Recuerdo esto de mis primeras crisis en los años primeros de mi sacerdocio. Acudí alarmado al Padre Aguinagalde pidiendo ayuda porque el celibato se me hacía angustioso en soledad y deseo esponsal. El me contestó con una carta breve y me dijo: "Cásate con Jesucristo." De verdad no lo conseguí. Incluso, en aquellos momentos, creo no logré entenderlo. Se me hacían duras y raras aquellas palabras. Después ha sido punto fuerte de referencia para mí. Lo veo claro al menos en mi entendimiento: La mística unión de Jesucristo con las almas siempre la simbolizan los escritores de vida interior con el matrimonio.

Formar los dos "como una sola carne". Y es mucho más fuerte que el amor humano. Es necesario para ello mucha oración, dedicación a la lectura espiritual, purificación interior. Entonces puede llegar a formarse tal vínculo con Jesucristo que no se romperá con la muerte, sino se afianzará del todo en el encuentro definitivo con El.
No se encuentra en nuestras manos el conseguirlo. Es un don de Dios. Sí está en nuestra voluntad el intentarlo. El dará el "incremento" cuando le plazca. Vamos a procurar tú y yo con su gracia despojarnos del hombre viejo; entonces Dios nos visitará como médico y amigo y hará su morada en nosotros cada vez más conscientes.

José María Lorenzo Amelibia
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