Ourense, ¿de Temiño a...Rico Pavés?

Soy de Ourense. En su seminario me eduqué y a él le debo casi todo lo que soy. Un buen claustro de profesores y magníficos formadores que me ofrecieron, con abosluta entrega, cimientos sólidos. Tanto humanos como esirituales. Después, pasé por Comillas, hice en la Complutese el doctorado en Ciencias de la Información y la licenciatura en Sociología, asi como la de Teología en el Instituto León XIII de la Pontificia en Madrid. En Ourense me ordenó monseñor Temiño y me nombró párroco de Gabin, Paredes, San Fiz, Candedo y Santa Cruz. En plena Serra de Queixa. Allí estuve 6 años en una de las etapas más felices de mi vida. Sigo yendo todos los años a ver a aquella gente, a la que quiero y que me quiere. Conozco, pues, la diócesis, que, en el fondo (in aeternum) sigue siendo la mía, aunque lleve ya 29 años en Madrid.

A pesar de haberme secularizado en 1990 (con la inestimable ayuda, que siempre les he agradecido, de los cardenales Rouco y Javierre), sigo yendo a menudo a Sobrado del Obispo, mi precios pueblo ourensano, a 7 kilómetros de la capital, y sigo manteniendo contacto con muchos de mis antiguos compañeros. A través de ellos y de la gente de mis antiguas parroquias y de otros muchos amigos y familiares mantengo la sintonía más cordial con mi patria chica desde los madriles.

Es lógico, pues, que me interse (y mucho) todo lo que eclesialmente pase o pueda pasar allí. Como paisano y como director de RD. Es también lógico que los curas me llamen y me comuniquen su estado de ánimo ante la eventualidad de que, tras más de un año de espera, al final se termine nombrando sucesor de Quinteiro a José Rico Pavés.

Mis amigos me dicen que tienen miedo y están alarmados. No por ellos a nivel personal, sino por la diócesis. Una diócesis recia, de profunda espiritualidad, con un clero bragado y entregado (con las consabidas excepciones, como en todas partes). Una diócesis harta de ser de "ascenso". Una diócesis que merece obispos que permanezcan y que realmente se casen con ella. Una diócesis que necesita, como el comer, planes pastorales de reevangelización continuados. Una diócesis sin complejos nacionalistas, que ha asumido, desde hace muchos años, la realidad en la que vive y se ha encarnado en ella con naturalidad. Todavía recuerdo a la señora Rosalía de Gabín que, tras la primera misa que celebramos en gallego, se acercó y con lágrimas en los ojos me dijo: "É a primeira vez que lle falo a Dios na lingua da miña nai. Estou moi orgullosa, porque creo que me entendeu". ¡Bendita señora Rosalía, que seguro que ya está en el cielo, hablando gallego con Dios!

Pues bien, mis amigos curas de Ourense (que representan a un amplio sector, que va desde los progres -para entendernos- a los moderados, pasando incluso por algunos conservadores a los que tuve de profesores) tienen miedo y están alarmados ante la perspectiva de que su nuevo obispo sea José Rico Pavés. Porque, según ellos (y comparto su opinión), no es el obispo que, en estos momentos necesita la diócesis. Es demasiado joven, demasiado escorado hacia un lado (lo que dificulta, de entrada, ser pastor de todos), con antecedentes penosos (promovió el encausamiento de Pagola y de Queiruga) y sin demasiada capacidad para encarnarse en el alma gallega.

Eso dicen y piensan mis amigos curas ourensanos. Y es lógico que me haga eco de sus miedos y de sus inquietudes. Porque la diócesis lo merece y ellos, también. Y yo tengo el privilegio de poder contarlo.

No tengo nada personal contra José Rico Pavés. Apenas lo conozco y eso que lleva ya años en Añastro, por donde suelo ir a menudo. Pero Rico Pavés es de los "fontaneros" invisibles o de los que no se relacionan con los periodistas. Sólo lo he saludado una vez, en la universidad de Comillas, y porque lo confundí con el vicario general de San Sebastián.Dicen los que lo conocen bien que, como persona, es encantador: sencillo, afable y hasta dulce y cariñoso.

Yo no juzgo a la persona. No es mi estilo y nunca lo será. Sólo enjuicio sus ideas y sus actuaciones. Y está claro como el agua que Rico Pavés es un cura muy conservador, que intentó silenciar a Pagola y a Queiruga, que tiene buenos padrinos clericales y que lleva años como "cancerbero" de la fe en España. Quizás por eso cae mal. Ningún inquisidor tiene buena imagen. Él no iba a ser la excepción.

Por sus ideas y por sus actos creo que no es el obispo adecuado para Ourense en estos momentos. Pero si lo nombran seré uno de los primeros en ponerme a su servicio. Porque lo cortés no quita lo valiente. Y las estructuras están por encima de las personas.

Y lo mismo harán todos los buenos curas ourensanos, que tienen derecho a expresar su opinión y a decir públicamente que quizás no sea el obispo adecuado. Pero, si el Papa lo nombra, doctores tiene la Iglesia. Y mis amigos de Ourense se pondrán de inmediato a las órdenes (en comunión afectiva y efectiva) de su nuevo obispo. Decir lo que se piensa sí. Romper la comunión, no. Un sano ejercicio de libertad de expresión al que deberíamos estar acostumbrados en la Iglesia. ¿O es que predicamos para los demás lo que no cumplimos en nuestro seno?

José Manuel Vidal
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