Un texto de Mateo nos va trayendo de cabeza; y no precisamente por su exégesis, que al estudiarlo lo veíamos bastante claro, sino por la mentalidad que ha ido creando en el subconsciente de los más altos jerarcas. Se ha prestado a muchos abusos, a mi manera de ver. Está tomado de Mateo 16, 19 “A ti te daré las llaves del Reino de los Cielos; y lo que ates en la tierra quedará atado en los cielos, y lo que desates en la tierra quedará desatado en los cielos.”

A San Pedro y a sus sucesores les da el poder de las llaves, unos poderes espirituales grandes, pero no absolutos. En este y algunos otros textos evangélicos radica la infalibilidad pontificia y la de la Iglesia docente; también el magisterio ordinario. Y de verdad nos produce un gran respeto y en ningún momento negamos ninguna de estas prerrogativas de quienes dirigen nuestra Iglesia. Es más las vemos del todo dentro del depósito de la revelación.

Me siento católico, apostólico, romano. Creo en una Iglesia santa, católica y apostólica. Quede claro. Y si en mi juicio me equivoco, me retracto de inmediato, pues yo, soy falible como todo hijo de vecino. Pero ahí va mi criterio al respecto.

Los papas a lo largo de los siglos han abusado mucho. Por supuesto que no todos, ni siquiera la mayoría. Es más su magisterio ordinario ha sido fiel a la verdad y ha ayudado a mantener del todo el depósito de la revelación.

Pero ha habido muchos abusos de poder. La lista sería larga. Me fijo ahora en algunas cosas que se me ocurren.

a) La bula de la santa cruzada. La hemos conocido incluso nosotros, los mayores en edad. Por fortuna se suprimió. Mediante una limosna quedabas exento del ayuno y la abstinencia la mayor parte del año. Se hacían con aquel dinero muchas limosnas, pero también se enriquecían los obispos y algunos párrocos de mucha feligresía. A mí, cura con doscientas almas, me quedan algo menos de doscientas pesetas. ¿Cuánto le quedaría al arzobispo de Toledo…?
b) Las excomuniones lanzadas contra reyes por causas muchas veces políticas y de dominio.
c) La inquisición de la que tanto se ha hablado.
d) La imposición del celibato.
e) La práctica de venta, camuflada, de indulgencias.f) Nepotismos abundantes; favoritismos.
g) Privilegios excesivos.
h) No respetar la conciencia de las personas.
i) Abuso de conminación de pecado mortal por asuntos de suyo indiferentes.
j) Prohibiciones caprichosas o semi caprichosas.

Podríamos aumentar, mirando la Historia, la enumeración y posiblemente saldrían centenares de abusos de autoridad.

Algo hay claro en el Evangelio y en la dogmática de la Iglesia y es que Jesús ha venido para salvarnos. Por consiguiente los dirigentes de la Iglesia han de hacerlo de tal manera que faciliten la salvación, y no la dificulten con preceptos y cargas farisaicas, enumeradas en el Evangelio.

José María Lorenzo Amelibia
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