"A mi juicio, es este solo un punto de partida" El Responsum de Doctrina de la Fe: un reto pastoral

Boda entre personas del mismo sexo
Boda entre personas del mismo sexo

"Ha habido amigos filipinos, tanto heterosexuales como homosexuales, quienes me han solicitado mi opinión sobre el documento firmado por el Cardenal Ladaria y Monseñor Morandi"

"El Responsum me ha parecido un gran documento, bien formulado teológicamente. Pienso que el papa no ha hecho ninguna concesión a los conservadores y a los intolerantes"

"Es un punto de partida que conlleva un gran reto pastoral resumido en la siguiente pregunta: ¿se puede distinguir en la vida real o pastoral, al dar las bendiciones, entre las personas con orientación homosexual y su unión?"

"La iglesia sigue caminando. Su camino en la historia es su propia reforma. Ecclesia semper reformanda est! No es el fin del trayecto. Tampoco este Responsum supone un nuevo comienzo. Más bien es un comienzo renovado"

Los filipinos, tanto heterosexuales como homosexuales, suelen ser conservadores. Prefieren seguir a la iglesia en cuestiones de doctrina y de morales. Esto se debe en gran parte al clericalismo imperante en estas islas. En general, los católicos filipinos no pueden separar su devoción de los clérigos a quienes ven como mediadores privilegiados de tal manera que también en la sociedad a los sacerdotes (y también los religiosos de ambos sexos) se les trata no solo con respeto sino más bien con veneración que muchas veces rebosa los límites de la racionalidad.

En los noticiarios filipinos, se ha difundido, algunas veces con picardía, la noticia de la publicación del Responsum de la Congregación para la Doctrina de la Fe (CDF) a un dubium sobre las bendiciones
de las uniones de personas del mismo sexo,15.03.2021 (firmado el 15.02.2021).

Como por ejemplo, uno de los periódicos filipinos afirmó que en dicho documento la congregación afirmaba que la homosexualidad ''era un pecado''. Muy lejos de la mente de los firmantes del Responsum aunque es verdad se lee en el mismo: ''Mientras tanto, la Iglesia recuerda que Dios mismo no deja de bendecir a cada uno de sus hijos peregrinos en este mundo, porque para Él «somos más importantes que todos los pecados que nosotros podamos hacer» (Francisco, Audiencia General del 2 de diciembre de 2020, Catequesis sobre la oración: la bendición). Pero no bendice ni puede bendecir el pecado: bendice al hombre pecador, para que se reconozca como parte de su designio de amor y se deje cambiar por Él. Él, de hecho, «nos toma como somos, pero no nos deja nunca como somos» (Ibidem)''.

El Responsum solo quería distinguir entre la persona y el acto de la misma. No es esta una afirmación rotunda de que la homosexualidad era un pecado. Más bien un principio metodológico si bien desafortunadamente ha echado un poco de leña al fuego dado el ambiente cargado en la mentalidad eclesial filipina en donde ya está afirmado con morbosidad insana e insensata que la homosexualidad es un pecado y por tanto condenable como se hizo en el pasado reciente, sin matizaciones ulteriores. Si bien dicho párrafo del Responsum ha tenido consecuencias desafortunadas en el sentido ya mencionado, este principio es personalista en el sentido de que se le prima a la persona sobre todo sus valores, actos, contratos. En otras palabras, ante todo las personas.

De momento, en general, el Responsum ha creado poco furor por estas islas. Y esto, por un lado, se debe a que los filipinos en general no esperan ningún cambio en la postura eclesial sobre la homosexualidad si bien a muchos les parecieron esperanzadoras al respecto las palabras del papa Francisco. Por otro, otras preocupaciones más mundanas pero más necesarias como el reciente aumento desconcertante y preocupante de casos del COVID-19. La pandemia sigue impidiendo movilizaciones que exijan presencia física.

Pero ha habido amigos filipinos, tanto heterosexuales como homosexuales, quienes me han solicitado mi opinión sobre el documento firmado por el Cardenal Ladaria y Mons. Morandi, contando con el beneplácito del mismo papa Francisco. Esto se debe a que los filipinos ya han evolucionado en su actitud hacia la homosexualidad. Hoy en día, los filipinos somos más abiertos, tolerantes y comprensivos si bien sigue habiendo personas intolerantes, vestigios de una mentalidad y cultura totalmente desfasada teniendo muy en cuenta los avances culturales en este país. Pero peor que los intolerantes son los oportunistas que son proclives a cambiar de chaqueta dependiendo de quién ostente el poder.

En fin, la debilidad humana. La conciencia aguda de la misma debería convertirnos en seres más humanos, más humanitarios empezando con el clero filipino que sigue predicando, desde los púlpitos del privilegio y superioridad moral y cultural, de manera condescendiente y paternalista sin tener en cuenta el mensaje renovado del papa Francisco centrado en la misericordia y en la gracia.

A lo que voy. He respondido a los que me han hecho llegar sus preguntas por las redes sociales sobre el documento en cuestión que me ha parecido un gran documento, un Responsum que está bien formulado teológicamente. Uno me ha preguntado si no me parecía contradictorio este documento a esa entrevista tan difundida del papa en que este expresaba que las leyes civiles deberían proteger a las parejas homosexuales con derechos. Le he respondido que este documento está en consonancia con las declaraciones del papa y este al darle el visto bueno al Responsum refleja la coherencia de su postura y que ahora los conservadores no pueden acusarle de ser un retrógrado.

Pero he añadido en mi respuesta a mis amigos en las redes sociales que el papa no ha hecho ninguna concesión a los conservadores y a los intolerantes o a los que siguen en el almario sino que ha reiterado lo de siempre pero con una novedad del papa de la que hace eco el documento. Esto lo encontramos en el párrafo anterior al ya citado arriba del Responsum. Merece la pena al respecto traerlo a colación: ''La respuesta al dubium propuesto no excluye que se impartan bendiciones a las personas individuales con inclinaciones homosexuales que manifiesten la voluntad de vivir en fidelidad a los designios revelados por Dios así como los propuestos por la enseñanza eclesial, pero declara ilícita toda forma de bendición que tienda a reconocer sus uniones. En este caso, de hecho, la bendición manifestaría no tanto la intención de confiar a la protección y a la ayuda de Dios algunas personas individuales, en el sentido anterior, sino de aprobar y fomentar una praxis de vida que no puede ser reconocida como objetivamente ordenada a los designios revelados por Dios (Congregación para la doctrina de la fe, Carta Homosexualitatis problema sobre la atención pastoral a las personas homosexuales, n. 7)''.

A mi juicio, el Responsum, con el beneplácito del papa, ha mejorado la formulación. El documento es un gran salto, un gran paso en los documentos oficiales de la iglesia. No solo distingue entre personas como se ha hecho tradicionalmente, por así decirlo, sino que al recalcar el valor de la persona ha subrayado que tanto los sacramentos como los sacramentales, esto es, las bendiciones son para las personas. Se ha primado a las personas. Cualquier herramienta o criatura relacionada con el hombre (como sus moradas, campos, herramientas) son bendecidas en relación con las personas que aspiran a vivir bien en conformidad con el Evangelio.

La iglesia nunca puede elevar las uniones homosexuales a un nivel sacramental. La iglesia ha optado ser prudente al no permitir la bendición de dichas uniones pero sí las de las personas homosexuales, reconociendo a la vez sus derechos incluso en el área civil. A mi juicio, la CDF ha optado por la claridad, evitando todo malentendido pero esta opción ha desilusionado a muchos, entre ellos obispos y pastores simpatizantes de los LGBTQ+. Muchas veces la claridad ha causado dolor y estupor. Muchas veces también es el precio a pagar. Muchos han expresado que se sienten defraudados por Francisco y su aparente tono abierto y conciliador al dar su visto bueno al Responsum.

Sin embargo, Francisco y la CDF no han defraudado a nadie. El Responsum pese a la claridad no ha faltado a la caridad que es lo que debería primar en todas las situaciones, sobre todo en las más conflictivas en que las decisiones no sean del todo fáciles, en que las distinciones de escuelas desaparezcan o que obstaculicen la buena o bondadosa gestión de los pastores y fieles.

De hecho, ha reafirmado que se le prima a la persona en la iglesia. La persona por encima de sus herramientas e incluso las consecuencias de sus actos, aunque lamentablemente la iglesia en el pasado, e incluso en el presente (por ejemplo, en las diócesis castrenses), han bendecido o siguen bendiciendo las armas que por sí deberían servir a los hombres para su defensa legítima propia pero que se han usado para matar a los hermanos y herir a los inocentes.

Indirectamente el Responsum -y en esto creo que podía haber sido más directo y explícito- ha afirmado que reconoce la bondad inherente del hombre que sus actos, por muy horrendos que fueren, nunca podrían anular. Este asunto debería ser también el tema de una reflexión no solo de la CDF sino sobre todo del mismo papa, con los obispos en comunión con él, pues la suya sigue siendo una de las voces más importantes (si no es ya la más importante) en el diálogo mundial por la paz y el bienestar.

"Francisco y la CDF han reafirmado, por una parte, la teología sacramentológica y litúrgica; y por otra, la dimensión pastoral de la iglesia que acoge a todas las personas"

De nuevo, citemos el Responsum que asevera: ''La declaración de ilicitud de las bendiciones de uniones entre personas del mismo sexo no es por tanto, y no quiere ser, una discriminación injusta, sino reclamar la verdad del rito litúrgico y de cuanto corresponde profundamente a la esencia de los sacramentales, tal y como la Iglesia los entiende. La comunidad cristiana y los Pastores están llamados a acoger con respeto y delicadeza a las personas con inclinaciones homosexuales, y sabrán encontrar las modalidades más adecuadas, coherentes con la enseñanza eclesial, para anunciarles el Evangelio en su plenitud. Estas, al mismo tiempo, están llamadas a reconocer la cercanía sincera de la Iglesia – que reza por ellas, las acompaña, comparte su camino de fe cristiana (Congregación para la doctrina de la fe, Carta Homosexualitatis problema sobre la atención pastoral a las personas homosexuales, n. 15) – y a acoger las enseñanzas con sincera disponibilidad''.

A mi juicio, es este solo un punto de partida. Hemos de reconocer que el Responsum, como ya queda dicho, es un documento buen fundamentado teológicamente al afirmar una doctrina que no puede cambiarse pero conlleva un gran reto pastoral que puede resumirse con la siguiente pregunta: ¿se puede distinguir en la vida real o pastoral, al dar las bendiciones, entre las personas con orientación homosexual y su unión?

Por ejemplo, si una pareja homosexual notoria por el estado civil de su unión en la comunidad se le acerca a su párroco para pedir juntos o juntas una bendición. Muchos legalistas responderán que la solución dependería de la intención del pastor o a quien se dirige la bendición según la mente del pastor y de la de los que solicitan la bendición. Pero sabemos muy bien que en la vida real no se puede detener en distinciones bizantinas. De hecho, estas mismas se diluyen en la dinamicidad de la cotidianidad.

En este sentido, el Responsum, pese a su claridad y rotundidad, es una cuestión abierta en el sentido de que conlleva el reto de abrir, encontrar, descubrir rutas pastorales más creativas, más abiertas, más caritativas.

Dichas rutas deben descubrir el espíritu evangélico más allá de restricciones impuestas por bendicionales, códigos e incluso respuestas oficiales a dudas. Queda patente que el Responsum no ha querido cerrar los caminos pastorales si bien su lenguaje o su manera de presentación contundente, sobre todo a la hora de hacer esa distinción entre la persona y sus actos, si bien dicha contundencia prima a aquella mientras subordina a esta, deja mucho que desear a nivel práctico, existencial y vivencial.

Ninguno debe sentirse excluido de la iglesia y de la labor pastoral de esta, como han subrayado muchas voces autorizadas a propósito del documento de la CDF, como el Cardenal Kevin Farell, actualmente el cardenal camarlengo y prefecto del Dicasterio para los laicos, familias y vida, que en mi opinión es el más equilibrado de todos los comentaristas. El lenguaje explícito del Responsum ha dejado esto claro de manera explícita. A tenor de ello, el mismo Responsum es una llamada implícita a seguir bregando, a seguir sembrando en la besana de una praxis pastoral renovada y por lo tanto más caritativa, sin dejar de un lado la claridad (evitando malentendidos y abusos) para encontrar una medida o estrategia pastoral (el deseado término medio) que no contradiga lo explícitamente afirmado por el Responsum sino que haga más relevante de manera renovadora las implicaciones pastorales del mismo siempre en el contexto de la tarea no muy fácil pero muy necesaria de trazar, en primer lugar, las líneas orientadoras hacia su ejecución.

Yo personalmente, para empezar, sugeriría una revisión del Bendicional. Todas las fórmulas, rúbricas y nomenclaturas deberían afirmar que las bendiciones son para las personas y no para las herramientas o propiedades o artículos religiosos que usan. Por ejemplo, en vez de bendecir un rosario per se, el Bendicional debería reformular el rito de tal manera que se bendiga no el rosario sino el que lo use y que su uso sea por la mayor honra y gloria de Dios y el bien de la iglesia peregrina. O también debería eliminar o, al menos, reformular y repensar la bendición de armas y de otro equipamiento castrense que se han usado para fines violentos. Incluso los artículos religiosos no se han librado de los abusos. Por ejemplo, los rosarios sobre todo cuando estos se rezan para pedir por el mal de otras personas y otras formas supersticiosas o como instrumento de la hipocresía y de esta saben mucho los filipinos sobre todo en la esfera política.

No es un documento perfecto. Por eso, más que lanzar un reto el Responsum es en sí mismo un reto sobre todo en el área pastoral, más allá del lenguaje afirmativo y sus tres vertientes (lenguaje locutivo, lenguaje ilocutivo y el lenguaje meramente perlocutivo). Ahora cabe encontrar un lenguaje performativo. Y es preferible leer y actuar (o performar) teniendo en cuenta las voces de discordia y desilusión incluso entre pastores y teólogos cuyas experiencias ayudarán mucho en la formulación de un lenguaje performativo mucho más caritativo y amplio. El Responsum no ha cerrado caminos. Ha resuelto una duda siendo a la vez en sí apertura de nuevos filones.

La iglesia sigue caminando. Su camino en la historia es su propia reforma. Ecclesia semper reformanda est! No es el fin del trayecto. Tampoco este Responsum supone un nuevo comienzo. Más bien es un comienzo renovado. Por ser renovado inevitablemente sigue abriendo caminos de creatividad, buscando formas que conjuguen mejor la claridad con la caridad, que es participación en el amor de Dios quien ''nos toma como somos, pero no nos deja nunca como somos'', sabiendo que el Responsum no está exento de imperfecciones pero tiene aciertos y, sobre todo, retos - que son los momentos por los que se hace concreta la deseada creatividad-, máxime en el nivel de la praxis.

Al final, lo que cuenta es que todos se sientan amados, aceptados y comprendidos dentro de nuestra iglesia, pues en realidad no es la iglesia quien nos bendiga sino que todos somos llamados a ser bendiciones para la iglesia.

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