o cometidos de tipo epistemológico que hemos trazado con pinceladas rápidas arriba. Cerremos, pues, con esta consigna lapidaria del cardenal: ‘De todos los puntos de fe, el ser de Dios es, a mi entender, encierra la mayor dificultad pero que está presente en nuestras mentes con la fuerza más potente’ (Apologia pro vita sua, VII).

Etiquetas