Prepararnos para ser útiles en el Reino de Dios
Espiritualidad
| José María Lorenzo Amelibia
Prepararnos para ser útiles en el Reino de Dios
Útiles en el Reino
Me gusta leer en las hagiografías testimonios de personas llenas de celo apostólico, o escuchar testimonio de personas que han conocido a éstos. Recuerdo ahora de San Vicente de Ferrer. He visto en Aragón - Levante casas donde él se hospedó. Con placas están para recordar su paso por allí. Tenía siempre con Dios una confianza íntima. Pasaba muchas horas en oración. Luego movía los corazones de tal manera que todavía perdura su recuerdo. Después de sus sermones salía envuelto en el fervor divino y hacía milagros.
De San Bernardo he leído: se pasaba la noche delante del crucifijo; oraba; besaba los pies de Cristo. Todo esto cuando había de predicar en algún lugar. Diego de Cádiz fue encargado de misiones populares en España. Cuando le correspondía predicar, hacía unos días especiales de oración y penitencia. En estos momentos no recuerdo de otros testimonios concretos, pero son numerosos los leídos en mi vida.
De todas las formas hemos de convencernos: la preparación ha de ser mayor en la oración que en los libros. Y esto hemos de tener en cuenta en todos los ministerios. A veces cómo he perdido el tiempo en pequeñeces, en distraerme. Yo comprendo que en ocasiones es del todo necesario; por ejemplo, si de lo contrario se cae en una depresión mental. Pero ¡qué hermoso aprovechar hasta los más pequeños momentos para hacer algún pequeño trabajo útil a los demás o para cultivar la propia vida espiritual o la armonía del cuerpo!
Me parece preocupante de una manera especial el no sacar tiempo para la oración y lectura espiritual. Si se abandonan estos detalles, poco a poco va languideciendo la propia vida interior. Tan sólo se practica la oración obligatoria, y la voluntaria a ratillos perdidos. Como si uno por no tener tiempo para comer, tomara sólo chucherías. Por eso pienso que, si aún no soy alma de oración, a pesar de mi edad ya madura, es culpa mía por no tener el debido recogimiento y por no dedicar los tiempos necesarios a este quehacer divino.
El cura de Ars y todos los santos que hablan de la oración dicen que no hay cosa de mayor deleite que estarse a solas en un rinconcito con Dios. ¿Cómo han llegado a eso? Metiendo muchas horas. Buscando tiempo abundante para dedicarse a la oración.
José María Lorenzo Amelibia
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