La santidad que hoy el Pueblo necesita Santidad: el cristianismo posible de Francisco

Santidad: el cristianismo  posible de Francisco
Santidad: el cristianismo posible de Francisco

Con Francisco, la hagiografía (estudio de la santidad) se está "desclericalizando", "desacartonando" y volviendo a ser patrimonio de la experiencia de la Iglesia total, llamada "Pueblo de Dios"

Los santos han penetrado en la "lógica de Jesús", son constructores de bien común y sociedad, no meros obsesivos de una perfección espiritual egoísta y aislada.

Sinodalidad y movimientos populares son dos hitos de Francisco para vivir la plenitud del cristianismo como Pueblo de Dios y vencer el individualismo deshumanizante de nuestro tiempo.

En "Gaudete et exultate" propone una renovada santidad para nuestro tiempo. Lamentablemente tal escrito ha espantado a muchos sólo por mencionar la palabra "santidad", tan abusada ideológicamente por el tradicionalismo obsoleto. Pero no podemos dejar un concepto de hondas raíces cristianas en manos de grupetes tan miopes.

Estos santos, "que no son de los nuestros", muestran el amor de un Padre por salvar a todos y sale a invitar a todos a los caminos  (Mt 22,9). Ellos evidencian nuestra poca "eficiencia" en aprovechar "la plenitud de los medios de salvación".

Si la Iglesia ha de renacer como posibilidad de Pueblo de Dios es siendo "hospital de campaña" entre los lastimados que el mundo descarta. Allí Jesús se encarnó para siempre con sus santos, que no lo encierren en ortodoxias de biblioteca o rituales pomposos. Si nuestros templos están vacíos, es que no están donde deben estar, con Jesús, en su Pueblo de periferias humanas, junto a los santos de verdad.

“Felices ustedes ... porque tuve hambre y me dieron de comer…” No es una simple invitación a la beneficencia... ilumina el misterio de Cristo, y nos invita a descubrirlo en los pobres y sufrimientos ( GE  96).

La santidad posible: cristianismo cotidiano y santos anónimos

Uno de los aciertos de Francisco al reformular el sentido que suele darse a la santidad. Ha des-acartonado esta dimensión, ya que generalmente  es vista como un fenómeno raro, extraordinario y encerrado en ejemplos inalcanzables (GE  5)... y con tufillo de marketing eclesial.

De ser vista como una "imposición extra" a la vida cristiana, el Papa la presenta como su desarrollo apetecible, "normal", "apta para todo público" y no solo para un grupito de superhéroes esforzados, propagadores de una iglesia triunfalista.

Al referirse a “Los santos de la puerta de al lado”, abandona esa rigidez forzada a la que estamos acostumbrados al hablar de los santos. De este modo, Francisco busca sacar el concepto santidad de las manos de los especialistas, los brahmanes y fariseos de ayer y de siempre, quienes complican las cosas para domesticar mejor.

Con Francisco, la hagiografía (estudio de la santidad) se está "desclericalizando" y volviendo a ser patrimonio de la experiencia de la Iglesia total, llamada "Pueblo de Dios" por el Vaticano II. Incluso, al mencionar en sus escritos a tantas personas de extraordinaria humanidad, está dando a entender que hay un cristianismo y una santidad que traspasa los límites formales de la institución ...y va más rápido, gracias a Dios. Y esto sucede desde la época del mismo Jesús que admite a los "de afuera" de la religión: "ninguno hay que haga milagro en mi nombre, que luego pueda decir mal de mí. Porque el que no es contra nosotros, por nosotros es".(Mc 9,39) 

Estos santos, "que no son de los nuestros", muestran el amor de un Padre por salvar a todos y sale a invitar a todos a los caminos  (Mt 22,9). Ellos evidencian nuestra poca "eficiencia" en aprovechar "la plenitud de los medios de salvación"

Hay tantos que con menos "recursos", viven una plenitud humana admirable. Este fue el pensamiento de santo Tomás Moro cuando escribió su libro "Utopía": presentar un mundo en que los hombres aprovechaban mejor su razón para hacer una sociedad justa, mientras que la cristiandad, colmada con dones sobrenaturales desaprovechados, vivía en una inhumanidad militante.

Pero en el principio no fue así (Mt 19,8) decía Jesús a los de su tiempo y también hoy. En la experiencia cristiana primitiva, la santidad posible está muy bien relatada en la “Carta a Diogneto”, del año 158. Tomo algunos párrafos y dejo el sitio web para darnos un baño de esperanza en este día de Todos los Santos: 

"Los cristianos no se distinguen de los demás hombres, ni por el lugar en que viven, ni por su lenguaje, ni por sus costumbres… no utilizan un hablar insólito, ni llevan un género de vida distinto…siguen las costumbres de los habitantes del país… y, sin embargo, dan muestras de un tenor de vida admirable y, a juicio de todos, increíble…. los cristianos son en el mundo lo que el alma es en el cuerpo..."

https://www.vatican.va/spirit/documents/spirit_20010522_diogneto_sp.html

misericordia para todos
misericordia para todos

Sin Pueblo, no hay santidad

Durante mucho tiempo la santidad fue concebida como una tarea exclusivamente individual, había que ser el "Llanero solitario", el Gary Cooper en "A la hora señalada", el justiciero solo contra el mundo.  "Salva tu alma" era el lema de los últimos años anteriores al Concilio Vaticano II. Aunque la frase era inspirada por  nobles sentimientos, era incompleta. 

El término  “Salva” ,estrictamente hablando, es un indicio de pelagianismo: nadie puede salvarse a sí mismo. Sólo Dios salva. En segundo lugar· “Tu” mostraba una preocupación solo individualista: nadie se salva solo, sino en comunión con otros y en tercer lugar· “Alma” era una señal de espiritualismo desencarnado, un maniqueísmo solapado que consideraba bueno lo espiritual y malo lo material. Pero el alma no se salva sola, no somos ángeles. Se salva el hombre entero, en cuerpo y alma, como decimos desde hace siglos al final del Credo.

El catolicismo siempre ha sido por definición, integrador, desde sus inicios: Dios y hombre, cuerpo y alma, persona y sociedad, contemplación y acción, búsqueda del Reino de los Cielos y compromiso con la justicia en este mundo, etc. Contempla no solo la "vida eterna" sino la "vida entera". Aunque a veces pongamos históricamente demasiado énfasis en un lado o en el otro...y después evolucionemos mediante la conversión, hacia visiones más centradas y encarnadas.

Esta frase ambigua todavía era interpretada con cierta adecuación mientras la sociedad aún tenía el soporte cristiano y se sabía (o no) en lo que se ponía énfasis. Pero hoy ya no, el huracán individualista ha hecho añicos la dimensión social y solidaria. También ha relegado la espiritualidad a técnicas piadosas de evasión compatibles y cómplices con la mayor explotación sistémica del hombre y la naturaleza que ha conocido la historia. Por eso el desesperado llamado de Fratelli Tutti: sin hermanos no existe humanidad posible por más tecnología que haya.

El Papa responde a estos errores en la carta sobre la santidad "Gaudete et exultate". Lamentablemente tal escrito ha espantado a muchos sólo por mencionar la palabra "santidad", tan abusada ideológicamente por el tradicionalismo obsoleto. Éste requiere modelos impermeables a los Signos de los Tiempos y ejemplos de buenitos y piadosos cómplices del sistema mundo que los favorece. Pero no podemos dejar un concepto de hondas raíces cristianas en manos de grupetes tan miopes.

Francisco corrige este "individualismo al referirse a esa ontológica identidad comunitaria llamada "Pueblo", un entretejido indispensable para ser protagonistas de la historia y construir un mundo mejor. Es otra manera de explicar la comunión de los santos, que influye decisivamente en la vida de fe. Dice el Vaticano II: «fue voluntad de Dios el santificar y salvar a los hombres, no aisladamente, sin conexión alguna de unos con otros, sino constituyendo un pueblo, que le confesara en verdad y le sirviera santamente»(LG 9). Los santos son constructores de bien común y sociedad, no meros obsesivos de una perfección espiritual egoísta y aislada.

Esto lo está implementando mediante la "Sinodalidad" que inició para renovar esa dimensión participativa propia de un Pueblo y no de masas piadosas manipuladas por elites sacralizadas...en extinción. 

"El Señor, en la historia de la salvación, ha salvado a un pueblo. No existe identidad plena sin pertenencia a un pueblo. Por eso nadie se salva solo, como individuo aislado, sino que Dios nos atrae tomando en cuenta la compleja trama de relaciones interpersonales que se establecen en la comunidad humana: Dios quiso entrar en una dinámica popular, en la dinámica de un pueblo". (GE 6)

También Francisco le ha dado mucha importancia a esa primera línea cristiana en las periferias que son los  movimientos populares. Son los "adelantados" del Reino de los Cielos entre nosotros. Si alguno busca santos en esta época, estos movimientos son una cantera de ellos:

"Ustedes están ahí, poniendo el cuerpo junto a ellos, para hacer las cosas menos difíciles, menos dolorosas. Los felicito y agradezco de corazón. Espero que los gobiernos comprendan que los paradigmas tecnocráticos (sean estadocéntricos, sean mercadocéntricos) no son suficientes para abordar esta crisis ni los otros grandes problemas de la humanidad. Ahora más que nunca, son las personas, las comunidades, los pueblos quienes deben estar en el centro, unidos para curar, cuidar, compartir." (Francisco a los MP 12/4/2020)

libro movimientos populares

Discernimiento y no voluntarismo. Misericordia y no sacrificios.

Para la santidad no hay recetas ni reglamentos. Ante la pregunta de qué había que hacer, que los apóstoles le hicieron a Jesús, Él respondió "Ven y Sígueme" (Mt 19,21). Por eso Francisco pone su atención más en la ortopraxis, una manera correcta de actuar,  que en la "ortodoxia", una definición teórica del misterio, que preocupa en demasía a los que se creen guardianes de la fe y ven relativismos por todos lados.

Francisco expande la comprensión moral porque la verdad objetiva es un lado -fundamental- del complejo poliedro de la moralidad...pero requiere muchas otras facetas para ser moralidad humana.

En Gaudete y exultate  Francisco reintroduce lo que ha experimentado de la espiritualidad ignaciana y paulina: la doctrina del discernimiento en el Espíritu, (Rom 12,1-3). Santidad es el discernimiento entre un bien superfluo y otro esencial, la prudencia o "recta ratio agibilium", que aplica los principios a las realidades cambiantes y complejas.

Además, la santidad es un camino de discernimiento no solo entre el bien y el mal, sino entre bienes. Por eso San Agustín define la libertad como "la elección reflexiva de lo mejor". Discernir es seguir a Jesús en un camino donde afinamos la puntería y la elección, y ser más libres...para amar en las situaciones múltiples de la vida.

Y en esto no solo encontramos la objetividad de la verdad sino también los condicionamientos del ser humano, que son miles. Allí entra en juego la grandeza de la misericordia que abarca a todo el hombre con su vulnerabilidad para elegir.

“Es mezquino detenerse solo a considerar si el obrar de una persona responde o no a una ley o norma general, porque eso no basta para discernir y asegurar una plena fidelidad a Dios en la existencia concreta de un ser humano" (AL 304)

La salvación de lo humano es un regalo de Dios, gratuidad que se acepta por la fe y no por los propios méritos como nos recordaba la reciente carta sobre Santa Teresita del Niño Jesús:  

"Frente a una idea pelagiana de santidad, individualista y elitista, más ascética que mística, que pone el énfasis principal en el esfuerzo humano, Teresita subraya siempre la primacía de la acción de Dios, de su gracia...no me apoyo en mis méritos —que no tengo ninguno—, sino en Aquel que es la Virtud y la Santidad mismas".( C´est la confiance 17)

Los enemigos de la santidad

La preocupación de Gaudete y exultate  ya no es el dichoso relativismo sobre el que el tandem papal polaco-alemán insistió hasta el cansancio, sino el rigorismo. Por eso ni menciona a la Veritatis esplendor, a la que da por entendida.

Los dos “enemigos” que Francisco señala, son afines entre sí (GE  35; 48),  son el aspecto –teórico y práctico− del mismo rigorismo , propio del racionalismo que construye. sistemas normativos cerrados y el ascetismo rígido que intenta implementarlos.

Gnosticismo y pelagianismo son la teoría y la práctica de una vida que puede parecer "muy religiosa" en apariencia, pero en la que están ausente Dios y su Gracia. La autosuficiencia y la soberbia de querer construir y rescatar lo humano sin la misericordia hecha carne, es el mayor desvío de la historia de salvación.

Las expresiones  “inmanentismo antropológico” y “elitismo narcisista y autoritario”, expresan la falta de interés real por Jesucristo ni por los demás (GE  35) porque miden la santidad no por la caridad sino por el grado de conocimiento de ciertas doctrinas (GE  37). Esta actitud es el resultado de “mentes sin encarnación”, incapaces de“ tocar la carne Sufriente de Cristo en los otros”, y que en su ansia de una total claridad pretenden “domesticar” con sus abstracciones el misterio de Dios (GE  36-46)

pueblo de santos
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Bienaventuranzas: el encuentro fraterno de los que sufren y los samaritanos

Las Bienaventuranzas son el proyecto de Misericordia más grande que ha conocido la historia.

El sentido ético y escatológico de las bienaventuranzas,  atraviesa todo el Evangelio y llega a todos los rincones de la existencia. En la parábola del Juicio Final (Mt 25),  revela la última profundidad de la misericordia: “Felices ustedes ... porque tuve hambre y me dieron de comer…” No es una simple invitación a la beneficencia... ilumina el misterio de Cristo, y nos invita a descubrirlo en los pobres y sufrimientos ( GE  96).

Pero no es un pauperismo o loa al sufrimiento, porque al Padre no le complace el sufrimiento de sus hijos. Sino una ocasión de fraternidad como la del buen samaritano. Las situaciones periféricas tienen el realismo de invitar a todos a participar, nadie está excluido, todos convocados.

Jesús nos dice que la felicidad está allí, en la “no-felicidad” , en las periferias de este "Mundo feliz" para pocos. Si lo seguimos de verdad, tenemos que adentrarnos en la tierra de "los nadies" (Galeano) a los cuales Jesús se asoció en su vida y en su Cruz salvadora.

 Allí se encarnó para siempre, que no lo encierren en palacios y templos. Centrando nuestra atención en ellos es como comenzamos a encontrar el sentido de la vida y nos liberamos de las falsas felicidades efímeras que nos venden. Si occidente "está perdiendo la fe" es porque se ha alejado con su vida cómoda y autista de las periferias de sus hermanos necesitados, la tierra de Jesús.

Si la Iglesia ha de renacer como posibilidad de Pueblo de Dios es siendo "hospital de campaña" entre los lastimados que el mundo descarta. Allí Jesús se encarnó para siempre, que no lo encierren en ortodoxias de biblioteca o rituales pomposos. Si nuestros templos están vacíos, es que no están donde deben estar, con Jesús, en el Pueblo de las periferias humanas, junto a los santos de verdad.

Centrando nuestra atención en los bienaventurados, es como comenzamos a encontrar el sentido de la vida y nos liberamos de las falsas felicidades cómplices del engaño y la violencia. Las Bienaventuranzas son la carta de ciudadanía del planeta de los santos al cual todos somos llamados.

Pero también Jesús menciona a los "autoexcluidos", que tienen ojos y no ven, oídos y no escuchan (Mt 13,9) y "tampoco se convencerán aunque alguien se levante de entre los muertos”» (Lc 16,31), "Ay de vosotros, los que ahora estáis saciados!, porque tendréis hambre. ¡Ay de vosotros, los que ahora reís!, porque os lamentaréis y lloraréis".

Llegará el día en que  "todo lo oculto saldrá a la luz y se dará a conocer a todos". (Lc 8,17). La esperanza cristiana mantiene viva la convicción pascual de Jesús del triunfo del amor de los que sufren sobre la violencia del egoísmo de este mundo. Nuestro deseo, como el de los santos identificados a fondo con Jesús, es que todos participemos de esta nueva humanidad. 

poliedroyperiferia@gmail.com

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