El presidente de Venezuela,
Hugo Chávez, debería haberse reunido ayer con el Papa Benedicto XVI. Sin embargo, el caudillo bolivariano anuló la audiencia la semana pasada. Chávez parece habérselo pensado mejor.
El encuentro le podría haber costado un
tirón de orejas del Santo Padre, situación que mermaría su popularidad entre el electorado católico. La hostilidad «chavista» con la Iglesia ha sido documentada por los altos prelados venezolanos y el Papa sigue con atención los acontecimientos venezolanos. El cardenal Castillo Lara, antiguo gobernador del Vaticano, es uno de los prelados que con más ahínco denuncia al regimen chavista.