"Israel debe parar, debe respetar la vida de los niños", afirma el arzobispo de Pamplona Florencio Roselló, sobre Jumilla: "Utilizar esta situación como arma política es manosear vidas humanas pobres y necesitadas"

Florencio Roselló, en la catedral de Pamplona
Florencio Roselló, en la catedral de Pamplona Arzobispado de Pamplona

"Otro grito que merece ser escuchado, y donde la vida humana no se respeta es la situación que viven los niños de Gaza, que, aunque han visto la luz, están muriendo de hambre o por las balas cuando van a buscar comida. Israel debe de parar, debe de respetar la vida de los niños. La comunidad internacional debe luchar para que la vida de los niños gazatíes sea respetada, valorada y cuidada"

"María representa a la Iglesia que defiende la vida de los mayores y el derecho a morir en paz y con dignidad"

"En los humildes encontramos a los pobres, a los hambrientos, a los marginados. Encontramos a los que vienen de fuera, a los inmigrantes, en busca de un futuro mejor"

Celebramos con gozo la fiesta de la Asunción de María a los cielos, que para nosotros tiene una significación especial, pues es la titular de nuestra Santa Iglesia catedral de Pamplona. Hoy este templo se viste de fiesta, de gozo.

Hemos venido a contemplar a una mujer revestida de sol, que nos hablaba la primera lectura. Una mujer en todo su esplendor que embellece todo lo que llena. Vemos cómo nuestra Madre engrandece esta catedral con su belleza, con su presencia. Que además con su asunción a los cielos, María hace realidad que la resurrección de Cristo no fue un hecho aislado, sino que la Virgen también participó de este tránsito, de la pascua final. La Asunción de María, como nos recuerda la segunda lectura, nos dice que la muerte, el dolor, el pecado no tienen la última palabra. En María contemplamos lo que Dios quiere realizar con cada uno de nosotros: llevarnos a la vida eterna junto a Él. Estar junto a Él.

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María es imagen de la Iglesia gloriosa, de la Iglesia que triunfa, de la Iglesia que confía y a la que estamos llamados todos los cristianos. Pero María también representa a la Iglesia peregrina, a la Iglesia que sale al encuentro. Su camino no fue fácil. Fue madre sin entender del todo; creyente entre tinieblas; discípula que meditaba en su corazón lo que no comprendía. Pero mujer que se fiaba de Dios, mujer del “fiat”, de la confianza en Dios.

Misa de la Asunción en la catedral de Pamplona
Misa de la Asunción en la catedral de Pamplona Arzobispado de Pamplona

La Asunción de María no es una huida de la realidad, de la vida, sino que nos invita a vivir con los ojos en el cielo y los pies en la tierra. Celebrar la fiesta de la Asunción no es estar mirando al cielo, no es desentenderse del mundo. María vivió plenamente su fe en la tierra, comprometiéndose en cada momento con la realidad que le tocaba vivir. Fue madre, esposa, prima, creyente, servidora. No huyó de los problemas, los enfrentó, pero siempre puso su confianza en el Señor, “He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra” (Mt. 1, 38), “haced lo que él os diga” (Jn. 2, 5).

María miró de frente a la realidad que le tocó vivir y se implicó en ella. En el evangelio que hemos escuchado asistimos a un momento muy humano y comprometido. Va a visitar a su prima Isabel cuando recibe la noticia del ángel Gabriel. “También tu pariente Isabel ha concebido un hijo en su vejez, y ya está de seis meses la que llamaban estéril” (Lc. 1, 37). La razón de la visita es que Isabel está embarazada, no va a pasar unos días con ella, sino va porque hay una vida humana en juego, una vida no nacida, de un niño, que luego sería Juan. María, recién embarazada por obra del Espíritu Santo, no se encierra en sí misma. En lugar de quedarse pensando en su situación, se levanta, sale, va al encuentro de su prima Isabel. Es la Iglesia comprometida, la Iglesia en salida. La Iglesia que donde ve peligrar una vida se compromete por ella.

Con esta visita a su prima Isabel embarazada, María hace una denuncia por los niños no nacidos, por los niños que no han visto la luz, por los niños abortados. Deja todo, inclusive sus propios cuidados, pues ella también estaba embarazada y va en ayuda de su prima, que ya mayor, puede tener riesgos y problemas en el embarazado y el parto. El viaje, la visita hasta su prima Isabel es una opción por la vida, una defensa de la vida del no nacido, pero también en defensa de la vida de los mayores.

En el evangelio que hemos escuchado María defiende toda clase de vida, la del niño no nacido que tanto ella, como su prima Isabel llevaban en su seno y luchaban para que viesen la luz. Defensa de la vida de los mayores, ancianos personalizados en Isabel, su prima, pues era mayor, y su embarazo tenía riesgos de su propia vida. Con su visita, María representa a la Iglesia que defiende la vida de los mayores y el derecho a morir en paz y con dignidad.

Después de los saludos, María le regala un cántico a su prima Isabel, el canto del Magníficat. Agradece a Dios la defensa de la vida de los pobres cuando dice “enaltece a los humildes, a los hambrientos los colma de bienes” (Lc. 1, 52b53). En los humildes encontramos a los pobres, a los hambrientos, a los marginados. Encontramos a los que vienen de fuera, a los inmigrantes, en busca de un futuro mejor. Todos son hijos de Dios sin distinción de raza, o religión.

Nuestro querido difunto papa Francisco en febrero de este año levantó su voz en defensa de los migrantes, recordando que deportar a quienes buscan refugio hiere su dignidad inherente. En su carta a los obispos de EE.UU., nos invitaba a construir puentes en lugar de muros y a rechazar la criminalización de la migración

Nuestro querido difunto papa Francisco en febrero de este año levantó su voz en defensa de los migrantes, recordando que deportar a quienes buscan refugio hiere su dignidad inherente. En su carta a los obispos de EE.UU., nos invitaba a construir puentes en lugar de muros y a rechazar la criminalización de la migración. Incluso el papa León XIV nos dice “que en un mundo oscurecido por guerras e injusticias, incluso allí donde todo parece perdido, los migrantes y refugiados se erigen como mensajeros de esperanza” León XIV, 25 julio 2025). Un mensaje, el de los dos Papas, que choca mucho con las palabras que estamos escuchando estos días desde diferentes ámbitos de nuestra sociedad. Utilizar esta situación como arma política es manosear vidas humanas pobres y necesitadas.

Otro grito que merece ser escuchado, y donde la vida humana no se respeta es la situación que viven los niños de Gaza, que, aunque han visto la luz, están muriendo de hambre o por las balas cuando van a buscar comida. Israel debe de parar, debe de respetar la vida de los niños. La comunidad internacional debe luchar para que la vida de los niños gazatíes sea respetada, valorada y cuidada.

Roselló, en la misa de la Asunción
Roselló, en la misa de la Asunción Arzobispado de Pamplona

María, en este evangelio que hemos escuchado defiende la vida en todas sus dimensiones, la del no nacido, la del anciano que merece morir con dignidad, la de los pobres, de los inmigrantes, la de los niños de Gaza, la de tantas guerras que hay en el mundo, la vida de los que están muriendo apagando incendios, algunos provocados por la mano del hombre. María nos invita a la fiesta de la vida, especialmente la vida de los indefensos, de los pobres, de los que luchan por los demás, porque “En verdad os digo que cada vez que lo hicisteis con uno de estos, mis hermanos más pequeños, conmigo lo hicisteis”. (Mt. 25, 40).

María, en su Asunción a los cielos, nos invita no solo a contemplar sino a imitar a María en su sensibilidad y cercanía con la gente que nos rodea, con los necesitados, como ella lo hizo con su prima Isabel. Pero también nos llama a la defensa de la vida en sus diferentes manifestaciones, la del no nacido, la de los ancianos, y también la de los pobres, en los diferentes rostros con que se nos manifiestan. Y que, bajo el amparo de Santa María, titular de esta catedral de Pamplona, sigamos caminando con gozo hacia el cielo, hacia la nueva vida respetada y considerada, donde ella ya nos espera.

+ Florencio Roselló Avellanas O de M
Arzobispo de Pamplona y obispo de Tudela

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