LA CASA DE DIOS

Me hiere el alma ver iglesias cerradas, pero aún más atacan mi sensibilidad de cristiano los templos abiertos, casi en exclusiva para poder contemplar el arte, en los que es preciso pagar una entrada a veces considerable.


Quise visitar a Jesús en una de estas iglesias, y tan solo me lo permitieron mediante el pago de la cuota correspondiente. ¿Qué está ocurriendo? ¿Acaso no dijo Cristo: "Mi casa es sitio de oración y vosotros la estáis convirtiendo en cueva de ladrones"? Y esto ocurre en varias catedrales, el templo madre de las diócesis. ¿Cómo se puede tolerar? En varios lugares ya han hallado fórmulas que puedan paliar el escándalo; pero en otras, sigue, mientras el obispo no lo remedie.

¡Qué distinto es el espíritu de la Biblia: "Oh Yahvéh, Dios nuestro, toda esta abundancia que para edificar la casa de tu santo nombre hemos ofrecido, tuya es; de tu mano la hemos recibido. Yo sé, Dios mío, que Tú escrutas el corazón y que amas la rectitud; por eso te he hecho yo todas mis ofrendas voluntarias... y veo ahora con alegría, que todo tu pueblo que está aquí te ofrece voluntariamente tus dones... Luego dijo David a toda la asamblea: "Bendecid ahora a Yahvéh vuestro Dios"; y toda la asamblea bendijo a Yahvéh, Dios de sus padres". (Cron. 29, 16-20)

Sí; ofrecer donaciones para la casa de Dios; para su ornato y gloria; pero voluntario, no como pago de un negocio. Y abridnos, queridos sacerdotes, las puertas de las iglesias para orar, no para obtener beneficios pecuniarios. ¿Qué dirá Jesús desde el Sagrario cuando ve todo esto? Ya nos lo recuerda el Evangelio: "Tomó el látigo y los arrojó".

José María Lorenzo Amelibia
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