Asociación de sacerdotes casados de España ASCE Hoy a nadie condena la inquisición, se tolera todo menos a los sacerdotes casados.
Crítica Constructiva
| José María Lorenzo Amelibia
Hoy a nadie condena la inquisición, se tolera todo menos a los sacerdotes casados.
Tolerancia
En pasadas décadas hemos contemplado un fenómeno curioso: por nada del mundo se admitía a una concelebración eucarística a un sacerdote casado. A pesar de haber recibido el sacramento del Orden, a pesar de haberlo ejercido con dignidad años y años; a pesar de ser en su vida de casado una persona digna, con prestigio, buen cristiano y buen sacerdote.
Y aquí viene mi enorme preocupación: en aquellos mismos años pululaban por doquier curas herejes o semiherejes. Cuando digo semi herejes me refiero a que ellos – muy inteligentes – procuraban disimular; nadar entre dos aguas, pronunciar ciertas palabras ambiguas, a fin de soslayar una acusación o denuncia, si eran interrogados. Pero personas que los escuchaban caían de lleno en la auténtica herejía. Aquello fue bochornoso. Por desgracia hoy también existen casos, aunque en menor número y con mayor disimulo.
Me pueden responder con facilidad diciendo: ¿Puedes probar que realmente aquellos teólogos eran herejes? No lo puedo probar porque no guardo escritos de ellos, porque, además, en sus apuntes andaban con pies de plomo, para que nadie pudiera acusarlos, porque son gente lista y sabe defenderse y decir: “Donde digo “digo”, digo “Diego””. Pero ahí queda el enorme subjetivismo sembrado en el Pueblo, las ideas raras y contrarias al dogma. Mientras tantos muchos obispos callaban. Así nos ha ido.
Y no se trata de montar una inquisición, pero sí de poner dogma y disciplina en su punto. El dogma es intangible, es eterno. Y aunque se pueden sacar consecuencias de él, no cabe que cada uno lo interprete como le da la gana. Sobre la disciplina se puede dialogar, ponerla en tela de juicio, cambiarla cuando parezca conveniente. Así se ha hecho a lo largo de los siglos.
Los nuevos obispos parecen más sensibilizados con la defensa del dogma, aunque también les siguen metiendo goles. Pero no sé si se han parado a considerar este contrasentido dogmático: el sostener que el sacramento del Orden imprime carácter y el reducir prácticamente al estado laical (cosa del todo contraria al canon de Trento) a aquellos ministros del Altar que contrajeron matrimonio. Y para más inri admitir al sacerdocio católico a pastores conversos del anglicanismo.
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