"Encended en el corazón" Encendamos las luces de la fe

Encendamos las luces de la fe
Encendamos las luces de la fe

"El lenguaje de la celebración comunitaria busca refugio en verbos de invitación, de estímulo, de aliento, de súplica"

"Y los que lo escuchamos y nos echamos al camino, empezamos a guardar en el corazón nombres del destino hacia el que caminamos"

"Todos son nombres de Cristo Jesús… En ese aire de adviento, resuena interpelante la palabra del evangelio: "Estad en vela para estar preparados"

"Hoy nos ponemos en camino para hacer verdadera la próxima Navidad"

Venid, subamos al monte del Señor…”: El lenguaje de la celebración comunitaria rehúye los verbos informativos: “oramos”, “damos gracias”, “Dios tiene misericordia”, “Dios perdona nuestros pecados”; y busca refugio en verbos de invitación, de estímulo, de aliento, de súplica: “oremos”, “demos gracias”, “Dios tenga misericordia”, “Dios perdone nuestros pecados”; digamos que, en la celebración litúrgica, unos a otros nos animamos, nos estimulamos, para que todos seamos uno en los sentimientos, uno en los deseos, uno en las aspiraciones del corazón, uno también en las palabras de los labios.

Hoy, como si él fuese uno más de los que formamos nuestra asamblea litúrgica, también el profeta nos invita: “Venid, subamos al monte del Señor… a la casa del Dios de Jacob; hoy, el profeta nos invita a ponernos en camino hacia los sacramentos de la presencia del Señor: la ley, la palabra… “porque de Sion saldrá la ley; de Jerusalén, la palabra del Señor”; hoy, el profeta nos invita a ponernos en camino hacia la Navidad.

Creemos. Crecemos. Contigo

Y los que lo escuchamos y nos echamos al camino, empezamos a guardar en el corazón nombres del destino hacia el que caminamos: “el monte del Señor”, “la casa de Dios”, “la ley del Señor”, “la palabra de Dios” … Todos son nombres del que va a nacer… Todos son nombres de Cristo Jesús… Vamos hacia la palabra de Dios que viene a nosotros; vamos al encuentro de la ley de vida que se nos manifiesta; vamos a la casa en la que Dios habita; vamos a la montaña santa, en la que Dios hace con nosotros, con la humanidad, una alianza que ya nada ni nadie podrá romper.

Somos huellas de Jesús. Hagamos que, cuando vuelva, no encuentre polvo,  sino perfume"

Vamos a Cristo Jesús: “Él nos instruirá en sus caminosmarcharemos por sus sendas”. En Cristo Jesús, Dios se nos hará palabra que ilumina, palabra que amonesta, palabra que consuela, palabra que perdona, palabra que sana, palabra que bendice.

Aquel, cuyo nacimiento esperamos, se nos hará camino por el que tengamos acceso al Padre del cielo.

Aquel a quien llamamos “monte” y “casa” y “ley” y “palabra, él se nos hará luz para iluminar nuestro camino también en la noche, él se nos hará alimento, para que podamos marchar siempre por sus sendas…

Vamos alegres a la casa del Señor: no es un dicho informativo; es una llamada a ponernos en camino, a que subamos con alegría a donde, por nosotros, se dispone a bajar el que nos ama, el que nos busca, el que viene a ser todo para nosotros…

En ese aire de adviento, resuena interpelante la palabra del evangelio: “Estad en vela para estar preparados”. Estad en vela, porque el que viene, “el monte del Señor”, llegará como un niño; “la casa del Dios de Jacob” llegará como un pobre; “la ley del Señor” llegará como un migrante; “la palabra de Dios” llegará como un nadie…

“Estad en vela para estar preparados”: encended en el corazón la luz de la fe; llevad el regalo de vuestra vida al que viene a daros la suya; disponed el corazón para la paz, para un mundo de paz, para un mundo en el que, los que suben a la casa de Dios, suben para hacerse siervos de la paz, portadores de paz, hombres y mujeres de paz, hombres y mujeres de Cristo Jesús…

Hoy nos ponemos en camino para hacer verdadera la próxima Navidad: Feliz camino de Adviento.

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