En memoria de Luis Cencillo

"El olvido en el que murió y hasta cierto punto vivió el profesor Luis Cencillo (Madrid 1923) es todo un síntoma del malestar de la cultura española, de su dependencia de camarillas y sectas universitarias, y del desinterés general por el saber en nuestra sociedad. En cualquier país europeo Luis Cencillo tendría un equivalente al Cervantes y funerales casi oficiales, pero aquí no tendrá ni una esquela. Éste fue su sino.
El saber humanista de Luis Cencillo era impresionante, y ello impregna su extensa obra de un carácter panorámico e interdisciplinario único. Además de un brillante e incansable investigador, Luis Cencillo fue doctor en Filología Clásica, licenciado en Filosofía, Derecho y Teología, Antropólogo y diplomado en Psicología. Luis se formó con gentes como Max Müller, Martin Heidegger, Rahner, Erich Wolff y Jaspers.
Después de pasarse media vida aprendiendo, Luis Cencillo abandonó la Compañía de Jesús al negársele la posibilidad de impartir docencia “por tener ideas peligrosas”. Gracias a ello, fue profesor en Innsbruck, Freiburg, Munich, Bonn, Colonia, Valladolid (Fundamentos de Filosofía), Madrid Complutense (Historia de los Sistemas y Antropología General) y, finalmente, Catedrático de Antropología (Salamanca).
Al volver a España en los sesenta de su exilio cultural, Luis Cencillo encontró un ambiente “rancio y beatorro”, lo que dificultó su carrera, que luego chocaría con “el positivismo” imperante en las escuelas de antropología y psicología. Inclasificado e inclasificable, Luis Cencillo no dejó de pensar, debatir y trabajar hasta el día de su muerte. Despreció a su clase social burguesa y se consideró, además de un investigador dedicado, un cristiano “con chándal”, de “los que quieren amar al prójimo”. Demasiado insolente para la Academia y para la Jerarquía.
Pese al aislamiento al que fue sometido por su condición de pensador sin escuela, pocos españoles han gozado de su creatividad. Entre sus más de cien obras catalogadas (muchas veces necesariamente autoeditadas) se encuentran verdaderas joyas de la antropología, como su estudio sobre el desfondamienro del ser humano o su magistral obra de interpretación de los sueños. El profesor Cencillo realizó contribuciones a la Ontología, la Antropología filosófica, la Gnoseología, la Filosofía de la ciencia, la Filosofía del lenguaje, la Ética, la Estética y la Filosofía de la cultura. Destacan sus estudios y publicaciones en Antropología cultural, estudio de los mitos, Historia de las religiones, Psicología, Psicopatología, Psicoterapia, Sexología, Teoría de la comunicación, investigación sobre la mística y Teología. Luis Cencillo pensaba en alemán, pero podía conversar en sáncrito o griego clásico, además de conocer casi todas las lenguas occidentales.
Cencillo fue un peatón cristiano que no dejó de denunciar en sus homilías y libros la naturaleza injusta y opresora de la sociedad y la siniestra alianza de las jerarquías con los poderosos, lo que también le privó del paraguas cultural católico. En Friburgo compartió banco de universidad con Ratzinger, al que irónicamente se refería como “el marmolillo”.
Su interpretación y estudio de los evangelios merece un capítulo aparte. El gran esfuerzo de su obra fue intentar un estudio riguroso y metodológicamente científico desde el humanismo interdisciplinario. Luis solía bromear diciendo que si los sueños se pesaran o midieran como los mocos, siendo como son reveladores de mucho más que aquellos, los positivistas le habrían dado el Nobel. Pero tal y como soñó a los cuatro años, nunca recibió en vida premio o reconocimiento, sino polémica y dificultades. Pasó los últimos años impartiendo terapia a gentes necesitadas, de manera altruista. La Fundación que presidió y a la que donó sus bienes, es ahora la encargada de intentar sacarlo del olvido. Luis Cencillo tuvo, en sus propias palabras, una vida contra viento y marea. Descanse en paz.
Javier Esteban