20-12 ¡Oh Llave de David y Cetro de la casa de Israel, que abres y nadie cierra, cierras y nadie abre!: ven y saca al vencido de la casa de la cárcel, al que está sentado en las tinieblas y en la sombra de la muerte.
Ten compasión de nosotros. Tú nos has traído la salvación.
Ayúdame a colaborar como siervo fiel y diligente en la salvación del mundo. Hoy y siempre he de hacerlo. Ayúdame, Señor. Necesitamos tu ayuda para
Le poseo enteramente tal cual es en el cielo con todas las riquezas de su gloria.
Si no es su amor, nada tengo que envidiar a los Apóstoles que vivieron con Jesús.
Está en el S. Sacramento para curarme de la fiebre del pecado.
Está para educarme, adornarme con su gracia.
Está para salvarme.
Está para ayudarme a amarle; para ayudarme.
José María Lorenzo Amelibia
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