Cuidado y discreción en el quejarse

Espiritualidad

Cuidado y discreción en el quejarse

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Nos dicen los autores ascéticos: Es más perfecto en las enfermedades no quejarse de los dolores de cada día; sin embargo, cuando nos afligen con vehemencia, no es malo comunicarlo a nuestros amigos, ni aun pedir a Dios nos libre de ellos. Cristo pidió al Padre: "Si es posible, pase de mí este cáliz, mas no se haga mi voluntad sino la tuya." Pero si a El no le place hacerlo, conviene que dirijas tus esfuerzos a permanecer con Jesús sobre la cruz, como si jamás fueras a descender de ella.

Hacen mal las personas que a la mínima de cambio se quejan de todo: dolorcillos, pequeñas faenas del prójimo, incomprensiones... Hemos de ir haciéndonos un poco duros por dentro. Es fuente de santificación ofrecerle a Jesús doliente nuestros sufrimientos diarios. Vamos así completando lo que falta a la pasión de Cristo. Por otra parte, la caridad de una buena convivencia nos exige el no estar continuamente echando nuestras lamentaciones a las espaldas del familiar o amigo. Por el contrario, quien recibe las quejas y lamentaciones tenga en cuenta a San Pablo: "Que cada uno lleve las cargas de los otros y así cumpliréis la ley de Cristo".

José María Lorenzo Amelibia  

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