La religión, la gran ausente del cara a cara Rajoy-Rubalcaba

Ha sido la gran ausente del debate de ayer entre Rajoy y Rubalcaba. Ni una sola mención directa a la religión. Ni a la confesión mayoritaria, la católica, ni a las demás confesiones. Eso sí, el candidato socialista sacó a colación diversas cuestiones directamente relacionadas con la moral católica (como el divorcio, el aborto o las bodas gays), con el objetivo de acorralar al candidato del PP y hacerle pronunciarse sobre esos controvertidos temas. Sin éxito.

Que los políticos no hablen de religión en un Estado aconfesional como el nuestro puede leerse de dos formas al menos. La primera, en plan positivo: la cuestión religiosa está superada y ya no divide a los españoles. La segunda, en plan negativo: España está ya tan secularizada que los políticos y los ciudadanos pasan de las religiones y, por supuesto, de la católica.

Está claro, en cualquier caso, que la la mayoritaria Iglesia católica ha perdido influencia social. Más aún, sus propuestas morales no sólo son rechazadas abiertamente por el PSOE (como demostró ayer Rubalcaba), sino también por el PP. Rajoy no se atrevió a pronunciarse claramente sobre las cuestiones morales más debatidas que le planteó su contricante. Y se limitó a decir que, sobre las bodas gays, está pendiente un recurso ante el Constitucional. No parece que la derecha, si logra el poder, vaya a derogar ni la ley del divorcio ni la de las parejas gays ni siquiera la del aborto.

La pérdida de la credibilidad social del catolicismo es evidente. En un país en el que siguen yendo a misa habitualmente entre 7 y 9 millones de fieles, nuestros políticos (de la derecha y de la izquierda) se sienten cuando menos incómodos con el tema religioso. Ni la derecha se atreve a defender sus postulados. Y hasta Rajoy muestra un catolicismo vergonzante.

En el debate, los dos candidatos lanzaron guiños a todos los colectivos significativos. Incluidos los gays. Pero no a los católicos que, en este país, seguimos siendo la mayoría. Y como los politicos no son tontos, esa dinámica sólo puede tener una explicación: que los católicos no tienen en cuenta su fe a la hora de votar. Y, por eso, los políticos no apelan nunca a la movilización del voto católico.

José manuel Vidal
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