De la libertad sin vínculos, para pocos, sin verdad a la fraternidad de Jesús para todos Terraplanismos populistas de mercado y Doctrina Social de la Iglesia (III Actuar)

Terraplanismos populistas  de mercado y Doctrina Social de la Iglesia (III Actuar)
Terraplanismos populistas de mercado y Doctrina Social de la Iglesia (III Actuar)

La libertad sin fraternidad y solidaridad articulados en una sociedad mediante la justicia social, es el canibalismo de los que tienen poder. 

Los negacionistas y talibanes del mercado son parias del tiempo, desvinculados a propósito de la sabiduría de quienes nos precedieron. Sus mesías surgen como hongos sin historia de las redes sociales, pero no tienen trayectoria. Han aprendido a manipular las emociones sociales sin presentar credenciales de vida. 

Con discursos emocionales cargados de medias verdades y fake news cautivan masas hartas de politiquería y excluídas económicamente. Esto explica que también países muy ricos, pero con gran desigualdad social sean propensos a estos nuevos populismos.

La desinformación es el arma de la colonización populista...los bulos o fake news son uno de los mayores problemas de Internet. Son fabricantes de ignorancia, uno de los mayores peligros para la democracia. Lo que comenzó siendo campañas de las grandes empresas para ocultar los daños colaterales del “progreso”, ha terminado siendo influencia decisiva en elecciones y plebiscitos

Estar unidos en la construcción del Pueblo de Dios, nos da el horizonte hermenéutico y la capacidad crítica para discernir la paja del trigo. 

El Reino de Dios es la experiencia del samaritanismo personal hecho sistema, porque las estructuras necesitan ser misericordeadas desde sus periferias omnipresentes.

“Actuar” en la Doctrina social de la Iglesia es seguir este camino liberador de “fraternización” activa, haciendo desde la misericordia, un “nosotros”, un Pueblo de Dios en la historia.

Una libertad sin vínculos

El terraplanismo populista de mercado con sus negacionistas y conspiracionistas parece a primera vista, una exaltación de la libertad. Pero es una libertad buscada a ultranza, de modo individualista, caprichosa, sin importar nadie más. Todos los fundamentalismos son, entre otras muchas cosas, profundamente ignorantes, ignoran a rabiar, al otro, a la ciencia, a los maestros consagrados por la historia, al bien común…pero son sumisos corderos de la manipulación de sus influencers, de los demagogos que les dicen que tienen razón, que alientan sus odios, que esto es una conspiración, que han sido engañados por oscuros intereses que no los dejan ser “libres”. Una sumatoria de medias verdades mal mezcladas, sin una visión poliédrica de diálogo y la búsqueda de comunión.

Si no nos queda claro a qué intereses se refieren cuando hablan de “libertad”, nos están engañando. La libertad sin fraternidad y solidaridad articulados en una sociedad mediante la justicia social, es el canibalismo de los que tienen poder. Son los mayores estafadores sociales que acumulan inmensas fortunas en paraísos fiscales y llevan escandalosas vidas de lujo y desperdicio. Sin embargo, las cárceles están abarrotadas con un 90 % de pobres y drogadictos de baja estopa. (abogacía.es) La persecución penal de los pobres es mayor cuanto más paupérrimo y desigual es el país.

Los negacionistas y talibanes del mercado son parias del tiempo, desvinculados a propósito de la sabiduría de quienes nos precedieron. Sus mesías surgen como hongos de las redes sociales, pero no tienen trayectoria. Han aprendido a manipular las emociones sociales sin credenciales de vida. Tal como nos dice Francisco:

“Por eso mismo se alienta también una pérdida del sentido de la historia que disgrega todavía más. Se advierte la penetración cultural de una especie de “deconstruccionismo”, donde la libertad humana pretende construirlo todo desde cero. Deja en pie únicamente la necesidad de consumir sin límites y la acentuación de muchas formas de individualismo sin contenidos… Para esto necesitan jóvenes… vacíos, desarraigados, desconfiados de todo … que desprecien la historia, que rechacen la riqueza espiritual y humana que se fue transmitiendo a lo largo de las generaciones, que ignoren todo lo que los ha precedido». (FT 13)

Aquí podemos aplicar aquella frase “Quién olvida su historia está condenado a repetirla”. Sin memoria no hay salvación, por eso Dios ha querido salvar a los hombres a través de la historia de un Pueblo. “La historia es maestra de la vida” (Cicerón), pero las actuales masas terraplanistas no creen en maestros sino en influencers… con la última novedad conspiracionista de cada día.

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Una libertad para pocos

El caldo de cultivo del populismo es la gran desigualdad en un país. Los demagogos de turno no tienen una ideología muy definida pero siempre terminan sirviendo al totalitarismo de mercado, logran captar el descontento de las clases olvidadas y transformarlo en mesianismo.

Con discursos emocionales cargados de medias verdades y fake news cautivan masas hartas de politiquería y excluídas económicamente. Esto explica que países muy ricos, pero con gran desigualdad social sean propensos a estos nuevos populismos. Por eso Francisco advierte en FT 202: 

“Mientras no se resuelvan radicalmente los problemas de los pobres, renunciando a la autonomía absoluta de los mercados y de la especulación financiera y atacando las causas estructurales de la inequidad, no se resolverán los problemas del mundo y en definitiva ningún problema. La inequidad es la raíz de los males sociales”.

 Que el mundo necesita cooperación es una verdad de perogrullo. No hay foro internacional donde no se proclame. Además, ninguna Constitución de ningún país en el mundo dice que la economía y las finanzas son lo más importante de una nación. Sin embargo, la ideología global del paradigma tecnocrático lo ha instalado en el imaginario social, donde la “competencia” sería el motor “natural” e inevitable del progreso. ¿Cómo cooperar si todos somos competidores y unos pocos se quedan con la mayor parte?

En esta búsqueda desenfrenada por el beneficio logrado con la “mano invisible” de la estafa financiera, el otro es alguien a quien aplastar o ignorar si no presenta batalla. En este esquema los pobres y la naturaleza son descartados, se los pasa por encima y sólo aparecen en sentimentales discursos mentirosos. Esto resquebraja las democracias.

“Los países muy desiguales, con amplias capas de la población sumidas en la pobreza y élites muy ricas, tienen muchas dificultades para crear, mantener o consolidar instituciones liberales que den profundidad a sus democracias. Pueden presentar todo el entramado formal de una democracia, con sus parlamentos libremente elegidos, su gobierno, sus garantías constitucionales y su régimen de libertades, pero en el día a día no cuaja una vida democrática liberal porque la desigualdad rompe la comunidad política." (desde "Pijoprogre" de Sergio del Molino)

Por eso es de una gran ignorancia criticar con tanta liviandad a los numerosos países pobres del mundo que no tienen una democracia “al uso nostro” (que por otra parte deja mucho que desear). Sin una cierta equidad social, esa que no permitimos por este sistema financiero global que nos beneficia a pocos, el sistema democrático es inviable. 

La justicia social es un concepto que busca garantizar la equidad y la igualdad de oportunidades en una sociedad. No es una aberración (J. Milei) Se refiere a la distribución justa de los recursos, el acceso a servicios básicos y la morigeración de escandalosas desigualdades y discriminación. Es un medio indispensable para la construcción del Bien Común que a todos favorece. Promover la justicia social es la forma de abordar desafíos como la pobreza y la discriminación.

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Una libertad sin verdad

Contrariamente al socialismo, comunismo, liberalismo, anarquismo o el conservadurismo cristiano, el populismo no ha construido un cuerpo doctrinal, ni le interesa la búsqueda de la verdad o por lo menos un discurso coherente y legitimador. No tienen un Marx, un Bakunin, un León XIII, un Burke o un Adam Smith del populismo" (desde "Pijoprogre" de Sergio del Molino). De allí su facilidad para mimetizarse con cualquier negacionismo o fundamentalismo a partir de la exacerbación de desigualdades existentes en una sociedad. 

Esta expresión de “anti-modernidad” o “pos verdad” no necesita cuerpos doctrinales coherentes, han aprendido a manipular las emociones sociales …para llevar la esclavitud a su máxima expresión: la auto-esclavitud, que explica tan bien el filósofo Byung-Chul Han en “La sociedad del cansancio”.

La desinformación es el arma de la colonización populista. A nadie se le escapa que los bulos o fake news son uno de los mayores problemas de Internet. Son fabricantes de ignorancia, uno de los mayores peligros para la democracia. Lo que comenzó siendo campañas de las grandes empresas para ocultar los daños colaterales del “progreso”, ha terminado siendo influencia decisiva en elecciones y plebiscitos.  La sistemática incitación al odio, previa a la “solución” mesiánica de quienes la provocan, envenena la vida social. (https://negacionismos.intered.org/es/, https://maldita.es/ )

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Información sesgada, manipulación informativa o bulos son conceptos cada vez más presentes que resquebrajan el tejido social. Nos hemos acostumbrado a oír hablar de desinformación cada día, pero no es tan habitual saber identificarla. En plena transición digital, la información falsa y errónea en Internet se propaga a toda velocidad, y tienen consecuencias graves: aumento de la polarización social, propagación de los discursos de miedo y odio, y una sensación de desconfianza cada mayor hacia los medios y la política.

En su mensaje para la 52 Jornada Mundial de las Comunicaciones sociales, Francisco, que permanentemente es víctima de noticias falsas, se dedicó con mucha precisión a este tema, señalando su peligro:

“La eficacia de las fake news se debe, en primer lugar, a su naturaleza mimética… son hábiles para capturar la atención… poniendo el acento en estereotipos y prejuicios extendidos dentro de un tejido social, y se apoyan en emociones fáciles de suscitar, como el ansia, el desprecio, la rabia y la frustración. Su difusión puede contar con el uso manipulador de las redes sociales…los contenidos, a pesar de carecer de fundamento, obtienen una visibilidad tal que incluso los desmentidos oficiales difícilmente consiguen contener los daños que producen…”   (https://www.vatican.va/content/francesco/es/messages/communications/documents/papa-francesco_20180124_messaggio-comunicazioni-sociali.html )

El actuar de la DSI en este campo es el que propone Francisco: “hay que acostumbrarse a desenmascarar las diversas maneras de manoseo, desfiguración y ocultamiento de la verdad en los ámbitos públicos y privados”. (FT 208).

Esto no se logra solo. Es en la pertenencia a un Pueblo interesado en la dignidad de las personas, especialmente de los últimos, que surca la historia comprometida con la Verdad de Aquel que puso su morada entre nosotros, puede ayudarnos. Estar unidos en la construcción del Pueblo de Dios, nos da el horizonte hermenéutico y la capacidad crítica para discernir la paja del trigo. De este modo, sin apagar la mecha humeante, la parte de veracidad que toda propuesta humana tiene, podremos decir “es por acá” el camino que conduce al bien, la verdad, la unidad y la belleza.

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Una libertad sin Bien común ni subsidiariedad

Cuando la dignidad humana y la libertad son atacadas, se resienten inmediatamente el bien común y la subsidiariedad en la construcción social. Son principios básicos de la Doctrina Social de la Iglesia.

"Bien común" es promover el bienestar y la prosperidad de toda la sociedad, en lugar de beneficiar solo a pocos individuos o grupos. Todos nos vemos beneficiados de aportar a un bien que tenemos en común, tanto de realidades materiales como espirituales. Todos hemos recibido algo de la sociedad y nuestros logros no se podrían dar sin ello.

Por eso tanto el individualismo como la meritocracia que cree que los logros individuales son aislados, conspiran contra una realidad social…de la que se sirven. Es mucho más que la mera sumatoria de los bienes que aportamos porque comienza a ser una tercera realidad, un “tertium quid” que es como si tuviera vida propia y multiplica sus efectos positivos en las personas debido a la sinergia que provoca. “bonum est diffusivum sui”, el bien tiende de suyo a expandirse.

Pero también el colectivismo es un enemigo del Bien Común, porque subsume a la persona y su creatividad en un ordenamiento compulsivo que, en nombre de la igualdad, suprime las enriquecedoras diferencias de las personas.  Pero este colectivismo, históricamente impulsado por ideologías marxistas, “hoy resurge en una nueva versión, oculta en los proyectos de normalización tecnocrática». Por eso, «En el terreno contaminado por el dominio de las finanzas, necesitamos muchas pequeñas semillas para que brote una economía justa y beneficiosa, a escala humana y digna del ser humano»

«…Estamos obligados a dar testimonio de la preocupación por los demás, a salir de nosotros mismos, a comprometernos con gratuidad en el desarrollo de una sociedad más justa y equitativa, donde no prevalezcan el egoísmo y los intereses partidistas…estamos llamados a velar por el respeto de la persona humana, su libertad y la protección de su dignidad inviolable». (Papa Francisco a la Fundación Centesimus Annus Pro Pontifice, 21 de oct de 2021)

La subsidiariedad, es un principio clave de la DSI,  que la Iglesia proclama desde siempre. No es la opción entre el mercado, el estado o la sociedad. Sino que es una propuesta integradora, de armonía. Valora cada uno de estos factores y propone ponerlos en un juego dinámico de mutuo enriquecimiento. Así, las instancias superiores, como puede ser el estado, solo intervienen para ayudar hasta tanto y en cuanto los inferiores no pueden con sus medios, alcanzar sus fines. Pero también dejan hacer a los individuos y organizaciones intermedias aquello que éstos pueden por sí mismos. Ni el totalitarismo de estado, ni del mercado o la anarquía social pueden llevar a los seres humanos a su plenitud. Sino su sabia armonía.

La subsidiariedad es la propuesta realista de equilibrio entre la regulación del Estado o las instancias superiores de la sociedad y el mercado o libre iniciativa de los particulares o grupos intermedios. Es un principio universal aplicable a toda relación jerárquica, incluso la Iglesia. La sinodalidad de Francisco es el camino innovador de la subsidiariedad para la participación de todos los miembros de la Iglesia.

La historia de Salvación tiene rostros

Contrariamente a esta introspección galopante de “meditaciones” que parecen espiritualidad pero que es mero individualismo egoísta que aisla, Francisco termina su encíclica Fratelli Tutti, mencionando el colofón del actuar cristiano: mirar a otros.

De este modo, inspirándose en sus vidas, estamos llamados con quienes me acompaña Jesús, a realizar un camino nuevo y construir un nuevo lado del poliedro del Reino. Podemos hablar de valores, principios, porque tenemos capacidad de abstracción, pero es volviendo a la carne de otros rostros donde los encuentro.

Como dice el pobre de Asís:  es amando como uno es amado, es muriendo por los demás como uno se encuentra y resucita a una vida entera…algo muy diferente de esa búsqueda narcisista de “estar bien consigo mismo”, que hoy todos repiten como mantra neoliberal.

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El cristianismo no es un platonismo de bellos principios por los cuales se tenga que sacrificar a alguien. Es una historia de personas. Todos los “ismos” ideológicos sucumben ante las biografías de quienes me rodean, percibidos desde la experiencia de la Misericordia de Jesús. El Reino de Dios es la experiencia del samaritanismo personal hecho sistema, porque las estructuras necesitan ser misericordeadas desde sus periferias omnipresentes. Sólo cuando los Bienaventurados de Jesús, pasen a ser los principales en nuestras vidas y sociedades, estaremos saboreando lo que tanto pedimos en el Padrenuestro como primera petición; “que venga a nosotros tu Reino”.

Francisco termina la encíclica diciendo: “me sentí motivado especialmente por san Francisco de Asís, y otros no católicos como Martin Luther King, Desmond Tutu, Mohandas Gandhi …. Pero quiero terminar recordando a otra persona de profunda fe, quien, desde su intensa experiencia de Dios, hizo un camino de transformación hasta sentirse hermano de todos… Carlos de Foucauld (FT 286)...de quien rescata las últimas frases que dan sentido a la encíclica: “Él fue orientando su sueño de una entrega total a Dios hacia una identificación con los últimos, abandonados en lo profundo del desierto africano….deseaba sentir a cualquier ser humano como un hermano,... Quería ser, en definitiva, «el hermano universal». Pero sólo identificándose con los últimos llegó a ser hermano de todos. Que Dios inspire ese sueño en cada uno de nosotros. Amén”. (FT 287)

“Actuar” en la Doctrina social de la Iglesia es seguir este camino liberador de “fraternización” de Jesús, construyendo desde su misericordia, un “nosotros”, un Pueblo samaritano en la historia.

poliedroyperiferia@gmail.com

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