La historia está llena de anécdotas que la ilustran, determinan y hacen que cada uno la lea desde una perspectiva diferente.
El cardenal Ángel Suquía ha sido una de las figuras más destacadas de la historia de la Iglesia española del siglo XX.
Si
Tarancón fue el cardenal de la Transición, Suquía lo fue de la naciente democracia. Si para el primero los cambios le costaron algún quebradero de cabeza, para el segundo las noches de desvelo no fueron un panegírico.
Suquía fue
un hombre de Iglesia que capeó los temporales de los primeros años de una democracia social, institucional y estatal. Había vivido en su propia carne la Iglesia de la Transición y sabía que su misión consistía en adaptarla a los nuevos tiempos. Traducir al lenguaje eclesial la democracia para que la democracia fuera también de la Iglesia.
Cuando la historia sea más objetiva nos daremos cuenta de que ese papel que cuentan jugó la Iglesia en la Transición española se prolongó durante los años de Suquía. El día que los historiadores descubran el papel de la Iglesia en los primeros años de la reciente democracia española, ese día
descubriremos el papel determinante de un cardenal que vivió muchos años a la sombra alargada de Tarancón.
Jaime Vázquez AllegueVicedecano de la Facultad de Teología. U. P. de Salamanca (Abc)