El predicador del Vaticano agradece el efecto de la campaña de los "autobuses ateos"
La homilía corrió a cargo de Cantalamessa, quien señaló que uno de los desafíos actuales de la fe, "tal vez el más abierto que se haya conocido hasta la fecha", se ha traducido en un lema publicitario en los medios de transporte público de Londres y otras ciudades.
"Probablemente Dios no existe. Deja de preocuparte y disfruta de la vida", dijo el religioso franciscano recordando la frase de los "autobuses ateos". El mayor efecto de esta frase, agregó, no está en la premisa "Dios no existe", sino en la conclusión: "Disfruta de la vida", lo que implica que la fe impide disfrutar de la vida y es enemiga de la alegría.
Consideró como una "incongruencia publicitaria" que la frase sostenga que "probablemente no existe" porque esto da a entender que Dios podría existir y no se puede excluir del todo que exista.
"Querido hermano no creyente, si Dios no existe, yo no pierdo nada; si en cambio existe, tú has perdido todo", ponderó.
"Deberíamos -señaló- casi dar las gracias al promotor de esa campaña publicitaria; ha servido a la causa de Dios más que muchos de nuestros argumentos apologéticos. Ha mostrado la pobreza de sus razones y ha contribuido a sacudir muchas conciencias adormecidas".
Más adelante el predicador de la Casa Pontificia constató que actualmente se analiza "sin parar" la crisis económica que atraviesa el mundo y sus causas, pero preguntó "¿quién se atreve a meter el hacha en la raíz y a hablar de pecado?".
Recordando los escritos de San Pablo señaló que este apóstol definió a la avaricia insaciable como una "idolatría" y ubicó en la desenfrenada codicia de dinero "la raíz de todos los males".
"¿Podemos decir que se equivoca? ¿por qué tantas familias reducidas a la miseria, masas de obreros sin trabajo, si no es por la sed insaciable de provecho por parte de algunos?", planteó.
"La élite financiera y económica mundial -añadió- se había convertido en la locomotora enloquecida que avanzaba desenfrenadamente, sin preocuparse del resto del tren, que se había detenido distante en las vías. Ibamos todos a contramano".
Estableció que, con su muerte, Cristo no sólo ha denunciado y vencido el pecado sino ha dado un sentido nuevo al sufrimiento, incluso aquel que no depende del pecado de nadie, como el desencadenado esta semana en la región italiana del Abruzzo a causa del devastador terremoto.
Es una experiencia humana universal, explicó, en esta vida placer y dolor se suceden con la misma regularidad con la que, al elevarse una ola del mar, le sigue un hundimiento y un vacío que absorbe al náufrago hacia atrás.
Por ello aseguró que Jesucristo no vino para "aumentar el sufrimiento humano o para predicar la resignación a éste" sino, más bien, para darle un sentido, anunciar su final y su superación.
Cantalamessa se preguntó sobre la reacción ante el lema de los "autobuses ateos" de, por ejemplo, los padres con un hijo enfermo, las personas solas o sin trabajo, los exiliados por los horrores de la guerra, quienes han sufrido graves injusticias en la vida.
"El sufrimiento ciertamente sigue siendo un misterio para todos, especialmente el sufrimiento de los inocentes; pero sin fe en Dios, se convierte en algo inmensamente más absurdo", apuntó.
"Se le priva hasta de la última esperanza de rescate. El ateísmo es un lujo que se pueden permitir sólo los privilegiados de la vida, los que han tenido todo, incluida la posibilidad de dedicarse a los estudios y a la investigación", puntualizó.