"¡Por amor de Dios, papa Francisco, no tome en cuenta el lenguaje de los políticos!" El papa Francisco quiere líos

Francisco
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"El papa se mete en líos y recomienda que no nos los ahorremos nosotros. Y es que, a la Iglesia, como a la vida, les faltan líos… Sin líos, no hay vida que merezca la pena"

"Recientemente el papa se ha metido en un buen lío, en este caso hispanoamericano. Las expresiones que han acolitado y acolitan las informaciones referidas al tema sobrepasan toda -casi toda- ponderación y medida"

"Sobran razones para reconocer que 'el descubrimiento, conquista, repoblación y despoblación' de América se llevó a cabo, mal"

"Es de cumplimiento obligado confesar que precisamente fue la Iglesia, si no inspiradora, sí consentidora de cuanto se efectuó en el colectivo de los pueblos americanos, recién descubiertos"

"E imprescindible destacar que, ya desde los tiempos primeros de la organización administrativa, clérigos y obispos del talante de Fray Bartolomé de las Casas pusieron el grito en el cielo en demanda de respeto y justicia a favor de los pueblos, personas y culturas de 'indios' e 'indias'"

"Santo y bendito es el lío en el que el papa Francisco ha tenido a bien meterse con todas sus consecuencias, con sincera petición de perdón"

“Meterse en líos” –“situación confusa, agitada o embarazosa”- suele ser tarea consuetudinaria del papa Francisco. El papa se mete en líos y recomienda que no nos los ahorremos nosotros como ministerio propio de la pastoral a seguir en una Iglesia “en salida” y substantivamente sinodal, siempre y cuando nos acompañe su homónimo el de Asís. Y es que, a la Iglesia, como a la vida, les faltan líos. Estos son señales preclaras de actividad, de vivencia y de convivencia. Sin líos, no hay vida que merezca la pena. Y menos si es la espiritualidad el elemento que la conforma. Sin líos -aislados, solos e incomunicados y descomprometidos-, la vida y la Iglesia carecerían de sentido y de contenido.

Y recientemente el papa se ha metido en un buen lío, con características universales, como siempre acontece, y en este caso hispanoamericano. Las expresiones que han acolitado y acolitan las informaciones referidas al tema sobrepasan toda -casi toda- ponderación y medida. Y es que, sobre todo, los políticos y sus congéneres, como viven de ello, tienen “licencia” de libertad-libertinaje, que otros colectivos no usarían por decencia o por modales, aunque estos sean ya ancestrales.

Del “descubrimiento, conquista, evangelización, desvalijamiento”, y variedad de conceptos y comportamientos que acompañaron ya desde el principio, y después, la obra iniciada por Cristóbal Colón en su primera aventura americana –“la más importante que vieron los siglos”- , vencedores y vencidos dieron y dan versiones totalmente distintas. Y hasta contradictorias. Así ha sido, es y tiene que ser en tantos otros lugares y pagos.

¿Qué versión tendríamos de los hechos en el caso que el Almirante hubiera sido financiado, pocos años antes, por los “moros”, poseedores de Al -Ándalus?

(Honestamente hay que reconocer que la llamada “Leyenda Negra” se cebó de modo especial con los pueblos ibéricos, conscientes todos de que el resto de los otros “colonizadores” se comportaron mucho peor. Pero así se escribe la historia y, por ahora, habremos de limitarnos a lamentarlo lo más tristemente posible).

Sobran razones para reconocer que “el descubrimiento, conquista, repoblación y despoblación “ de América se llevó a cabo, mal. Rematadamente mal. Y en contra de los más elementales derechos humanos, de personas, obras y colectividades. Poner en duda este hecho constituiría un fraude, y una ofensa de lesa humanidad, sensatez y cordura.

Dejándome de exculpaciones, impías o piadosas -según-, es de cumplimiento obligado confesar que precisamente fue la Iglesia, si no inspiradora, sí consentidora de cuanto se efectuó en el colectivo de los pueblos americanos, recién descubiertos por la entonces conocida civilización occidental.

La Iglesia, y más la católica, apostólica y romana, con sus papas, cardenales, obispos, curas y teólogos, llegaron a imponer sus criterios a emperadores, reyes, virreyes, generales y gobernadores “cristianísimos”, sin que a estos les quedara otra opción que la de obedecer, por aquello de que “toda autoridad viene de Dios”, y los papas – sus vicarios o Vice Dios-, están dotados (¡!) de capacidad humana y divina para anatematizar a quienes pensaran o actuaran de distinta manera. La espada y la cruz, entrelazadas, testificaron con claridad, contundencia y argumentos teológicos y ético-morales la ardua cuestión hasta de que si “indios” e “indias” poseían o no alma humana, para tratarlas de una u otra manera.

Como de una buena parte de esa Iglesia, con su jerarquía a la cabeza, no era inspirador el Evangelio, sino el poder y el comercio, es imprescindible destacar cuanto antes que, ya desde los tiempos primeros de la organización administrativa, clérigos y obispos del talante de Fray Bartolomé de las Casas pusieron el grito en el cielo y las cartas sobre las mesas de gobernadores y virreyes en demanda de respeto y justicia a favor de los pueblos, personas y culturas de “indios” e “indias”.

Santo y bendito es el lío en el que el papa Francisco ha tenido a bien meterse con todas sus consecuencias, con sincera petición de perdón por pasados y presentes comportamientos , protagonizados por la Iglesia y su jerarquía, contra los países americanos en aquellos tiempos , que descalifcaron la doctrina contenida en los evangelios, a la vez que en los mismos monumentos de la intensa cultura religiosa que vivieron sus antepasados “indios”. La petición de perdón reclama por lógica y por teología, propósito de enmienda y reparación.

Al ponerle el punto y aparte a estas sugerencias patroneadas por la Virgen bajo la advocación de “Nuestra Señora de Quitanudos”, no dejo de referirme a los sempiternos “todopoderosos” arzobispos de Toledo –“terceros reyes de España”- , por su condición de “Primados de las Españas”

En este contexto hiispanoamericano, no dejo de destacar el grave escándalo que entraña el dato de que la custodia del “Corpus Christi” precisamente de su “Dives Toletana”, labrada por Enrique de Arfe, el oro de su parte central fuera el primero que se sustrajo de América y que, regalado a Isabel ”la Católica,” fue donado por ella después para la elaboración de esta joya, una de las más valiosas y artísticas de todo el orbe católico…

Así las cosas, y en resumidas cuentas, no es de buen parecer político-religiosa esta coincidencia. Y, ¡por amor de Dios, papa Francisco, no tome en cuenta, ni al pie de la letra, el lenguaje de los políticos, por lo que, si sigue interesado en peregrinar a Compostela, no deje de hacerlo. Santiago es de todos. Es decir, también de los nuestros. Fue protomártir de su Colegio Apostólico…!

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