MIGUEL ÁNGEL PÉREZ DE ZABALZA SENOSIÁIN CURA BUENO DE OLITE

(El resto de la biografía de este hombre santo se encuentra editado con este mismo nombre)


Nace en Estella el 29 de septiembre de 1931. Su madre falleció cuando él todavía no había cumplido 5 años. Su padre, don Cándido, tenía fama de hombre justo, fervoroso y santo. Ingresó en el Seminario de Pamplona en el año 1943. Simultaneó sus estudios sacerdotales con la carrera de música. Fue ordenado sacerdote el 26 de junio de 1955. Aquel mismo año fue destinado a la ciudad de Olite, donde desempeñó los cargos de capellán, coadjutor, párroco, y arcipreste, hasta el año 1996. Se distinguió por su facilidad de trato, bondad, mansedumbre, sencillez y humildad, unido todo esto a su piedad y espíritu sacerdotal. Introdujo en Olite las comunidades neocatecumenales, popularmente llamadas "Los Kikos". Se hizo en esta bella ciudad como algo imprescindible. Inesperadamente, en 1996 fue nombrado párroco del pequeño pueblo, lindante con Estella, Ayegui. Unos años más tarde se encargó de las parroquias de Ázqueta y Urbiola. También en el año 2000 fue nombrado arcipreste de Estella. Tras larga enfermedad murió en Pamplona el 22 de septiembre del año 2002.

Pronto En Ayegui Se Dieron Cuenta De Su Categoría
Podemos afirmar que, superados los primeros momentos después de dejar Olite, se le veía contento con este nombramiento. En el programa de fiestas de Ayegui del año 1997, Damián Guerra, concejal del Ayuntamiento, daba la bienvenida a Miguel ángel Pérez de Zabalza Senosiáin con estas entrañables palabras: "Un día apareció en la prensa la escueta noticia del nombramiento de párrocos en los pueblos tal, tal y Ayegui. Este nuevo párroco entró como de puntillas en la vida religiosa y social de nuestro pueblo, como queriendo pasar desapercibido, humildemente, porque la humildad es grandeza. Pronto, y como sin darnos cuenta, está ya entretejido entre nosotros. Es un ayeguino más. Su jovialidad y simpatía ha arraigado entre los feligreses. Hasta el punto que, dicho con cariño y respeto para nosotros, es Miguel Ángel a secas". ¡Bienvenido, Miguel Ángel"

Pronto en el pueblo se fueron dando cuenta de la categoría espiritual y humana del nuevo párroco. Los mayores ya le conocían de tiempos de seminarista. Don Cándido, el padre de Miguel Ángel, era una institución en toda la merindad de Estella. ¡De tal padre tal hijo! - se decían. Y no quedaron defraudados.
De manera suave y discreta realizó su actuación pastoral en estos lugares. Siguió en todo momento fomentando el culto en el monasterio de Irache y la devoción a aquella bendita imagen de la Virgen María. Hoy este antiguo cenobio no está regido por ninguna comunidad religiosa. Los últimos en habitarlo fueron los padres Escolapios. La Diputación y Gobierno de Navarra se hicieron cargo del inmueble, pero está abierto al culto, y Miguel Ángel lo incentivó con agrado de los feligreses. Fomentar en Irache la veneración a la imagen de la Virgen María ante la que oraba hacía siglos San Veremundo Abad, era uno de los objetivos pastorales de nuestro sacerdote. La gente sentía fervor en cristianar a sus hijos dentro de aquellos muros que hablaban de fe multisecular.

Al final de esta semblanza transcribimos una plegaria - poesía que compuso en honor y amor a Nuestra Señora.

También Ázqueta Y Urbiola

Hubo de atender asimismo los pueblos de Ázqueta y Urbiola, tras el fallecimiento del párroco de ellos Ramón Azcona. Ejerció e ellos su labor pastoral con celo y bondad, y se ganó la amistad y la confianza de todos. En los meses que permaneció allí, terminó la restauración de la parroquia y gozó mucho con esta obra. Para dar mayor solemnidad a todo esto celebró una Misa de acción de gracias. Llamó para que la presidiera al Vicario General del Pastoral, Luis Oroz.
También estos dos pueblos, los últimos de su pastoreo espiritual, ganaron su corazón y él se los ganó a todos con su sonrisa natural y digna simpatía. Los llevaba en su alma siempre, hasta en los últimos momentos de permanencia en este mundo. De tal manera que - recuerdan sus hermanas - les recomendaba en la clínica: "Decidle al Padre Víctor que dé de mi parte gracias a los pueblos de Ázqueta y Urbiola por lo bien que me recibieron".
Luego lo hicieron arcipreste de Estella. Pero ya empezaba el viacrucis de su enfermedad.

José María Lorenzo Amelibia
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