Xosé Manuel Carballo ¿Se podrá decir sin molestar que estamos en cuaresma?
(Xosé Manuel Carballo).- El sábado, 27 de mayo se inicia el Ramadán, hasta el 25 de junio, y la Pascua judía del 10 al 18 de abril. Aunque no soy imán musulmán ni rabino judío, lo adelanto, no vaya a ser que la generalidad de los medios públicos de información se olviden de decirlo, como se olvidaron muchos de recordar que el 1 de marzo empezó la cuaresma con ese trasnochado rito de la ceniza para recordar a cuatro viejos que no se pongan muy chulitos y que respeten, cuiden y no ultrajen la tierra porque, al fin y al cabo, de ella salimos y a ella volveremos.
En una cultura en la que se pretende imponer el credo de que dios son unos pocos hombres privilegiados, no todos, por supuesto, ¿Qué sentido pueden tener estas antiguallas? ¿O todavía será posible encontrarles sentido guiados por el papa Francisco que no habla de una cuaresma disecada o fosilizada, sino viva y actual?
En Castro de Rei de Tierra Llana de Lugo, aunque no nos lo recuerden, no lo olvidamos: porque tenemos un monumental Viacrucis, -en lo que yo conozco el más monumental de Galicia-, y todos los primeros domingos de Cuaresma y Viernes Santo tenemos celebración comunitaria, independientemente de los y las que lo andan, o mejor dicho: suben, particularmente a lo largo del año para, acabar ante una majestuosa estatua coronada por una imagen en granito del Sagrado Corazón de 2´80 ms. de alto. La imagen, que la estatua mide 15 y está enclavada en un paraje con una vista panorámica sublime.
Este año tampoco lo olvidamos, pero, como lloviznaba un poco ese día, tuvimos el Viacrucis dentro, en la Iglesia parroquial. Participaron unas 30 personas en la lectura de las estaciones, porque en cada una intervienen tres. La parte musical corría principalmente a cargo de una chica de setenta y pico años, Angelines Fernández Darriba, que a los trece fue vocalista en una orquesta formada por labriegos semipropietarios y jornaleros de las parroquias próximas, de Bazar, Santa Leocadia y Outeiro.
Vinieron casi a propósito desde Madrid ella y su esposo Fernando, un joven de aproximadamente la misma edad que conduce de maravilla. Estando ya aquí supieron de la grave enfermedad de una amiga y todos rezamos por ella. En el canto de solistas se veía reforzada por nuestro cura y mi cura, Javier Rodríguez Couce. Si, él es mi cura, mi hermano, mi amigo, aunque por ahora en los papeles figuro yo como párroco contra mi voluntad.
Además del canto Javier y yo lo controlábamos casi todo, pero contábamos con el apoyo de la Asociación de Vecinos y de las dos guías de la celebración, Samarita y Raquel, dos profesoras, colaboradoras de viejo, que ya hace años en otro viacrucis le ayudaran a levantarse a Fray José, siendo Obispo de Lugo que pisó el alba y cayó, regalándonos así de manera muy plástica la lección de que cae cualquiera, hasta los obispos. Lo importante es tener ganas y quién ayude a levantarse. ¡Qué curioso! Lo vimos caer cuatro curas, pero quienes llegaron primero a ayudarle a levantarse fueron dos mujeres.
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