La Iglesia lucha por su unión El Vaticano y África
(Juan Pablo Somiedo).- El continente africano será, con toda probabilidad, un escenario de confrontación de varias potencias en pugna por los tan preciados recursos del continente. Se estima que el suelo africano guarda más del 80% de las reservas de todos los recursos estratégicos que aún quedan sobre el planeta. Nada nuevo para una tierra que ha soportado colonizaciones y descolonizaciones, que ha visto cómo sus fronteras se trazaban en despachos con escuadra y cartabón y que ha sufrido 77 golpes de Estado en 50 años de los que seis han ocurrido en Nigeria en un periodo de 25 años, convirtiéndose así en un particular damero de la sinrazón.
Durante mucho tiempo África ha sido el patio trasero de Francia, que ha mantenido una presencia militar permanente en los países africanos de la francofonía y que ha tenido una participación decisiva en la promoción de golpes de Estado, en el fracaso de otros y en el mantenimiento o derrocamiento de algunos regímenes. Tal es el caso de Omar Bongo en Gabón o Jean Bédel Bokassa en la República Centroafricana.
El declive de la influencia francesa puede explicarse, en parte, por la entrada de los EE.UU y China. El AFRICOM, anunciado por la Casa Blanca en febrero de 2007 como un dispositivo articulado en cinco bases juega un doble papel. Por un lado declara su carácter diplomático y de ayuda al desarrollo y por otro establece su principal cometido como el apoyo militar a la política estadounidense en África.
En esta fecha, el entonces asesor del Departamento de Estado estadounidense Dr. J. Meter Pham habló acerca de los objetivos estratégicos del AFRICOM: "proteger el acceso a los hidrocarburos y otros recursos estratégicos que África posee en abundacia y asegurarse que ninguna tercera parte interesada como China, India, Japón o Rusia, obtiene monopolios o trato preferencial". Se puede decir más alto pero no más claro.
A todo esto hay que añadir la violencia desatada por el grupo terrorista Boko Haram en Nigeria. La Comisión Estadounidense por la Libertad Religiosa Internacional publicaba un informe escalofriante a comienzos del 2012. El informe, dividido en cuatro partes, describía la violencia sistemática y estudiada contra los cristianos. Un análisis del Instituto Español de Estudios Estratégicos realizado por el T.Col Mario. A. Laborie señalaba que el objetivo de dicho grupo era instaurar la sharia, la ley islámica en Nigeria y apuntaba a sus lazos con AQMI (Al Qaeda en el Magreb Islámico).
En este escenario la Iglesia Católica tendrá que desenvolver su tarea de anunciar la Buena Nueva. En África la Santa Sede mantiene relaciones con 49 países exceptuando Mauritania, Sudán del Sur y Somalia. En África, la Iglesia Católica mantiene 964 hospitales, 5.000 dispensarios, 260 lepra, 650 jardines de infantes y 800 orfanatos. En el Norte del continente predomina el Islam pero el sur tiene mayoría cristiana.
Gracias a la intervención francesa Costa de Marfil tiene ahora un presidente musulmán como el que tomó el poder en la República Centroafricana en marzo de este año (en un país donde los cristianos son mayoría). La característica común a todas estas situaciones paradójicas es que allí donde la Iglesia Católica deja sitio a la fragmentación cristiana (pentecostalismo, evangelismo) se le ha hecho la cama al Islam. Hoy en día las antiguas potencias coloniales descuidan el factor religioso cuando no se limitan simplemente a hacer el juego al Islam.
El modelo de Iglesia del Papa Francisco "una Iglesia pobre y para los pobres" y su reciente carta de legitimación a la teología de la liberación bien podrían suponer ya una toma de postura clara frente a lo que está por llegar. El pueblo africano debería recibir justa compensación a nivel económico, de infraestructuras y de acceso a la financiación a cambio de entregar sus recursos naturales. Pero esto sólo será viable mediante la Unión de países africanos (UA) superando las barreras entre los ricos y los pobres, entre los países que tienen recursos naturales y los que carecen de ellos y sembrando la reconciliación.
En Noviembre del 2012 Benedicto XVI recibió al presidente de Benín, Boni Yayi que posteriormente se reunió con Tarcisio Bertone y éste fue uno de los temas tratados. Seguramente una de los objetivos de la diplomacia vaticana será hacer todo lo posible para que esa unión, por lo demás difícil y complicada, se haga realidad y logre un posicionamiento común frente a las potencias extranjeras en beneficio de su pueblo. Algo parecido también ocurre en Latinoamérica, donde el Papa comprende la necesidad de hacer realidad la unión de todos los países bajo el común denominador de la Patria Grande Latinoamericana.
Caben suponer fricciones, pues a las grandes potencias no les interesa esta unión. Más bien todo lo contrario. Primero se hace el caos y luego se controla el caos mediante líderes-instrumento tal y como sucedió en Latinoamérica. Así la despensa de casa está segura. Así las cosas todo hace suponer que habrá más figuras al estilo Oscar Romero en África. ¿Qué precio tendrá que pagar la Iglesia esta vez?