El honor

El alcalde de Zalamea afirma con toda firmeza: “Al rey la hacienda y la vida se de dar, pero el honor es patrimonio del alma y el alma sólo es de Dios”. Esto fue corroborado por el mismo rey, nombrándolo alcalde vitalicio.

Por encima de la fidelidad al partido político está la fidelidad a la patria y a la propia conciencia; y esta fidelidad es imprescindible para mantener la propia dignidad, que es el honor.

En nuestros tiempos estamos presenciando cómo una idea falseada de la democracia sustituye, revolcándolo en el barro, el honor de millones de ciudadanos. Si un ciudadano actuara como el alcalde de Zalamea, el presidente de su partido no lo haría miembro vitalicio, sino excomulgado vitalicio. Prefiere ciudadanos sin honor.

Nuestra Iglesia, que se resiste a admitir lo bueno de la democracia en su fuero interno, usa de lo malo de la democracia. En mis primeros tiempos de sacerdocio, un sacerdote mayor que me apreciaba mucho, al ver con qué libertad predicaba, me advirtió, citando a un terrateniente de aquella tierra: Este señor decía que prefería a los criados que fueran muy brutos y no pensaran. “General (cantábamos en nuestros tiempos de juventud y de dictadura), el hombre es peligroso: ¡Puede pensar, puede pensar!”.

Revolcar en el fango del deshonor a todos sus adeptos puede ser muy cómodo para el que manda, pero, además de denigrarlos de por vida, empobrece la causa.

Hoy estamos presenciando el espectáculo denigrante, que puede llevarnos a una terrorífica tragedia, de ver toda una nación sometida a los dictados de un grupo de insolidarios y resentidos. ¿Dónde queda el honor de la inmensa mayoría de los españoles?

Este deshonor nos está llevando a otra vergüenza: Cuando en todo el mundo hay un movimiento solidario de unión mundial, encabezado por la hermosa realidad de una Europa, antes siempre enfrentada con guerras intestinas, uniéndose a base de la ayuda generosa y gratuita a las naciones más pobres para ayudarlas a subir económicamente al mismo nivel de las más ricas, surgen como un tumor canceroso regiones que luchan por su independencia, sin importarles destruir la nación a la que pertenecen. ¿Y por qué? Porque, favorecidas por la geografía, han prosperado más que el resto de la nación.

Las naciones ricas de Europa regalando dinero a las naciones pobres para subirlas al mismo nivel. Y en contraste vergonzoso, comarcas ricas luchando por independizarse del resto de su nación, para no tener que compartir su riqueza con las otras partes más pobres. Olvidando que gran parte de su enriquecimiento lo debe a capitales de las comarcas pobres que han marchado a esas comarcas ricas buscando las ventajas que aporta su geografía.

El hermano mayor de la parábola del Hijo Pródigo, siempre despreciando al hermano pequeño y negándose a comer en la misma mesa.

Por encima de la fidelidad al partido político (media España) o, más precisamente, a la cúpula del partido, está la fidelidad a la patria (España entera).

Los jefes prefieren súbditos sin honor. Y los súbditos ¿qué preferimos?

Matías Castaño, sacerdote (Salamanca)
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