(José María Castillo, teólogo).- Es un hecho que el actual obispo de Roma, el papa Francisco, con las cosas que hace y con las que no hace, está desconcertando a mucha gente. Y, por supuesto, no faltan los que pasan del desconcierto al desengaño, a la desilusión o incluso a la indignación. ¿A qué viene, por ejemplo, canonizar el mismo día a Juan Pablo II y a Juan XXIII? Si no estaba de acuerdo con subir a los altares a uno de ellos, ¿ha equilibrado la cosas subiendo también al otro? ¡Estos "apaños"!, piensa la gente, se notan mucho. Y terminan por no contentar a nadie.
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