El primer alunizaje de la Biblia, hace 40 años

Cuando se han cumplido cuarenta años desde que dos astronautas norteamericanos pisaran por vez primera la Luna, el 20 de julio de 1969, aún quedan algunos aspectos del viaje que no son tan conocidos, a pesar de no haber sido ocultados. El protestante (presbiteriano) Aldrin llevó un salmo al suelo lunar, y tomó el pan y el vino según la fe evangélica. Las anécdotas de la fe cristiana jalonaron la gesta que culminó hace cuatro décadas con la llegada del hombre al primer planeta solar.


De la aventura que supuso la llegada del hombre a la luna se han escrito millones de páginas de alabanza y crítica. Las motivaciones políticas en plena carrera espacial entre Estados Unidos y la extinta Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, el discurso no pronunciado -pero redactado- por el presidente Nixon en el caso de que hubiera sido un fracaso, las teorías sobre si fue un montaje «cocinado» en Hollywood.

Pero de lo que casi no se ha hablado, aunque no es un secreto, es que uno de los dos hombres del Apollo 11 que pisó la Luna -cuyo nombre casi queda en el olvido al ser Neil Armstrong el primero- conmemoró lo que en la fe protestante se conoce como «la cena del Señor» o «santa cena»; esto es, un rito en el que se toman el pan y el vino como símbolo y recuerdo de la muerte y resurrección de Jesús (Los católicos, en la eucaristía, celebran la presencia real -no simbólica- del cuerpo y la sangre de Cristo, que vuelve a ser sacrificado). Lo relata el propio astronauta en el libro que publicó en 1973, «Regreso a la Tierra», y lo ha recordado en estos días en el diario «USA Today» el pastor Mark Cooper, de la parroquia presbiteriana de Webster (Tejas), a la que asistía Aldrin.

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