La frondosa alameda de la amistad

El camino es escalar día a día
las altas y escarpadas cimas
de la convivencia,
la certidumbre de que
no me vas a dejar atrás,
que curarás mis heridas cuando caiga,
saber que sólo juntos lograremos llegar.

El camino es contemplar el horizonte,
sin echar nunca la vista atrás,
o unas espigas verdes dejándose
acunar por el viento,
como olas suaves en el azul del mar.

El camino es dejarse abrazar,
escuchar el gemido y el gozo profundo
que provocan las caricias, la ternura,
de momentos inolvidables de intimidad.

El camino es ver crecer los frutos,
acompañar en las noches de dolor,
descifrar el sentido de cada aurora,
animar con una sonrisa
o regalar un consejo, un beso
en los momentos oscuros de soledad.

El camino es descubrir con admiración
la flor que crece en el asfalto,
el destello en unos ojos agradecidos,
la búsqueda en común de la felicidad.

El camino es aceptar
que el tiempo pasa,
que en cada instante,
en cada brizna de esperanza,
en cada mota de polvo
del sendero de la vida
está ya palpitando

El camino es constatar
que no somos los mismos

que cuando lo empezamos,
que hemos ido avanzando, creciendo,
que ha sido, y es un hermoso regalo,
compartir a tu lado la frondosa
y fragante alameda de la amistad.
Volver arriba